Mientras algunos individuos hallaron su destino en las odiseas que los moldearon, otros no tuvieron la misma suerte, o la misma alegría de encontrarse con ese tipo de comienzos. Ese fue el caso de un samurái de espada brillante como la luna, un guerrero de cambiante destino.
Estos son los arcanos orígenes de… James Ronin Oka.
Al ser hijo único, a Ronin se le entrenó desde joven en el dominio de la espada, pero la relación del chico con su padre no era buena, ya que el hombre minimizaba los aprendizajes de su hijo. Eso fue motivo de frustración para el joven Ronin, pero la benevolencia de su madre le ayudaba a contrarrestar semejantes emociones.
—Tu padre te ama, solo que es demasiado duro porque quiere que sepas lo que él sabe.
—No es cierto —respondió Ronin— si de verdad me quisiera, no estaría comparándome con los hijos de sus amigos.
—Bueno, ¿qué habría de malo en tratar de sorprenderlo con ser tú mismo? —respondió el abuelo del muchacho.
—¿De qué hablan?
—Tengo que decirlo, estoy decepcionado de los métodos de tu padre. Por esa razón, te pido que olvides lo que él te ha “enseñado”.
—¿Qué?
—Solo pon atención a lo que yo te enseñaré —respondió el señor, preparando su sable de madera para comenzar con el entrenamiento de su nieto.
Lo cierto es que Ronin sí sabía utilizar la espada, solo hacía falta pulir dicha habilidad, cosa que fue posible gracias a las prácticas y consejos de su abuelo. Aunque ese proceso requirió de meses, los resultados valieron la pena, pues el muchacho resultó victorioso en otro entrenamiento de su progenitor, pero el último rompió en cólera.
—No hay duda de que serás un excelente samurái —dijo el abuelo, celebrando aquel logro.
—Podrás haberme vencido, pero te garantizo que no será lo mismo cuando estés en un verdadero combate, mocoso —gruñó el padre de Ronin.
—Escúchame bien, este niño es mejor que tú por una simple razón.
—¿Y cuál es?
—El largo desarrollo de su disciplina logró aplastar tu arrogancia.
—Pues si tan listo es, entonces ya no me necesitan —concluyó el padre de Ronin, marchándose para nunca más volver.
Con el paso del tiempo, las cosas mejoraron. Llegada su adultez, Ronin se unió a las filas del ejército, y combatió en numerosas batallas, obteniendo un éxito que ayudó al hombre a demostrar que merecía portar la espada de sus ancestros, la katana Oka.
En ciertos periodos de paz, Ronin visitaba a sus familiares, quienes le hacían el mismo par de preguntas: ¿cuándo dejarás de pelear? ¿cuándo formarás tu propia familia? Esas cuestiones hacían que el hombre pensara en cómo sería su vida si tomaba esa decisión. Sin embargo, dichos días de alegría estaban por acabar.
Llegado el fin del verano, Ronin partió a su siguiente destino, donde tanto él como sus colegas debían investigar sobre el armamento que una sección enemiga había desarrollado, plan que no saldría bien. En el trayecto, Ronin y sus colegas sufrieron una emboscada de la que trataron de defenderse, pero algunos cayeron ante el extraño poder de las armas enemigas. A pesar de ello, Ronin desenvainó su espada plateada y acabó con algunos bandidos, evento visto por otros bandidos.
—Lo mejor será acabar con él ahora que está distraído.
—No. La fuerza y fiereza de ese hombre me indican que es el perfecto candidato para el experimento del amo.
—¿Estás segura?
—No tengo ninguna duda —respondió la líder del grupo— después de todo, el proyecto debe realizarse lo antes posible.
Tras tomar su decisión, los soldados le dispararon un tranquilizante a Ronin para llevárselo a su guarida. Una vez que el hombre despertó, se hizo una idea de lo que le esperaba, pues se encontraba atado en las entrañas de un enorme contenedor. El resto del lugar era nada menos que el lugar que Ronin debía localizar, pero su hallazgo tendría un costo muy alto.
—Hicieron muy bien en traerme a este prisionero, estoy convencido de que el proyecto Okami–Kujaku será un éxito con este sujeto de prueba.
—Pero, amo Cruauté, ¿qué haremos si falla?
—Que sea alimento para las bestias —concluyó el jefe de los bandidos—. Justo ahora se decidirá si cantamos victoria o derrota.
—¡Colegas, el experimento está por comenzar! —comunicó su asistente.
—Damas y caballeros, agradezco el servicio que han brindado a mi causa. Ha llegado el momento de mostrarles la razón por la que hemos elaborado toda clase de objetos capaces de brindarnos la victoria en la guerra.
—Estamos ante una majestuosa innovación: el proyecto Okami - Kujaku —añadió el asistente del anciano.
—¿Y en qué consiste? —preguntó una científica.
—En el pasado, mis ancestros creían que el Bestiazulli tenía propiedades que ofrecen la inalcanzable inmortalidad. Con este experimento, dicho mito ha de comprobarse o desmentirse.
El señor Cruaté activó la maquinaria formada por agujas que, al penetrar el cuerpo de Ronin, le insertaron ese cristal en estado líquido, provocándole un dolor tan fuerque incrementaba su frecuencia cardiaca. Tal reacción asustaba a algunos científicos, mientras otros quedaban impresionados ante semejante tortura.
Acabado el procedimiento, Ronin dejó de moverse. Algunos lo daban por muerto, pero el hombre abrió los ojos, mientras varios cristales emergían de sus brazos. Aunque Ronin seguía sintiendo dolor por eso, pudo controlar los cristales para salir de la cápsula, cosa que lo llevó a comenzar una masacre sin precedentes.
Con satisfacción, el señor Cruauté presenció el éxito de su experimento, a la vez que escuchaba las súplicas de sus colegas. Por su parte, Ronin se desplazó por los oscuros pasillos de la planta, arrojando cristales y eliminando todo lo que se moviera. Parecía que su conciencia había sido cauterizada, ya que tampoco era capaz de hablar, solo emitía gritos y gruñidos similares a los de un animal.