Rosa y Espinas

3°PARTE

Otro día más, los rayos de sol se colan por entre las ventanas anunciando que ya es de mañana y tengo que ir a trabajar.

Mi madre sigue dormida, por lo que enciendo la cafetera para hacer el café, conecto la tostadora para dejar listo el desayuno y asi ella no tenga que levantarse para hacerlo.

Enciendo la radio, y me pongo a bailar, amo moverme al son de la música, mi cuerpo obtiene esa dosis de energía que activa, para un día mas de trabajo.

Me en fundó con el pantalón rasgado por tanto uso, con una blusa corta sin mangas y los mismos zapatos de siempre, tengo que ser sincera, no tengo dinero para darme ese lujo de estar comprando prendas para vestir, así que siempre visto con lo mismo.

Al subir al trasporte publico, me toca irme de pie, uno que otro individuo se quiere pasar de listo a lo que al tocarme, les pincho una nalga con una aguja de cocer que me había dado mi madre para esas ocasiones, ellos brinca por el pinchazo y se van.

Al llegar a la casa de los Villanueva casi de inmediato me pongo a realizar mis obligaciones, al final de la tarde me encuentro cansada, me duelen los pies por usar unos zapatos de una talla más pequeña, pero era algo que tengo que usar.

— Rosa — sisea Samantha agarrándome del brazo, clavándome sus uñas. "Oh, Dios" ¿Qué hice para molestarla? La mujer casi me arrastra hasta su habitación, lejos de las demás empleados, en cuanto la puerta se cierra comienza a hablar sobre ir a una fiesta, y un sin fin de ideas locas que se le pasa por si cabeza, si es que.tiene cabeza.

Yo solo se decir sí a todo lo que dice, No sé cómo dejarla e ir a terminar mis obligaciones antes de que reciba un regaño, no tengo el valor de enfrentarla, solo bajo la cabeza, y sigo escuchando sobre los planes.

—  Bueno, al memos encargate de que los vean en una situación comprometida con Sebastián Duarte. Ya que dudo que alguien como tú le gustes — habla tranquilamente y al escuchar su nombre algo se encendio dentro de mi, de pronto comencé a entender a dónde quería llegar con todo esto, provocándo que le ponga mas atención a lo que esta diciéndo.

— Te advierto que no te puedes hacer notar, solo serás mi acompañante y nada mas.

— Y que responderé cuando me cuestionen mi presencia ahí... — pregunté con una sonrisa en mi rostro sl pensar que lo volvería a ver.

— De eso me encargo yo — gruñó con algo de enojo al notar mis dudas al respecto.

— Lo siento, señorita — me disculpo, sin alzar la mirada.

— Ahora ¡Largo de aquí! — grita, dándome la espalda.

— Sí, señorita — respondo en un hilo de voz, No quiero enfurecerla más, así que me giro para salir subo al segundo nivel y empezo mi tarea, tengo varios baños que limpiar y no quiero recibir un regaño por parte de Lorena, por no estar donde debería estar o peor aún que de mala gana me obligue a limpiar la casa yo sola.

Por la tarde ya había limpiado todas las baldosas del baño con un cepillo, y de rodillas, sé que mañana amanecerán resecas y lastimadas pero que mas da, este es mi trabajo.

Puedo escuchar la música en el primer nivel y las risas de la familia Villanueva de cómo se divierten. Son ricos, gente que no debe preocuparse por limpiar un baño, o trabajar para poder comer, todo lo tienen en manos llenas. Estoy cansada y fatigada cuando termino, huelo a heces, mi pelo es un desastre pegajoso, pero estoy demasiado cansada, para reclamar.

Al mirar el reloj de la pared que marca las seis de la tarde, anunciadome que es hora de partir, recojo mis pertenencias y me dirijo a la puerta, pero antes de salir me llama Samantha, deteniendo mi pasó.

— Mañana es la fiesta y necesito que te vengas con la mejor ropa que tengas — dijo sin mas, y por un segundo solo me pude ver con un vestido viejo floriado que use para mi fiesta de quinve años y las sandalias rotas que uso para ir a misa los domingos, junto con un collarín de fantasía que me había regalado mi madre años atrás para navidad.

"¡¿Como puede esta mujer pretender que tenga la ropa adecuada para una actividad de estas?! " con solo pensar en su estúpida idea me hizo enojar, quise gritarle que no era millonaria y que si trabajaba aqui no era por gusto sino por necesidad. Claro ella simplemente es una niña rica que cree que todos contamos con los recursos para gastar a manos llenas, pero no, yo simplemente no puedo, y si quiera no podría pues no tenga dinero para hacerlo.

— Señorita Samantha — susurre con la cabeza baja — yo no cuento con un vestido elegante para la ocasión y no tengo el dinero para comprarlo.

— Claro se me olvidaba — dijo con algo de desprecio, me miró a de arriba a bajo y con cara de disgusto dijo — esta bien, mañana iremos de compras — concluyó, dándome la espalda para caminar hacia el interior de la casa.

Con forme daba pasos para llegar al autobus solo podía imaginar a Sebastián Duarte con traje elegante, con su pelo negro bien peinado y esa sonrisa arrebatados que me vuelve loca

¿Qué pensara al verme? ¿Será que me reconocerá? Claro, que lo hará si apenas hace unos días que nos vimos en aquel fatídico accidente y del cual él me llevo en sus regazos.

Muerdo mi labio inferior al pensar en que lo volvería a ver, subí al bus sin mirar a mi alrededor, aún no podía creer todo lo lo que va a pasar el día de mañana.

— Señorita, no has pagado tu pasaje — vocifera el chofer haciendo que vuelva a mi realidad.

— Claro — conteste, sacando las monedas de mi bolsa de mano y se las entrego con una sonrisa

— En solo ver, tuviste un buen día - dijo mirando mi rostro

— creo que si — respondí con la misma sonrisa en mi rostro.

El chófer cierra la puerta de un fuerte golpe, dandome apenas tiempo en buscar un lugar cercano donde sentarme.



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En el texto hay: humor, mentiras, romance

Editado: 18.09.2022

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