Rosa Carmesí

Desconfianza

Capítulo 10 Desconfianza

Al abrir los ojos me encontraba en mi cama, sentí dolor en la muñeca, al ver la tenía una venda la cual estaba sucia con sangre.

Me levanté hecha una furia en dirección a la cocina, me estaba volviendo loca, pero el intenso dolor y la herida que aún sangraba me decía que no había sido una alucinación,

Pero no veía su estúpida belleza por ningún lado

—¿Dónde mierda se fue? —me serví una taza de café y escuché una voz susurrar mi nombre, ¿qué fue eso?

—¿No crees, que deberías dejar de tomar tanto café?

—Tú cállate, espera que ¿¡donde mierda te habías metido!?

—¿Y yo porque tengo que decir? —tome su mentón y mire su rostro —¿Qué haces?

—¿Por qué de nuevo eres feo?— era una obvia mentira, pero su ración me daba risa

—¡Puedes dejar de decir eso!

—no pasa nada, está bien— tomé la taza de café entre mi mano, la herida dolía más que antes y la sangre salí, la sentía y la venda se empapó de esta misma

—¿Qué pasa?— pregunto confundido

Lo miré más confundida que él ¿Acaso no se daba cuenta? ¿O es que era muy idiota? Su expresión me decía que no sabía nada, era como si no lo recordara, ¿y si no lo recordaba?

La cabeza se daba vueltas y sentí que me caería al suelo, apoye la mano en la encimera en un intento de sujetarme, pero el dolor hizo que se resbalara

en un parpadeo estaba junto a su pecho y me sujetaba con sus brazos para que no me estampara contra el suelo

—Gracias— dije de malagana mientras me arrastraba hacia el sofá donde luego me dejo. Me sostuve la cabeza por el insoportable dolor, tenía fiebre y la muñeca me palpitaba— siento que me voy a desmayar— musite

Él sonrió y me empujo hasta hacer que me acostara, estaba tan débil que no me negué pero sentí miedo

Recordé sus ojos fijos en mí y el dolor infernal que sentí en la muñeca, sus colmillos penetrando la piel haciéndola parecer muy suave y frágil

Sentí un escalofrío y luego lo fulmine con la mirada, quería gritarle, pero mi cuerpo no me lo permitía, abrí la boca para intentar hablar, pero lo único que salió de ella fue un aullido de dolor

La muñeca empezó a arder de nuevo después de darme una falsa esperanza de que ya no dolía, los ojos de Carl se centraron en mí un largo tiempo mientras yo trataba de ignorar el dolor insoportable

Mis ojos se detuvieron en los suyos con dolor y él pareció comprender todo lo que pasaba con solo enfocar mis ojos

En un parpadeo estaba ami lado con mi mano entre las suyas, examino la muñeca la cual sangraba

Su cuerpo, sus movimientos, su expresión, todo me decía que estaba haciendo un gran esfuerzo. Mi cuerpo se estremeció cuando sus dedos recogieron la herida

¿Y si perdía el control?

Me volví a estremecer, pero esta vez no fue por el dolor, me atemorizaba tener que pasar por lo mismo

—Tranquila— susurro a mi lado buscando una forma de calmarme, medí cuenta que temblaba por una mezcla de miedo y dolor

¿Sería capaz de volver a confiar en él? Ni siquiera sabia si alguna vez confíe en él

Él presiona la hería con la venda para que dejara de sangrar lo cual parecía funcionar

mi corazón se calmaba poco a poco relajándome porque el dolor dejaba de ser persistente, mi respiración se volvió normal

—Supongo que ya lo sabes— dije débilmente —tus neuronas ya conectan

Mi voz era brusca y habla de la forma más agresiva posible, pero él la ignoró sentándose a mi lado de forma protectora

Pero como protege el lobo a Caperucita de él mismo

No me negué cuando me atrajo a él para que me recostara en su pecho, todo silencioso, él pasaba su mano por mi cabello de forma suave

Antes de que pudiera darme cuenta me desperté asustada y casi sin aliento, Mire ami al rededor estaba en mi habitación

El reloj marca las 12 del día. Me levanté casi corriendo hasta el otro extremo de la habitación, tome mi uniforme y me lo puse casi a las malas forzándolo

—Está bien, todo está bien— miré la herida ahora cubierta por una venda, nuevamente, no me sorprendió y tampoco dolía, así que la ignore

Mire mi cara en el espejo, tenía una expresión extraña que ni yo logre conocer

Corrí todo en camino hasta el café pensando en todo lo que había pasado, mire el pequeño lugar el cual por primera vez me estaba dando algo de paz, arroje la puerta hasta el otro extremo

la linda Paula me esperaba con una sonrisa en el mostrador, no me detuve, solo la salude de forma rápida y entre en el vestíbulo, me puse cada unas de las cosas y una mano se deslizó por mi hombro

—¿Cómo te encuentras?— pregunto su voz calmada y suave

—bien— dije suavemente mientras me disponía a salir, pero mi rostro se chocó contra él, sus brazos me rodearon casi dudosos de cada movimiento que hacían

pero yo no me retire como pensé que aria, pero mi cuerpo me pedía quedarme quieta y cerrar la boca para no perder lo que sentía

Cerré los ojos y me dejé ir

Qué cruel era

La curiosidad no mató el gato

El gato se mató al saber la verdad

¿Pero cuál era mi verdad?




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