Ronnie: El consejo del ángel de la muerte

Capítulo 13

”Sabía que la tierra es el reino de la locura y que la única  libertad concedida al hombre es la de su infinita imaginación.”  

21 de octubre del 2018

Mas pasos se escucharon desde la sombras, tres tipos de pasos diferentes, entre ellos una mujer usando tacones.  Dos de hombre, una pisada más fuerte que el otro, retumbando en el silencio.

”Ya viene, es él” 

Me habló una voz profunda y antigua, de una sabia que siempre callaba a las demás voces, era la que me guiaba hacia una salida, el final del acertijo, y el jaque mate.

—¿Quién es él? —pregunte y ello hizo silencio, sin respuesta—. Vamos no te quedes callada, dime lo que sabes. 

Alguien en el exterior dio la orden de abrir la puerta que me mantenía cautiva en las cuatro paredes, y al mirar hacia la persona de frente me encontré de nuevo con esos ojos obscuros que me perseguían en mis sueños más profundos.

—Aléjate de mi...

Advertí pero más fue un suplico. Tenía miedo, mucho miedo de aquel que un día compartió cama conmigo y que al mismo tiempo me mintió en todo lo que sabía sobre él.

—Ronnie, un placer volvernos a ver.

Sonrió y esa sonrisa se agrandó cuando vio hacia mi brazo, donde seguía la promesa, una que no se puede borrar con nada en el mundo más que su propia magia.

—Sal, sal de aquí. —Grite y arroje las pocas cosas que tenía—¡Vete, vete de aquí!¡Largo maldito mentiroso!

Los tipos de blanco, los enfermeros me sujetaron poniéndome un sedante, dejándome dormida y llevándome a los sueños. Donde él no tenía límites, y tenia más poder, el cual era el motivo de mis desvelos. Su presencia allí era incontrolable. 

—Ronnie, respira...

Lo escuche y sentí como acariciaba mi cabello enredado. Sus manos me alcanzaban en los sueños, a pesar de que no quería verlo, no deseaba escuchar más mentiras.

—No te mentí. Trate de protegerte. 

—Deja de entrometerte en mis pensamiento, mis sueños y mi vida. 

—Hicimos un trato, mi pequeña y adorable Ronnie. 

Mire al brazo donde él tatuaje seguía impregnado en mi piel, a pesar de ser un sueño, y era tan real que pensé que quizás no estuviera durmiendo como pensaba antes sino en algún lugar remoto.

—Tú cuerpo duerme pero tú mente permanece abierta, muy fácil de entrar y salir a mi antojo. Eres débil, tanto que no parece que seas la última hada legendaria.

Charlie sonrió y me miro con sus ojos negros, procurando causar pavor sobre mi y en cambio recibió una mirada de odio.

—Eres el peor ser que existe, y un mentiroso.

Él no respondió. Al contrario, asintió y luego solo siguió acariciando mi cabello. Diciéndome en susurros que debía escapar y luchar, ser más fuerte o hundirme sin luchar.

Donde está Evans, sigue con vida, ¿cierto? 

Espere una respuesta por su parte a lo que él solo se mantuvo en completo silencio.  

21 de septiembre del 2018

1 mes antes...

—Debo hallar su cuerpo, seguro está cerca. 

Le dije a Evans en medio del bosque y él solo siguió caminando, diciendo que no había tiempo, que debíamos correr y huir hasta que me vuelva fuerte para enfrentar a el ángel de la muerte. 

—Mi madre murió por mi culpa, ¡debo hallarla, por lo menos! —respondí exasperada, y él tomó mis hombros mientras me dijo.

—Ya es tarde para ella, esta muerta. Para ti aún no es tarde, puedes salvarte. 

¿Puedo salvarme o puedo correr a esconderme? En realidad, esa no era la opción que deseaba elegir, pero para él no tenía más opciones. 

Excepto la muerte, la cual no me permitiría de ningún modo. Y además, de esa las otras era opciones suicidas. 

Asi que tome el camino del plan C, que era hacer lo que yo deseaba sin él apoyándome como mi ángel protector...  

—Volveré pronto, espera solo un momento...

Fue mis ultimas palabras hacia él, mi querido amigo y hermano, mientras recorría el bosque en tinieblas al acecho de seres que no pensaban que exigían. Sin embargo, en el fondo lo sabía ya que siempre sentí algo diferente en mi más allá de lo normal. 

Era mi otra parte la que me llamaba, sus susurros y sus cantos que en mi cabeza estallaban diciendo que estaba cerca, y allí estaba entre el acantilado y el barranco una caída al abismo y no volvería a ver la luz  del sol ni los rayos brillantes en el mes de abril iluminando mi cara como si fuera un bello girasol. 

Allí yacía el cuerpo de mi madre, a pesar del tiempo no se había dañado pero ya no tenía ojos sino solo esferas vacíos, sus rasgos ya no tenían vida y su piel estaba tan fría que parecía que el invierno la congelo en el tiempo, pero lo que me sorprendió fue que en su cuello colgaba una llave que se mantenía cálida, una que tenía el símbolo del infinito y llevaba mi nombre al tocarla, supe en ese momento que era la llave de mi destino.

Agarre la llave y sin más el cuerpo de mi madre se volvió polvo, cenizas somos y eso nos convertimos a morir. La llave la protegía de que despareciera por completo solo era un recuerdo y su cuerpo nunca iba a ser hallado porque solo quedaban cenizas. Sin más solo corrí...

Corrí hacia donde estaba Evans pero nunca mas allá a esos ojos grises merodeando por la obscuridad ni a las tinieblas persiguiendo mi rastro. Solo halle a alguien que no era discreto en ocultar sus sonrisas y coqueteos.

Pasaron los días y ya no veía nada ni escuchaba, no estaban las voces tampoco Lukas ni el ángel de la muerte, y en la ausencia de ellos solo se me ocurrió una grandiosa idea. 

—¡Toby maldición deja de ser cobarde y da la cara! ¡Sal maldito cobarde! —despotriqué en su casa, y luego me gane un salida del porche de su casa por los guardias de seguridad. —¡Ey, yo vivo cerca! Soy su vecina y necesito hablar con él. 




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