Ronnie: El consejo del ángel de la muerte

El consejo del ángel de la muerte

“A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en el mismo ataúd.”

(Alphonse de Lamartine)

 

Las voces antiguas que Ronnie escuchaba permanecieron en silencio.

 

El viento retumbaba contra las ventanas, mientras la nieve caía cuando una joven de melena anaranjada caminaba apresurada hacia la cabaña.

Ronnie lo admiraba todo, pero no estaba realmente en ese lugar.

El viento gélido, la melena larga, las alas a sus espaldas...

Se percato que ese mundo ere el de las hadas...

¿Dónde estaba?

 

— Lo sabes, solo no quieres admitirlo, siempre lo has sabido...

Escucho la voz antigua en su cabeza, y miró a su alrededor dándose cuenta que seguía en ese lugar que era hermoso, sus árboles verdes, el sonido de la cascada a lo lejos mezclándose con las copos de nieve.

El frio que helaba su cuerpo y a la vez le transmitía un sentimiento de nostalgia.

 

—El mundo antes de empezar la maldición...

Ronnie vio todo a través de sus ojos como si estuviera allí, pero ella aún no existía en ese tiempo.

— Elizabeth, han encontrado a un ángel de la muerte herido en el bosque —advirtió una voz lejana mientras corrían en busca del parca—. Ellos lo saben, descubrieron el secreto...

Ronnie sintió una ráfaga de viento arrasar con todo al ver el rostro del Parca. Su corazón lo reconoció antes de poder decir su nombre, y sus emociones se descontrolaron al verlo herido.

—¿Qué te sucedió? —indago angustiada al verlo en ese estado.

— Los ángeles no tomaron una buena decisión, permitiéndome vivir solo para verte una vez más... —respondió con dificultad, y tosió sangre tomando su mano dándole un papel—. Me alegra que ustedes estén bien, y también que la pequeña este sana... 

Señalo a la pequeña panza creciendo dentro del hada. Un error y a la vez el pecado prohibido, un humano y un hada, concibiendo gracias a la sangre de ángeles y demonios. El destierro era lo peor para el ángel de la muerte, pero no era su única condena. Eso era lo que la hada no sabia, y además los sentimientos que guardaba el ángel de la muerte por la hada que había salvado cuando todo le parecía aburrido. Demasiado rutinario, una vida eterna sin sentido. Sin embargo, enamorarse era un pecado...

Su condena y su salvación era ella...

Su amor.

—Lo siento, hada —argumento con lágrimas en los ojos. Su respiración era dificultosa asi que sostuvo la mano del humano y le tendió una daga oculta ante la mirada de preocupación del hada—. Pero es lo mejor si yo te mató, solo así...

No termino su frase... cuando sintió un dolor en su pierna. Apuñalado por el humano que nervioso solto la daga, pero ya era demasiado tarde cuando el ángel de la muerte hizo su movimiento...

Sostuvo la daga entre sus manos sin poder mover sus dedos, sin atreverse a matar a su único amor, pero tampoco podía dejarla escapar...

— El pecado de los ángeles... —respiró con desesperación. Miró al hada con ojos azules que no deseaba morir, vivía con intensidad cada momento, y quería más tiempo aún. Era egoísta desear el amor de un humano, y el ángel de la muerte confesó entre sollozos—. Mi pecado es amar. 

—David 

Evans, ¿Qué hace Evans aquí? 

— Huye, Eli —aconsejo en ángel de la muerte soltando la daga ensangrentada, y a lo lejos vio como se acercaban los ángeles con sus alas elegantes y flechas dispuestos a matar a la hada y al humano para que lo que estaba creciendo dentro de la hada no se convirtiera en su peor pesadilla.

Un ser que tiene la sangre de los ángeles y los demonios, una aberración a la especie, un pecado.

— Te mataran y al humano. Así que escucha mi consejo y ve a las cuevas profundas. Cerca de las puertas al infierno, solo en ese lugar es más seguro en este momento...

Mi último consejo como ángel de la muerte para ti.

Pensaba David, aunque no sabía que al no cumplir con su promesa y ser leal a los ángeles. Seria condenado a perseguir a todo el linaje de Hada Escarlata hasta extinguirla, una vida eterna de muerte y destrucción donde su corazón olvidaría que una vez se enamoró de un hada que fue capaz de romper la regla prohibida.

Salvar la vida de alguien destinada a morir ese día por amor.

—No es Evans, sino el primer ángel de la muerte que con el pasar del tiempo tomaba el cuerpo y rostro diferente. Pero ese es su verdadero rostro... —respondió la voz antigua que se mantenía dentro de su conciencia, aunque aún no despertaba—. Él es el ángel de la muerte, su primer nombre y rostro. 

La hada abandono al ángel de la muerte corriendo junto al humano que tomados de las manos fueron hacia las cuevas. 

En la profundidad de las tinieblas la hada y el humano se refugiaron en esa nevada donde daban por hecho que la parca habría encontrado paz. Su ansiada libertad, su muerte.

No obstante, mientras ellos pasaron refugiados meses afuera era una masacre de las hadas de su linaje y los humanos estaban muriendo por pestes, enfermedades y de hambre.




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