Rosa y Espinas

21°PARTE

Samantha

Al llegar a la casa de los Duarte, ese recuerdo de lo vivido hace muchos años atrás se vino a mi cabeza de pronto. 

Él con su elegante traje oscuro y de marca, sus zapatos brillantes sin un solo rasguño, su cabello oscuro perfectamente peinado de forma varonil y desinteresada mientras sus ojos miraban a los integrantes de ambas familias, con felicidad.

Y ahí estaba yo a su lado tomada de su brazo con un vestido rojo brillante largo sin mangas con un escote en la espalda y otro en la pierna, junto con unas saldadas del mismo color. El cabello suelto y en ondas y un collar de diamantes que brilla en su expredor. 

No fue hasta que sus ojos se detuvieron en mí que sentí mis piernas temblar al igual que el suelo debajo de mí. Ambos nos sostuvimos la mirada por lo que

parecieron minutos cuando en realidad tan solo fueron un par de

segundos. Luego se alejó un poco, se inclinó delante de mí sacando de su bolsillo una cajita pequeña. 

— ¿Te quieres casar conmigo Samantha Villanueva. — dijo enseñando un anillo de compromiso.

Mi respiración se cortó debajo de esos penetrantes ojos negros que me miran sin pestañear. Y mi corazón comenzó a latir con mucho más rapidez de lo normal, mi cuerpo se quería desvanecer ahí mismo pero no pude.

Solo seguí observando al hombre delante de mí quién tocando mi mano entrelaza una argolla en mi dedo anular, por varios minutos me quedé sin saber que decir solo podía ver el anillo con ese diamante en el centro. 

— Aceptó —  Exclame emocionada, después de volver en sí. 

Como acto seguido, él se levantó y me besó. luego los demás presentes se fueron acercando unos toman mi mano para observar la joya y otros nos abrazan en modo de felicitación. 

— Samantha —  Exclama alguien desde atrás, sacándome del entresuelo. Y al girar a ver, miro a Amalia que camina hacia dónde estoy — ¡cuánto tiempo sin verte! . Has desaparecido de la faz de la tierra. A lo que me río con gracia, pues ella nunca fue muy cercana a mí.

Se puede decir que nunca me quiso, y fue ella precisamente la que nos hizo la vida de cuadros cuando me comprometí con  Sebastián, pues siempre aseguro que yo no era una mujer buena y de buenos principios. Todo esto con la ayuda de su madre quien al igual que Amalia, no llegué a superar las expectativas de una mujer de casa.

— Me lo imagino — Respondí con una sonrisa torcida. 

— Sebastián aún no llega de la fábrica pero te puedes quedar a platicar conmigo, por mientras él llega... — dijo sentándose en un sillón de la sala y señalando el de la par para que hiciera lo mismo. 

Mire de reojo la puerta esperando a que él llegase de sorpresa pero nunca entró, sin gana tome asiento. 

— fuiste lo mejor que le pasó a mi hermano... como quisiera tenerte de vuelta en nuestras vidas... — dijo más para ella que para mí. Sus palabras me dejan helada. 

— Pero ¿yo nunca fui tu favorita...?

— si lo sé y lo siento...  porque se que en el fondo ustedes eran felices y ahora me arrepiento.

— ¿A qué se debe este cambio de opinión tan repentino? — interrumpe arrugando el entrecejo. 

— Sé que eres demasiado inteligente como para no saber que tu amiga Rosa Muñoz nunca fue de mi agrado y mucho menos ahora que es la novia de mi hermano Sebastián... 

Casi de inmediato mi cerebro comenzó a repetir como disco rayado Rosa Muñoz, novia de Sebastián...

— perdón pero... ¿Qué estás diciendo... ? — grité sorprendida, Jamás me imaginé que la empleada fuera tan audaz, como para planear algo tan atroz. Siempre supe que mi plan podía traer consecuencias, pero jamás que una empleada fuera tan atrevida. 

En ese momento no pudo evitar recordar el momento que le ofrecí el trato y como ella aceptó casi de inmediato, incluso sin protestar. 

Y al siguiente día Sebastián llegó en su búsqueda. " Que tonta he sido. ¡Claro! ella me utilizó" pienso mientras una lágrima de rabia baja por mi mejilla. 

— Así como lo escuchas tu amiga es la nueva novia de Sebastián. La presentó ayer delante de toda la familia... 

— Ella no es mi amiga. — tartamudee — Ella es simplemente la ex empleada de la casa. La cual lleve a la fiesta como error. 

— ¿su que? — grito Amalia levantándose de su asiento mientras me mira con furia. 

— así como lo escuchas... Yo quería ir a la despedida de tu hermano y no tenía con quien ir. Le pregunté a Rosita y ella aceptó.

Casi de inmediato un silencio aterrador inundó el lugar, baje la cabeza con vergüenza, mientras Amalia camina de aquí para allá. De pronto detiene su paso y me vuelve a ver. 

— tú lo planteaste, Samantha... Tu no querías que mi hermano se casara y sabía que él no volvería contigo. Por lo que planteaste todo esto junto con tu amiga... 

— te juro que no es así... — interrumpí. 

Sabía que todo esto era por mi culpa, yo quise vengarme con Amalia y volver con su hermano. Quise conquistar a Sebastián y sentirme poderosa, o quizás en el fondo todavía lo amaba. En realidad, no sé ni porqué lo hice, tal vez fue un impulso del momento. Pero  eso importa porque ya el daño está hecho y nada de lo que diga va a cambiar el pasado.

— Te conozco Samantha y sé de lo que eres capaz... — decía todo con total resentimiento, que con cada palabra me estrujaba el corazón. 

— Quiero que te vayas de la casa. Y no busques a mi hermano nunca más — dijo ella señalando la puerta principal para que me fuera. 

Con la cabeza baja y los ojos llenos de lágrimas camino hacia el exterior. Al salir Amalia cierra la puerta de un golpe, reflejando lo molesta que está. 

 Miro hacia el parqueo y al fondo está mi auto. Al incorporarme lo enciendo lo más rápido posible. Necesitaba salir de este lugar lo más pronto posible, antes de que mi corazón no diera para más.



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En el texto hay: humor, mentiras, romance

Editado: 18.09.2022

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