Rosa y Espinas

11° PARTE

ROSA MUÑOZ

Al verlos desde la cocina como Samantha habla con Sebastián, me pone los pelos de punta "Será que él le está contando como le tiré su trago en su camisa blanca o peor aún, como lo deje desnudo en esa caballeriza" los nervios me consumen, mientras me como las uñas.

De pronto caminan ambos hacia el comedor

— Rosita ¡Ven ayúdame a servir la comida! — clama Lorena con impaciencia desde el interior de la cocina

Me acercó despacio donde esta ella alistando las cosas para ser llevadas al comedor.

— Por favor, Lorena, no me mandes a donde esta Sebastián. por favor — gimoteo, arrodillandome a sus pies.

— ¿Qué tienes tú que ver con el joven? — pregunta colocando sus manos en su cintura en forma de taza y mirándome fijo — ¿De donde lo conoces? Rosita

— Es una larga historia — susurro entre lágrimas, tapandome la cara

El sonido de la campana de la señora Elena desde la mesa principal llamando por su comida me salvo de un regaño eminente.

— Luego hablaremos de esto, señorita — ordena, tomando la bandeja de tazas para luego alejarse del lugar.

— Esta bien — musite volviendo a mis labores

"¿Qué le diré cuando me vuelva a preguntar?"

Las risas, y las conversaciones se podían oir a la perfección desde donde estoy. Y uno que otro gesto sale de mi boca en son de burla.

De pronto, el chillar de las sillas se comenza escuchar por  toda la casa, en definitiva ya han terminado de desayunar.

— Rosita ¿Qué haces ahí parada? — gruñe Lorena desde el marco de la puerta de la cocina. — vaya y abre la puerta principal. El señor Duarte ya se va.

— Por favor, no me hagas ir donde él — vuelvo a insistir pero esta vez Lorena gira su cuerpo y se va ignorando mis ruegos.

Sin tener otra salida, me dirijo hacia la puerta, mientras susurro — algún día él tenía que saber de mis orígenes...

De lejos lo mire caminando hacia mi dirección, con el corazón en una mano y la vergüenza de ser descubierta en la otra, baje la cabeza.

— Hasta luego Samantha , nos hablamos... — se despide él pasando al frente mio sin voltearme a ver.

El alma había vuelto a mi cuerpo, al ver como se aleja sin descubrir la verdad, pero una pesadez se apoderó de mi al darme cuenta que él nunca se fijaría en mi con este uniforme.

"Que mierda ser pobre"

— Rosita ¿Te quiero en mi habitación ahora mismo — grito Samantha sacandome de mis pensamientos.

— Como tu órdenes — respondí con hilo de voz.

Sabía que recibiría una buena reprimenda por su parte o un despidos asegurado por parte de su padre.

Quien es un hombre extraordinario en los negocios pero con muy poco corazón con los empleados.

Su felicidad y orgullo es Samantha su única hija, quien es la luz de sus ojos. Por lo que es muy exigente, y poco tolerante cuando de chinear a su única hija se trata. 

Su esposa Elisa Villanueva es una mujer muy tierna, con un alma generosa y un gran corazón. En cuanto a los negocios, eso es algo que ella no se entromete, dejando todo a su esposo, Gustavo Flores quien es el responsable y administrador de la compañía LABORO S. A. 

Ella simplemente se dedica a cuidar a su hija, viajar por el mundo y gastar a manos llenas. Y claro que lo puede hacer, pues es ella la heredera de la fortuna de su familia. Las acciones de las empresas y demás bienes le pertenecen. Siendo su esposo su mejor empleado, aunque él no lo veía así

Levantó mi cabeza con orgullo pues no he perdido nada, todo lo contrario he ganado a manos llenas. Ni en mis mejores sueños hubiese podido besar a Sebastián Duarte, porque eso es él para mi un sueño que nunca más volveré alcanzar.

— Cierra la puerta Rosita — A lo que yo obedezco sin protestar

— ¿Sabes a que a venido Sebastián?

— No, señorita — conteste nerviosa y con la cabeza baja.

— Pues algo has de haber hecho, porque te quiere ver de nuevo...

Los ojos se me abren como platos, aún no podía creer lo que estaba escuchando, mi príncipe azul me quiere ver. El corazón comenzó a latir con fuerza queriendo salirseme del cuerpo, mientras mis manos tiemblan de emoción

— Estas hablando encerio? — cuestione intentando mantener la calma.

— ¿Tienes algo que contarme? ¿Que mas pasó noche, Rosita?

— Nada malo, patrona... Te lo juró...

— Eso espero — respondió en un hilo de voz pues su respuesta fue más para ella que para mí.

— Te quiere ver el sábado. Así que prepárate... 

— Pero no tengo ropa que ponerme...

— Ese es tu maldito problema, no el mío — gruñó molesta por mi pregunta. Mientras abre la puerta para que yo salga.

Despacio camino por aquellos largos pasillos sin comprender que querrá Sebastián de mí. Si la ropa y sus pertenencias se las había entregando al guarda de seguridad está mañana.

"¿Será acaso que él no se las entregó? O peor aún querrá verme para vengarse de mi ¿Pero cómo?"

Sacudo los hombros para alejar esos malos pensamientos mientras me incorporó a mis labores. De la nada un pensamiento se coló por mi cabeza.

¿Cómo iré vestida? si Samantha no me va a ayudar... Él no me puede ver con estos trapos viejos... Tendré que sacarlo de mis ahorros... Ay no, eso no, me a costado mucho para poder tener ese dinero en mi cuenta para gastarlo así de fácil... ¿Y si no voy... ? No, no puedo Samantha me mataría y me crucificaria ese mismo día.

Muerdo mi labio inferior y con el dolor en el alma reviso mi estado bancario, tengo lo suficiente para comprar un lindo traje casual y unas zapatillas bajas.

Tomé la cartera y me dirigí a una de esas tiendas de diseñar que había ido con Samantha, con la diferencia que esta vez iba en busca del vestido mas barato y los zapatos mas cómodos...

A la hora de pagar, estire el brazo para entregar la tarjeta, cerré los ojos y lloré en mi interior. "Hay van los 5 años de ahorros... 



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En el texto hay: humor, mentiras, romance

Editado: 18.09.2022

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