Rosa y Espinas

10° PARTE

Salgo de la oficina y me monto a mi auto hecho una furia,  enciendo la radio junto con la calefacción, me molesta un poco el ruido de la calle, por lo que subo el vidrio, para seguir mi camino hacia la casa de Samantha quien tiene mucho que explicar. 

Pero al pasar por la parada de buses una mujer de cuerpo bonito y cabello rubio llamó mi atención, baje la velocidad y la mire con detenimiento. 

Pará mi sorpresa se parece mucho a Rosa Muñoz, ella camina sin percatarse que la estoy siguiendo, con la diferencia que está mujer tiene lentes, y trae puesto una ropa arrugada y rota por tanto uso, intente acercarme más para asegurarme de que realmente sea ella, pero antes de lograrlo ella se adentra en un tumulto de gente desapareciendo de mi vista. 

Sacudo mi cuerpo para descartar esa idea tan tonta, colocándose mi vista hacia el frente, y aprieto a fondo el pedal del acelerador "es imposible que sea la misma muchacha que baile la otra noche, debe ser producto de mi imaginación"

Al llegar a la casa de los Villanueva, me quedo en blanco al ver a Samantha. No sé ni siquiera cómo reaccionar, hace demasiado tiempo que no nos hablamos. Incluso después de lo que paso nunca he intentado buscarla, ni ella a mí, era parte de nuestro acuerdo y ahora estoy aquí como los viejos tiempos. 

— Que milagro  verte... Sebastián ¿Qué te trae por aquí — Intercede su padre mientras lleva una de sus manos sobre mi hombro —¿Puedes creer que Samantha siempre habla bien de usted? Pues claro con los buenos amigos que eran ustedes dos. — Se explica entre risas y luego le hace un gesto a Samantha para que se acerque. — Princesa, ven salúdalo no te quedes allí parada como una estatua, ni que no lo conocieras. — Bromea. 

Y al ver los ojos abiertos de Samantha pude adivinar que ella conoce completamente los motivos por los que estaba aquí. 

—Papá, ya por favor. — Le pide ella y es casi una súplica, pero luego se acerca para saludarme.

—Felicitaciones por su compromiso — Me dice con sarcasmo y debo sacudir de mi cabeza para no tener que gritarle sus verdades aquí mismo

—Muchas gracias Samantha, es un placer verte de nuevo. — contestó entre dientes y la saludo con dos besos en sus mejillas. 

— Sebastián, ¿Puedes creer que mi hija también está comprometida con un amigo tuyo? — Comenta su padre y al parecer ella no estaba lista para que esta información me fuera revelada, ya que mira a su padre como diciéndole que no lo debió haber dicho.

—¿De verdad? — Preguntó con la intención de saber más y ella asiente.

—Si, mira el anillo que le ha dado su novio. — Comenta su padre bastante emocionado por la situación tomando la mano de su hija para mostrarme el extravagante anillo de diamante que lleva en su dedo anular.

Esta situación es definitivamente muy incómoda para los dos —¡Qué bueno! ¡Felicidades! ¿Porqué ninguno de los dos me había contado tan inmensa noticia? — Pregunto y no sé si es por compromiso o porque realmente me interese saber quién es el hombre que está de tonto andado con Samantha.

— Es que tenemos nuestra relación en secreto. Ya sabes, por los medios de comunicación, no queremos que todo esto salga a la luz y nuestra boda se convierta en todo un espectáculo... — Me explica y en estos momentos todo parece mucho más claro, aunque seguía sin darme un nombre del desgraciado, a lo que asumo que es otra de sus tantas mentiras como siempre... 

— Imagino que se hicieron novios en el trabajo. — Comenté con sarcasmo pues sabía perfectamente que Samantha siempre había tenido esa fachada con su familia para escaparse por semanas y viajar de aquí para haya. 

— Ella es su asiente. — interrumpe su padre con satisfacción. 

— Ah mira vos que bueno, te felicito... — Comente y ambos sonríen él con orgullo, ella con susto al pensar que la puedo echar al agua. 

—Si, fueron años de mucho esfuerzo y sacrificio, pero creo que han valido la pena. Bueno, y tú, es que no tienes que decirme nada, las noticias hablan solas, con que saliste del Closet... — Comenta ella haciéndome sonreír.

— Eso es mentira... — Respondo y tengo la intención de añadir algo más, pero ver el rostro de ambos en espera de una explicación de lo ocurrido me deja sin poder continuar.

—Estos jóvenes de ahora... — se burla por lo bajo el papá de Samanta—Te dejo con mi hija, es un placer verte, Sebastian

Aun cuando el hombre se va, mis ojos están fijos en Samanta y en la sonrisa viciosa de sus labios

— Realmente soy un hombre con pelos en el pecho, y tú mi querida amiga lo sabe muy bien... — Le digo acercándome a ella y la sujetó por la cintura para pegarla a mí  ¿Verdad querida? — Le digo de manera sugerente y la beso dulcemente por la mejilla 

— No puedo esperar a leer esa noticia y su exquisita explicación de los hechos. ¡Querido! — Me dice quitándose los rastros que han quedado de su labial en su mejilla 

— Vamos a desayunar. Ya Lorena está avisando que está listo... — Propone y yo asiento.

Ella se suelta del agarre donde la tengo suelta para girar su cuerpo en dirección al comedor pero antes de que pueda dar un paso más la tomó de su mano para que se detenga. 

— Necesito ver a Rosita Muñoz, su amiga...

— No tengo ninguna amiga llamada así... — contesta soltándose de mi mano

— A mi fiesta llegaste acompañada de una mujer a la cual presentaste como tu amiga. ¿Te acuerdas? — la cuestionó mirándola fijamente a los ojos 

Ella se queda quieta, respira profundo mira hacia la cocina, luego se acerca despacio hacia dónde estoy tocando mi botón de la camisa y dice

— Sí ya me acuerdo ¿Qué quieres con ella?

— Tengo un asunto importante que resolver con ella. 

— Pues lo siento ella ya se fue para su pueblo. 

— ¡Ah sí! ¿cómo se llamaba su pueblo? Ah un lugar, muy lejano

Ella me mira extrañada, sonríe y asiente con la cabeza, dándome un beso en la boca. 

— No estoy para tus juegos Samantha. — gruñó tirando mi cuerpos hacia atrás — Si no me traes de nuevo a Rosita les diré a tus padres sobre tu trabajo bien recompensado y su prometido de mentiras 



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En el texto hay: humor, mentiras, romance

Editado: 18.09.2022

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