Ronnie: El consejo del ángel de la muerte

Capítulo 17

23 de Octubre del 2018

Aquel bosque era un refugio muy bonito pero también no debía quedarse allí mucho tiempo. Tenía que volver al instituto porque en aquel lugar estaba lo que necesitaba, él psicólogo Dylan, quien le había narrado la historia, él sabía algo más que nadie le había contado. 

Así que sin duda algún tenía que volver a ese lugar aunque también sabía quién estaría allí, acechando a través de un cuerpo humano, él ángel de la muerte. 

Lukas era quien había sido poseído por ese ser aunque también no le permitía dañar a menos que se delatase ante todo el mundo, un punto que tenía a su favor.

—¿Quién es tan tonta como para esconderse en el bosque?

La voz salió de la nada. Ese voz melodiosa como la de un piano, la del joven en la iglesia.

—Un placer vernos de nuevo supongo que nunca me presente formalmente mi nombre es Will y soy el pianista de la iglesia... sin mencionar que también soy quien te ha estado buscando mucho tiempo. 

En ese momento él me contó una parte de su historia, donde estábamos en la fiesta, y él me prestó su coche el cual nunca le devolví y que desde entonces trato de hallarme. No obstante, él mentía sobre algo o ocultaba algo más. 

—¿Qué te trae a este lugar? —Cuestione.

—Lo mismo que a todos es simplemente hermoso el amanecer en el bosque. Te aconsejo que no te quedes mucho tiempo aquí o llegarás tarde al instituto. 

—¿Vas en el mismo que asisto yo?

No respondió enseguida y miró su reloj— Si, supongo—. Se encogió de hombros y luego me ayudó a bajar del árbol. Rodeó mi cintura con sus manos y me bajo hasta el suelo, al ver mis pies descalzos se ofreció a llevarme en su espalda. Me negué y él insistió en por lo menos que lleve sus medias. 

Camine en medias hasta la salida del bosque con Will que no paraba de hablar sobre cuán enfadada estaba su hermana por el auto, quien había tomado el auto era él pero la  dueño era su hermana. 

—Por cierto deberías cambiar de ropa, parece que acabas de escapar de un manicomio —miro mi ropa blanca y luego sonrió de lado—. Además Elizabeth necesito hacerte unas preguntas. 

“No te acerques a él”

Escuche a esa voz profunda, advirtiendo y también diciéndome todo lo contrario a lo que haría.

—Dispara.

Hable sin tapujos. Y él también pareció ser sincero cuando mencionó—: Tú sabes quién eres, ya lo sabes.

Su sonrisa se engancho mientras lo decía, estaba emocionado y al mismo tiempo algo cambio en su rostro. Si, cambio sus fracciones al ver mi brazo, se fijo en el tatuaje que permanecía allí como un recordatorio.

—Sabes más de lo que pensaba, al parecer...

—¿Quién eres? —pronuncie con premura mientras vigilaba hacia todos lados, el bosque era tan silencioso, solo nosotros entre susurros develando el secreto oculto.

—Soy como tú. 

Sin más él se marchó pero no con sus pies sino convertido en algo más, un lobo, se había vuelvo un lobo gigante gris. 

«Soy un híbrido, un lobo y humano. Tú una hada y humana, una extrañeza en el mundo porque todos tenían prohibido cruzar esa línea. No mezclarse, ni siquiera ser amigos de ellos aunque nosotros somos muestra de que las normas son hechas para romperse.»

  Habló pero en mi mente podía escuchar su voz como las teclas musicales del piano. Era él quien me guió a la música esa vez, su melodía me atraía como un imán, era el la pieza de ajedrez misteriosa, él era el caballo.

—Necesito tu ayuda —confesé antes de que ya no hubiera sombra de donde estaba antes. 

Se perdió entre los árboles y al llegar a la casa cerca del lago, me encontré con quién pensé que no volvería a ver en un largo tiempo.

Se acercó a mi a paso lento, cauteloso pero decidido, estaba tan cerca que asustaba, me daba pavor su sola presencia junto a mi. Necesitaba que este lejos tanto que se me olvidaran sus besos, caricias y sus labios.

Sentí como me observaba, atento con muchas ganas de abrazarme, y sus ojos eran los que me daban ganas de salir huyendo. Él tenía la misma marca en su brazo y al tocar su piel con la mía, brilló por un instante, y sentí una corriente correr por todo mi cuerpo.

—Ronnie.

No tardo ni un segundo en llegar hasta mi y abrazarme, entre sus brazos sosteniéndome fuerte para que no salga huyendo, pero al mismo tiempo sentí que tenía miedo de que lo haga. Al igual que yo tenía miedo al ángel de la muerte y debería tener miedo de este ser frente a mi pero solo sentí paz, confort y tranquilidad.

—Te... me alegra ver que estes bien —Sus palabras fueron secas pero su mirada preocupada decía otra cosa. 

—Charlie creo que me debes una explicación —mire hacia el tatuaje y me aleje de él, sentía frío al salir de sus brazos—. Y también necesito que la borres. 

—No se puede. 

Respondió sin pensarlo y se recostó en la pared mientras sentí como algo intentaba llegar a mi cabeza, alguien trataba de entrar en mi mente. 

«Fuera, sal, déjame en paz»

Replique al sentir que no era la misma manera en qué se apoderaba de mis sueños sino era una feroz, salvaje tratando de sacar información de mi.

—¿Qué sucede contigo? —articule enfadada y él no se inmutó y siguió intentando entrar y llegar a mi mente, me cansé de tanto luchar contra él. Y cedí, pero fue un error porque los recuerdos que él me dejó ver eran de nosotros esa noche en el bosque, sin nada más que nuestros cuerpos fundiéndose junto al otro.

—Para, detente no quiero recordarlo, Charlie.

—¿Fue un error para ti estar conmigo? —preguntó con  sonrisa socarrona en su rostro—. Ese día no parecías pensar lo mismo, Ronnie.

Un error, si fue un error estar con un demonio.

—Absolutamente, fue algo que nunca debió suceder y menos porque me mentiste. Nunca me dijiste quién eras o quien soy...

—Tú nunca preguntaste —se encogió de hombros y luego me paso un vestido junto con una máscara, y me sonrió mientras me lo entregaba—. Creo hoy te disfrazarás de un ángel, Ronnie. Hoy se celebrará Halloween y la fiesta será en la casa de Bella.




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