Rosa y Espinas

37° PARTE

De alguna forma pude llegar al tramo de flores donde trabaja Rosita y su madre. Sabía que en este momento me odia, pero necesito verla y hablar de todo antes de que me vuelva loco. Quiero ser sincero con ella y que ella lo sea conmigo, pero tengo miedo de que me rechace antes de que comience a hablar. 

Entre mis pensamientos, pude estar casi seguro de que la vería aunque fuera por un momento y saber que está bien. Mi suerte es buena porque aunque viaje varias veces a su barrio arriesgando incluso la vida. No estaba del todo seguro que me la encontraría por "casualidad" pero alguna clase del destino hizo que me encontrara a Julio y este me diera su paradero

Al llegar al local la observe. Con el cabello amarrado con una coleta larga, sosteniendo un ramo de Rosas Rojas, mientras hablaba con un cliente, con esa sonrisa encantadora que tanto me encanta.

— Buenos días señor, en un momento lo atendemos — dije una dependiente.

— Está bien — respondí, pero no despegue ni un solo momento mis ojos de su silueta. 

"Será mejor que no la busques y la dejes en paz"

"Ella no te quiere ver, vete ahora que no te a visto"

Sacó la cabeza restando importancia a las voces de mi interior. 

"Estoy haciendo lo correcto..." "Ella me escuchará"

Me voltee a ver a la dependiente quien está concentrada con otro cliente.

Me dirigí con paso lento pero decidido, hacia la dirección donde se encuentra Rosita, buscando el momento ideal para abordarla. No tuve que esperar mucho, después de unos segundos el cliente se despidió, tomando el ramo de Rosas que minutos antes sostenía Rosita, dejándola sola. 

— ¡Rosita! — susurre tras ella y note su sobresalto. Me volteo a ver rápidamente pero con una expresión desinteresada. 

— Buenos días — Dijo y siguió con su labor 

— ¿Podemos hablar?

— Yo no tengo nada de que hablar contigo... 

— Pero yo sí. 

Ella me manda una mirada despiadada y por primera vez leí irritación en sus ojos. El corazón se me estremeció al recordar la noche que la tuve en mis brazos... La mujer de esa noche y la mujer que está frente a mí, no eran la misma. 

— Será mejor que se vaya antes de que me despidan… — hizo el ademán de irse, como si con sus palabras cerrará todo el ciclo de la discusión pero alcancé a tomarla de la muñeca, al momento ella brinco y se sacudió de mi agarré con dureza. 

— Nunca más, me vuelvas a poner una mano encima, Sebastián... — gruñó con fuerza, y las palabras salieron amenazadoras. 

— ¿Qué te pasa? ¿Por qué te comportas así conmigo?

— ¡¿Me estás tomando el pelo?! 

— Yo solo quiero saber el motivo de este comportamiento... Tú no eres así

— Tienes razón, yo no era así. Pero puedes aplaudirte el mérito... 

— ¿No sé a qué te refieres?

— Ahora vienes aquí, haciéndose la víctima como si no hubieses hecho nada. 

— Rosita, para de una maldita vez, que aquí los dos nos equivocamos... — le dije, al ver cómo sus palabras comenzaban a molestarme, sentía mucha frustración. 

— Sí vienes a que te pida perdón, pues lo haré, con tal de que me dejes en paz... 

— Pero ¿Qué té he hecho? ¿Acaso es una clase de venganza por no buscarte antes? 

— Claro... Se me olvidaba, la mala de la historia soy yo... Yo te utilice, y te engañe para obtener tu dinero. — Observo detalladamente cómo tiembla su mandíbula, mientras sus ojos llenan de lágrimas — sólo no te acerques a mí nunca más. 

— ¿Qué?

— Lo que escuchas, Sebastián, en mi vida te quiero volver a ver, para mí, tú no existes... 

— Rosita, ¿Qué pasa aquí? — interrumpe la dependiente que minutos antes me había atendido. — ¿Este joven te está molestando? 

— Sí... No me quiere dejar en paz — respondió girando su cuerpo, sus palabras me habían dejado helado, sin saber qué hacer. 

— Espera Rosita, no he terminado de hablar contigo... — grité pero ella solo siguió su camino. 

— Si no te vas llamaré a la policía. — ordena la joven dependiente. 

— No hace falta que yo puedo salir solo. 

El malestar que se iba formando dentro de mí me dejó sin ánimos de perseguirla. 

"¿Qué había pasado con mi Rosita?" 

La Observe a lo lejos llegar a saludar a otro cliente, lo saluda y le sonríe con confianza, vi como ella sonreía con afecto y como intercambiaban un par de palabras. En ese momento me sentí un poco imbécil, la estaba perdido y aquellos ademanes que ella tenía con aquel hombre extraño eran los mismos que tuvo conmigo en algún momento y sabía que nunca volverían a hacer para mí. 

¡Maldición!

El corazón se me estaba destruyendo en pedazos y la frustración está acabando conmigo, por primera vez no sabía qué hacer.

— Lo siento, pero necesito hablar con ella… — le dije a joven, mientras camino hacia donde está mi Rosita. 

— Lo siento, Rosita. Merezco todo esto... — grité a lo que ella se volteo a verme, sabía que ella estaba muy decidida en olvidarme, mientras me veía con ojos intimidantes... Sin embargo, observé también un cierto brillo en ellos, algo que detecte como excitación. — No tienes porque dejarme atrás, no quiero que me olvides. 

***

ROSITA 

— No sé de qué estás hablando...

— Yo te amo, Rosita — susurro — Por favor, perdóname... Me equivoque... 

Me llevé las manos al rostro, sentí como las lágrimas bajaban por mi rostro necesitaba escucharlo de nuevo, sentir que no era un sueño lo que él me estaba diciendo, mi mente gritaba muchas cosas, mi cuerpo temblaba. ¿Será verdad que él me ama? ¿Realmente él quiere volver conmigo? Eran tantas preguntas en mi cabeza, eran tantos sentimientos juntos...

— ¿Lo que dices es cierto? — dije con temor de que todo fuera una mentira, y que yo haya escuchado mal. 

Sebastián toma mis manos separándolas de mi rostro, observe sus ojos brillar con intensidad, él sonríe y seca una lágrimas de mis mejillas. Mientras mi corazón Palmira con tanta fuerza que temo que se me salga del cuerpo. 



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En el texto hay: humor, mentiras, romance

Editado: 18.09.2022

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