Rosa y Espinas

24° PARTE

Samantha

Me secó las lágrimas con odio, jamás imaginé que Rosita llegará con esta mentira tan larga y todo por mi culpa. 

Con furia golpe un adorno, y al hacerlo me corte la mano, en un principio no sentí nada pero después de unos minutos el dolor se acrecentó pegando gritos de dolor, sin percatarme en cuestión de segundos estaba rodeada de los empleados y de mi papá que no dejaba de preguntar ¿Qué fue lo que me había pasado? 

— Vamos, te llevaré al hospital... 

— No hace falta... — respondo al ver que la herida no es tan profunda. 

— ¿Por qué estás tan enojada? — pregunta, al ver mi mandíbula tensa y la respiración agitada.

— Todo lo malo que me está pasando es por culpa de Rosita... — y el solo hecho de volver a pronunciar su nombre, sentía mi cuerpo arder, la odiaba con todo mi ser, pero esto no sé iba a quedar así, sabía lo que tenía que hacer. 

— ¿Qué te hizo Rosita? — interroga mi padre arrugando el entrecejo.

— Ahora, anda diciendo que somos hermanas. ¿Lo puedes creer... ?

Mi padre baja la cabeza y tira su cuerpo hacia atrás para tocar el respaldar del asiento, y con vergüenza dice

— ¡Oh por Dios! Creo que... — hace una pausa — Eso es por mi culpa... — dijo más para él que para mi

— Sabes algo, que yo no sé. 

— Sí — respondió haciendo una pausa — ella me preguntó si quería ser su papá y yo le dije que sí. 

— Estoy segura de que hoy no es el Día de los Santos Inocentes, para que estes bromeando contigo... 

— No estoy bromeando... — respondió bajando la mirada. 

— ¿Por qué hiciste eso? — grité furiosa, levantándome del asiento, mientras lo fulmino con la mirada. 

— Ella simplemente me lo pidió y yo acepté...

— ¡¿Cómo pudiste acceder a su capricho?!

— Perdón, me equivoque — susurra, mientras toca una de mis manos con cariño. 

— No me toques, te odio... — grité girando mi cuerpo para irme a mi cuadro. 

Luego de cerrar la cortina en las ventanas de mi habitación, me dirijo a mi cama. Antes de dormir, revisé mi celular y se encontró con una publicación de Sebastián en las historias de sus redes sociales.

Es una foto de él junto a Rosita y en la descripción dice "con Rosita Muñoz mi novia..." el corazón se me estruja de impotencia, había comenzado todo esto para volver a tenerlo y lo único que conseguí fue que la empleada se aprovechará de esto.

Al mirar los comentarios, de felicitaciones y de buenos deseos, una rabia dentro de mí comienza otra vez a crecer dentro de mí y es algo que no puedo detener.

De pronto, de manera súbita, sobreviene una idea en mi cabeza y como tal no me dejó dormir en toda la noche. Di mil vueltas de aquí para allá y al llegar la mañana ya la tenía bien formulada, sabía los pasos a seguir y cómo me haría que Rosita cayera en sus propias mentiras y engaños.

Por la mañana, la luz del sol se cola por una de las ventanas, dando paso a los primeros rayos del día. Las flores multicolor colorean el paisaje, y una vaga brisa toca mi mejilla, anunciando que el verano pronto llegará. Casi al instante, el despertador sonó a las nueve de la mañana. Sí, esa era la hora que debía levantarme para salir antes de que el tráfico fuera insoportable, pero antes de salir me tomo mi taza de café junto con mi rebanada de pan.

Ya lista me rumbo hacia uno de los lugares más pobres de la ciudad, enciendo la radio y me pongo a cantar, hoy había amanecido de muy buen humor.

Maneje con sumamente cuidado por aquellas calles no pavimentadas, llenas de grandes agujeros algunos repletos de agua sucia con piedras sueltas a su alrededor. 

Las aceras son angostas, donde se ve uno que otro hombre borracho caminando con dificultad sobre ellas, y en cada esquina hay una prostitutas a la espera de un futuro cliente, un vagabundo te pide limosna, mientras que otros te saludaban con afán para lograr obtener la venta de algún producto de dudosa procedencia.

Con cara de desagrado paso a su lado, a lo que con disgusto golpean mi carro. las personas ajenas como yo, solo ingresan a este lugar bajo su propio riesgo. 

Como es de esperar la policía rara vez entra a estos callejones sin salida, y lo hacen solo si se presenta una verdadera emergencia. 

A un costado de la calle está la casa de Rosita, pintada con color rosado claro, con un portón improvisado de latas de zinc, en la puerta hay una placa metálica donde dice "Hogar dulce hogar" y en el suelo un tapete que da la bienvenida.

Y antes de que pudiera tocar la puerta las voces de adentro me hacen retroceder, giro mi cuerpo y espero en un rincón ocultó afuera de la casa, hace frío me pongo una chaqueta de cuero para no sentir tantos escalofríos, estacione mi auto a unas cuadras de aquí, solo para que Rosa no se dé cuenta de mi presencia.

Entonces escuchó como su madre se despide de Rosita, y está le dice Adiós con la mano, 

Al ver como Rosita se aleja de su casa con rumbo a una parada de bus, me acercó nuevamente hacia el corredor de la casa. 

Con gran nerviosismo toque la puerta de madera, saliendo casi de inmediato una señora canosa de avanzada edad que al explicarle las razones de mi visita no dudó en invitarme a entrar

— Mi hija Rosita no está. Se fue en busca de trabajo.

— Y yo que le venía a ofrecer uno... — mentí.

— ¿Cómo de que? O ¿qué? — interrogó la señora con gran entusiasmo.

— Voy a hacer una fiesta y necesito una azafata de confianza... Pero si ella no puede buscaré a otra — concluí con una sonrisa malvada en mi rostro. Sabía que ellas necesitaban mi dinero y este trabajo extra les vendría de maravilla.

— Si gustas, yo puedo ir a ayudarte, por años he trabajado en casas y he tenido que realizar esa labor...  — comenzó a decir con gran entusiasmo, su enérgica alegría, hizo que de mi boca saliera una leve sonrisa de satisfacción, había conseguido lo que quería y sin ninguna dificultad.

— ¿Enserio me ayudaras? — grité enérgica.



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En el texto hay: humor, mentiras, romance

Editado: 18.09.2022

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