La noche llegó, junto con una luna espectacular, las estrellas brillan desde lo más alto, mientras yo las miro desde el balcón de la casa de Don Jorge.
— Vístete, te espero abajo... — fue lo último que escuché decirme antes de verlo salir de la habitación.
Simplemente su semblante serio y su forma de decir las cosas, hace que me estremezca un poco, no lo conocía muy bien pero sé que no lo podía contradecir, solo obedecer.
Al entrar recorrí la habitación con la mirada dándome cuenta de que todo lo que había dentro de la misma es de gran valor monetario, algunos artículos son de oro, otros de plata incluso hay un jacuzzi dentro del inmenso baño personal. dejando en evidencia, que Don Jorge no es cualquier persona, sino alguien de mucho poder y dinero.
— Está es la vida que merezco... — dije estirando los brazos y tirándome de espaldas a la cama. Podría jurar que podría dormir aquí toda mi vida.
Camino hacia la bolsa de compras, contemple por largo rato qué ponerme, al final decido ponerme un vestido negro coqueto ajustado, con un escote llamativo, el cual resalta mis más grandes atributos, la ropa interior del mismo color, para terminar con unos tacones negros con detalles dorados que hacían juego con los pendientes y el collar.
Suelto mi cabello, para colocar sobre él mis productos de peinado favoritos, para alisar aún más mi extensa cabellera rubia, ya lista le coloque una pequeña peineta a mitad de la cabellera, dejando unos cuantos mechones en la cara
Para terminar, me maquillo sutilmente con brillo en los labios y polvos en el rostro, antes de salir de la habitación, me miro en el espejo por última vez, para verificar que todo esté bien.
Y dando pasos lentos pero seguros, caminó erguida en dirección al carro donde está la familia Casasola reunida para partir a la Gran fiesta.
— Te ves hermosa — se apresura a decir María, su hija quien a diferencia de mí, parece una estatua de piedra, con un cuerpo delgado, sin nada por delante ni por detrás, su rostro extremadamente maquillado hace ganar algunos puntos con los caballeros, pero su voz grave delata que detrás de todo eso hay un hombre Ocultó.
— Gracias — Respondí subiendo al auto.
Al llegar al edificio, subo por aquellas escaleras de mármol con columnas finalmente decoradas hasta llegar a un salón gigantesco donde se encuentran los más grandes hombres de ciudad, todos con sus bellas damas, unas están agarradas a sus brazos, otras bailando sin parar en aquel gran salón de fiesta, dejando lucir sus elegantes y elaborados vestidos de gala.
Poco a poco el recinto comienza a llenarse aún más, los meseros caminan por todo lado como locos, con charolas en sus manos y en ellas un sin fin de bebidas alcohólicas. A un costado hay fotógrafos y televisoras entrevistando y retratando a las personas reconocidas, mientras las azafatas comienzan a ordenar a las personas en su debido lugar.
Por un minuto me sentí fuera de base como si en aquel sitio yo no encaja, sintiéndome algo incómoda. Sonrío tomando la copa llena de vino fino que me ofrece la azafata en la puerta de entrada, tomándolo de un solo trago.
Don Jorge que ve mi actitud insegura se coloca por detrás tocando mi espalda y con sutileza me empuja hacia el centro del salón.
— ¿Quieres bailar?
— Claro — respondí animada. La música es movida e incita a bailar, moví las caderas sin parar mientras los pasos de Don Jorge son torpes. Él intenta bailar conforme a la música pero con cada paso que da más me maja, provocando que me duela los pies, intentó disimular mirando a mi alrededor en busca de alguien conocido, hasta que logro ver de lejos a Samantha, quien me devuelve la mirada con ojos llenos de odio junto con un poco de envidia al ver que la estoy pasando bien.
Sebastián al percatarse de mi presencia, se va acercando, hacia donde estamos. Mis piernas no me sostienen del todo, y mis manos sudaban sin parar, pero intento disimular, al verlo con su acostumbrado traje azul marido que lo hacía ver tan guapo, su pelo negro está desordenado, la camisa remangada en sus brazos parece romperse si mueve un musculo, su mirada, por otro lado, sigue siendo coqueta y atrevida.
— Buenas noches — saludó con cabeza firme al llegar hacia donde estamos
— Buenas noches — contestan en coro.
— ¿Me permites? — interroga estirando la mano, Don Jorge como todo un caballero, mueve su cuerpo hacia un lado, dejando que Sebastián se posicione al frente mío y comencé a bailar.
De la nada, la música deja de sonar, mientras Sebastián se inca delante de mí y saca de su bolsillo una pequeña caja.
Sonrió como una tonta al ver como este la abre de apoco, he inevitablemente observo el anillo de diamantes que brilla desde el interior, casi de inmediato me pide que sea su esposa, y es que aún no me lo creo digo que sí.
— Felicidades — Exclama su madre entre risas caminando hacia donde estamos para abrazarme.
— Gracias mamá — contesta Sebastián mientras me suelta de su abrazo.
— Pero vaya... vaya... mi hijo comprometido con la mujer mas linda del pueblo — Comenta su padre y me le quedo mirando al escuchar semejante halago de su parte.
Uno a uno de los invitados se acercan a nosotros para saludarnos y lo mismo hace Matina, la esposa de don Jorge, con una sonrisa fingida, dejando ver que lo hacen más por compromiso que por satisfacción y por último comenzamos a saludar al resto de invitados.
Después de un rato Sebastián se fue a saludar a sus amigos y yo me he ido por el otro lado a saludar a uno que otro conocido, para mi sorpresa me encuentro con alguien a quien definitivamente yo no esperaba en absoluto.
— Felicitaciones Rosita ... — Me dice Amalia mientras me abraza con fuerza.
— Muchas gracias de verdad.
— ¡Felicidades! — Irrumpe Don Gustavo y me abraza eufóricamente haciendo que ría a pesar de lo nervioso que me ha puesto la presencia de él .
Editado: 18.09.2022