Era un mundo distinto, uno diferente y único, era real este lugar donde todos parecían brujas, magos, fantasmas, vampiros, ángeles, y también donde no sabían que existían en realidad.
Camuflados pero presente mezclándose entre lo que se llama gente normal, no obstante, no somos para nada normales sino que somos cada uno una rareza.
El demonio junto a mí era prueba viviente que la maldad existe y también lo bueno, pero él no traía un disfraz sino que solo se vistió de su ropa habitual negro y se puso unos cachos, mientras que yo estaba de un ángel.
Vestido blanco y unas alas falsas que eran como el más suave algodón que existía. No contaba con que Bella —mi amiga— se vistiera de bruja con un gorro y en conjunto con Toby que usaba su típico traje extravagante de un brujo con una mirada tristona y sin su encantadora sonrisa de gato. Sus ojos delataban un brillo especial al ver a Bella, y ella sonrió al verme llegar pero se convirtió en un mohín al ver quien estaba detrás de mi.
—¿Quién es él? ¿Sabes algo de Evans? —preguntó, me causó una punzada en el corazón oír su nombre. Negué y ella volvió a cuestionar. —¿Y cómo lograste salir de ese lugar?
—Larga historia —respondió alguien a mi lado sin molestarse en darme privacidad. Me aleje de él diciéndole con la mirada no te metas en mis asuntos privados.
”Es lo que más me gusta hacer” respondió en mi mente.
Bella y yo hablamos pero sin decir detalles más que no sabía nada de el paradero de Evan, que Charlie era un amigo que me ayudó a salir de ese lugar y que si sabía sobre dónde estaba el psicólogo Dylan Lee.
—Desaparecido desde que te fuiste de la nada. Nadie sabe nada de él ni de Dylan, son como espumas que nadie más vio y solo explotan espontáneamente.
Me senté y bebí un cóctel de menta, mientras Bella bailó y bailó sin parar con chico tras chico. No obstante, siempre alguien la observaba y era mi vecino Toby. Atento a cada uno de sus pasos, palabras y risas con todos los chicos. Por extraño que sonara creo que él estaba por primera vez interesado en alguien.
Pensaba eso hasta que al segundo en que voltee a verlo lo vi besándose con una castaña de ojos verdes como esmeraldas, mientras la conducía hacia arriba a unas de las habitaciones.
—Creo que es hora para hacer lo que vinimos, Ronnie.
Charlie me guió hacia una zona menos concurrida de gente y allí lejos de todo el bullicio me mostró lo que deseaba tanto: respuestas.
Lukas estaba allí hablando solo como antes y estaba enfadado y rabia, mientras gritaba de dolor a lo lejos alguien... una voz que conocía muy bien.
Evans
Corrí hacia él pero no lo logré alcanzar porque frente a mi estaba Lukas en persona, frente a frente, y luego su cuerpo se separó de lo que en realidad anhelaba destruirme, el parca, sus ojos grises y su sombrero negro me decían que ya no había mas escapatoria pero Charlie gritó en mi cabeza «lucha».
El cuerpo de Lukas cayó al suelo y al separarse del parca, este intento entrar en mi cabeza. No se cómo pero logre mantenerlo al margen, sin dejarlo entrar ni tampoco con suficiente fuerza para seguir así.
Sin embargo, era lo máximo que podía lograr y él lo sabía. A mi lado apareció Charlie conmigo intento entrar la cabeza del ángel de la muerte.
Con una voz profunda hablo diciendo “tú hora ha llegado, hada sangre escarlata“. Pero no contó que logramos entrar en su mente.
En este había muchos recuerdos llevándose almas entre ellas la de mi madre, no dejó de luchar hasta su último suspiro. Después llegó un recuerdo que era muy difícil de entender...
Había una joven muchacha de cabello escarlata con anaranjado, estaba muriendo en la fría nieva, mientras rogaba pidiendo más tiempo.
Anhelaba con todo su ser más tiempo, su hora había llegado pero no deseaba dejar de respirar sin luchar. El lugar no era ninguno que conociera, era hermoso y había demasiadas luces, era navidad cuando ella decía con pavor.
—No me dejes morir, no todavía, no hoy. —Mientras se aferraba a algo que llevaba en sus manos, una funda con medicinas—. Ten piedad, no dejes que muera o sino también morirá...
El parca le concedió por primera vez a alguien una oportunidad, una para luchar y vivir, debido a que ella luchaba con uña y dientes para no morir, quería vivir con tanta fuerza que no sabía que hacer. Nunca había visto a alguien que deseara tanto vivir, él cuestionaba la vida y que se sentía morir, cual era el sentimiento porque no tenía ni una pizca de sentimiento como aquella mujer hada. Por ello, la dejó vivir, le concedió eso por darle una pequeñita esperanza de que la vida es lo máximo.
El un ser que no poseía sentimiento alguno, ni siquiera sabia que era el amor de una madre, el primer amor, ni nada de las cosas que sentían los demás.
¿Qué era lo que le da tanta fuerza de luchar?
Él la siguió hasta donde ella llevaba la funda de medicamentos hacia la aldea de los humanos. Un mortal y un hada juntos, no era lo común, una rareza, algo que era prohibido totalmente. Destinada a morir de una manera u otra, si la hallaban su sufrimiento sería peor.
Debía advertir a los angeles de tal acto prohibido, pues si no lo hacía tendría consecuencias no seguir las normas establecidas. Pero como explicaría como lo descubrió, no sabía y tampoco quería delatarla.
La siguió, la protegió día tras día para que nadie se enterara de que ella iba casi todos los días a la aldea de los humanos sin importarle el riesgo, y entre más tiempo pasaba. Más se convencía el parca que era lo correcto dejar que viva, merecía vivir ella lo deseaba no como otros, pero él llegó a sentir algo por ella desde el momento en que la vio.
Esperanza
Esa esperanza hizo que tiempo después por causa de su error al dejarla vivir, ella cometiera un pecado imperdonable: robo a los ángeles su cáliz para dar vida.
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Editado: 22.10.2021