Rosa y Espinas

22° PARTE

Mientras camino por aquellas estrechas aceras, la lluvia no a dejado de caer, mi cuerpo está completamente mojado de pies a cabeza, las gotas caían desde las puntas de mi cabello, hasta el suelo. El frío del aire, hace que mi cuerpo tiembla sin cesar, se que voy a enfermar, pero tengo que llegar a la estación de bus.

La luz brillante de los carros alumbran mi camino, y al pasar por mi lado levantan el agua empozada, mojando mi ropa aún más. 

De pronto el pitó de un auto llamó mi atención, gire mi cuerpo pensando que puede ser un conocido. Pero a diferencia de lo que podía esperar, el carro no se me hace para nada familiar.

Doy pasos ligeros con la intención de que el carro siga su camino y me deje en paz, pero el pitillo de la bocina no deja de soñar, mientras conduce despacio detrás de mí. 

Asustada comienzo a correr, pero el auto detrás aumenta su velocidad con la intención de alcanzarme. Es en ese momento sé que algo malo va a pasar, trago saliva mientras mi cuerpo tiembla con temor, y no precisamente por la lluvia.

De reojo busco algún policía que me pueda ayudar pero con esta lluvia infernal quién querrá salir, solo soy yo y ese maldito auto. 

Corro en busca de algún lugar seguro pero es demasiado tarde para que algún local esté abierto "por Dios, ¿Que puedo hacer?"

Al pasar por uno de esos enormes edificios con departamentos en su interior vi en una sus esquinas un callejón sin salida, me oculté detrás de un cajón de basura, mientras espero a que el carro pase recto y no me encuentre.

Después de unos minutos levantó la cabeza con la intención de poder salir de ahí, pero para mi sorpresa el auto esta vez está estacionado al frente, y un hombre sale de él.

Giro mi cuerpo sobre mi propio eje en busca de alguna otra salida. Pero no lo hay, solo puedo ver al fondo unas escaleras viejas de emergencia que dan a una puerta de salida.

Las manos me Sudán, el corazón se me quiere salir, no tengo salida, es esto o esperar lo peor. Vuelvo a ver el carro y el hombre está caminando hacia mi dirección. Desesperada comienzo a subir por aquellas escaleras herrumbradas, mientras el hombre de abajo grita mi nombre.

La voz se me hace familiar pero ni loca vuelvo a ver, sigo avanzando y al llegar a la puerta un hombre viejo, sucio y de mal aspecto sale sobre ella. Provocando que mi alma se me salga del cuerpo, y de un sobresalto brinco al vacío junto con un grito desesperado.

Solo se que de pronto mi cuerpo comienza a descender, y aunque intentó sujetarme de algo no lo logró, estoy volando y sin alas.

Sabía que al llegar abajo un hueso me iba a quebrar, cierro los ojos y espero lo peor. Cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde, había caído directamente en los suaves brazos abiertos de un hombre y al tocar su pecho, el peso de mi cuerpo nos hace caer ambos hacia atrás.

Abro los ojos despacio, es Sebastián Duarte quien me sonríe con esos dientes perfectamente alineados, los cierro de nuevo, a veces creo que mi observación por Sebastián me hace verlo por todo lado. O peor aun estoy muerta y he llegado al cielo, y él es un ángel celestial... "Eso tiene que ser, no hay otra explicación" 

— Hola — oigo que dice

— Hola — respondo abriendo los ojos, y muerdo mi labio inferior, me siento acalorada y quien no, con un hombre tan sensual y atractivo como él, su rico olor a hombre me hace darle un beso a lo que él responde con el mismo gesto. — Odiarme o ámame — dije sonriendo, mientras lo miro directo a los ojos — si me odias por amarte, estaré en tu mente y si me amas, como te amó a ti, estaré en tu corazón por siempre, pero sin importar cual decidas siempre estaré en tu mente y en tu corazón... — volviendo a besarlo, A lo que él responde con el mismo gesto. En este momento nada de lo que pase a mi alrededor me importa, estoy en el cielo y aquí me quiero quedar, acomodando mi cuerpo en su pecho, y colocando mi rostro a un costado de su cabeza. 

— No puedo respirar — susurra con dificultad. 

Al escuchar su voz mi mundo se paralizó, "acaso estoy en la tierra..." Pensé abriendo los ojos lentamente y al abrirlos en su totalidad pude observar como todo seguía igual a como lo recordaba. El mismo callejón oscuro y sin salida, junto al cajón de basura. Levantó despacio mi cabeza logrando ver su rostro angelical.

— ¡Oh por Dios! ¿acaso le habré dicho que lo amo...? 

— Si lo hiciste... — responde él empujando mi pecho para poder respirar 

— ¿Lo dije en voz alta...?

— Sí... — responde él con una sonrisa, mientras se levanta y estira una mano para ayudarme a subir.

"tragarme tierra y escupirme en otro lugar... Como pude ser tan tonta y decir eso, porque no me puedo callar" 

Casi al instante mi cara se pone como un tomate, mientras sonrió con vergüenza.

— Vamos te llevo a casa... — señalando el auto negro que minutos antes me estaba siguiendo. — es el carro de mi padre... — dice quizás al ver mi rostro confundido y algo tenso

Al subir un aire cálido se respira adentro, mientras él me mira con detenimiento. 

Con vergüenza bajo mi rostro, y al hacerlo puedo ver que estoy vestido con el traje de camarera.

— Oh por Dios — dije entre dientes, mordiendo mi labio inferior, como le explicaré esto a Sebastián.

— ¿Dijiste algo? 

— Sí, me tengo que bajar... — gruñi intentando abrir la puerta, mientras mi corazón se quiere salir de mi cuerpo. 

— Pero, está lloviendo... 

— No me importa...

Dudoso estaciona el carro y al abrir la puerta, caigo de bruces en el caño, y al levantarme puedo ver mi ropa llena de barro, con grandes carcajadas me siente en la grada del frente, para no llorar. ¿Qué más podía hacer?



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En el texto hay: humor, mentiras, romance

Editado: 18.09.2022

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