Rosa y Espinas

8° PARTE

Caminamos despacio por los jardines y un poco más allá, hacia la parte trasera de la propiedad.

Estoy nerviosa, un paseo con un "príncipe" a la luz de la luna fue algo que ni de niña me atreví a imaginar.

Una y otra vez lo miro de reojo,no puedo dejar de admirar esa sonrisa sincera de días atrás.

Un establo llama mi atención, Sebastián se da cuenta y me invita a entrar.

Este lugar tiene más lujos que mi casa — pienso sin dejar de ver los caballos de raza tan bien cuidados.

— ¿Te gustan?

—Sí —contesto tocando la trompa de uno

—Ese es relámpago y es mi caballo favorito

—Es bello —susurro admirando al caballo negro con una mancha blanca en forma de rayo en la parte frontal de su cabeza

Seguimos caminando contemplando cada uno de esos espécimenes para finalmente encontrarnos en una corrediza vacía.

Sin pensar corrí hasta un montón de pacas de heno, imaginado ser una cama me lancé y al caer mi cuerpo se comienza a sumergir entre la paja. Me dejo llevar por la suavidad de la misma, mientras las delgados tallos secos del trigo suben esparciéndose por todo el lugar.

—Ven, acompañarme —le digo tocando a mi alrededor.

Con una sonrisa maliciosa se lanza quedando a unos escaso centímetros de mi, y al caer toma un puño de paja y la tira a mi cara como si fuera puños de agua a lo que yo solo puedo voltear el rostro y ver hacia otro lado, ambos nos reímos como tontos, al ver el desorden que estamos provocando en cuestión de minutos.

Como acto seguido él se acercó quedando a unos centímetros de mi rostro, cierra los ojos y entre abre  abre la boca, tocando con suavidad mis labios, los cuales mueve de un lado a otro. Al principio me quedé quita por lo que estaba pasando, para después de unos segundos hacer lo mismo. De la nada su lengua pasa despacio por entre mis dientes y más adentro de mi boca.

Cuando al fin siento que estoy manejando todo, una de sus mano baja por mi espalda, y la otra sin pena toca mi pecho, los besos bajan hasta mi cuello y de pronto no se que hacer. Abro los ojos despacio con susto al ver que he despertado a una fiera deseosa de mí.

De reojo intentos mirar a mi alrededor en busca de Samantha, pero ella no está aqui, "esto esta mal" por más que lo intenté no esta saliendo conforme a nuestro plan y esto me asusta.

— ¿Qué pasa? —pregunta al ver mi cara desconcertada.

—Nada —contesté — solo que esta haciendo calor -— dije abanicándome con la mano

—Verdad que si —responde con picardía poniéndose de pie y quitándose la camisa.

¿Está comprometido y se quiere acostar conmigo?

¿Piensa que soy así de fácil?

Me pongo roja, aunque no sé si de la rabia o de la vergüenzas.

Aunque Samanta fue clara, con sus insinuaciones, yo no tengo porque ceder así, además de que ella no sabe que estamos aquí y no podría interrumpir...

¿Perderé mi virginidad con un desvergonzado como él?

¡Claro que no!."

De nuevo me le acercó y esta vez soy yo quien lo besa y él acepta, mis manos bajan hasta su cinturón quitándole la faja. Él se apresura a quitarse lo demás.

La rapidez con que se quita todo me asusta, lo miro y a los ojos viendo en él deseo, lujurioso pasión

"este hombre es un descarado en definitiva solo quiere un revolcón.

Los besos continúan mientras sus manos tocan mi espalda hasta llegar a mis glúteos, del susto pego un brinco a lo que él me vuelve a ver con satisfacción creyendo que lo está haciendo bien.

Cuando se quita los calzoncillos me empiezo a preocupar de verdad, esto está yendo demasiado lejos

—Espera, espera, espera — pronunció con la respiración acelerada apartándolo un poco de mi

—¿Qué pasa? — pregunta e intenta volverme a besar —pensé que tú y yo estábamos en el mismo canal... es mi despedida de soltero, y no sé quien te envió pero me Encantas toda tú...

— Espera, ¿qué? — pregunto ida, es un idiota mayor.

Él me mira contrariando

— Desde que entrársete no me quitaste los ojos de encima... ¿Viniste a mi fiesta y no sabías que era mi despedida de soltero?

Mierda, esto va de mal en peor.

— ¡¿ Acaso piensas que soy una prostituta?!

Él abre los ojos al ver mi cara ofendida, aunque mi consciencia me grita que soy una sínica porque después de todo si me enviaron a por él.

— No... No... —gaguea— lo siento yo...

— Está bien —lo corto, tengo una idea terminaré con él y con Samanta de una vez.

—¿De veras está bien? — pregunta incrédulo y toca mi brazo al acercarse —¿Qué vas a hacer?

Lo veo en sus ojos y me lo dice su cuerpo: él aun se quiere acostar conmigo...

Lo beso en respuesta mientras el corazón me va a millón.

— Solo date la vuelta un momento, por favor... — le pido bajando el rostro — soy un poco tímida y... esta sería mi primera vez...

Sus ojos se abren y me mira con mayor lujuria, pero no pone peros y se da la vuelta aunque es fácil ver la ansiedad en él.


Me muerdo los cachetes para no reír mientras  tomo sus prendas.

—¿Me puedo dar la vuelta?

— No yo te aviso — respondo caminando hacia atrás para alejarme del lugar.

—¿Estas lista?

—Aún no — grito para que me escuche

— Rosa ¿dónde estás?— escucho que grita mientras corro hacia la casa en busca de Samantha para salir del lugar.

No la encuentro y nerviosa comienzo a correr de aquí para allá.

Apenas me doy cuenta que si tener una deuda con Samanta es mala, puede ser peor tener de enemigo a Sebastian.

"Dios ayúdame" nadie me tiene metiéndome en este lío.

Al llegar al frente de la casa veo un taxi estacionado, a la espera de alguien de adentro, sin pensar subo.

— Señorita, taxi ocupado

— No me importa, sácame de este lugar — susurro con lágrimas en los ojos por el susto. A lo que el arranca el carro, dejando todo atrás

" Samantha me matara cuando se entere de todo, pero que más podía hacer"



#976 en Novela romántica
#371 en Otros
#133 en Humor

En el texto hay: humor, mentiras, romance

Editado: 18.09.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.