Narra Rosalie:
Eran casi las seis de la tarde y la casa estaba aburrida, verdaderamente aburrida. Esme y Carlisle planeaban nuestra próxima localización ya que habíamos cumplido nuestro ciclo en ésta ciudad. Edward, como siempre, sólo tocaba el piano, perdido en su mundo.
- ¿Qué hago, qué hago?. - Dije finalmente, buscando ideas en mi cabeza. Mi cabello ya estaba lo suficientemente hermoso como para seguir peinándolo.
Así que decidí ir de caza. Hace ya día y medio que no me alimentaba y ya empezaba a sentir ese pequeño ardor. Yo era la más joven de mi familia y estaba empezando a acostumbrarme del todo sólo hace pocos años, los cuales para un vampiro no son tan eternos como cuando eres humano.
-Edward voy de caza, ¿me acompañas?. - Traté de ser amable.
Siguió tocando el piano sumergido en sus pensamientos. Y quizás en los de Esme, Carlisle y lamentablemente los míos también. Odiaba que supiera todo lo que pienso.
-Veo que no; después no te quejes qu… .
-Rose, ya me alimenté anoche, gracias.- Dijo con su maldito tono amable.
Odiaba también que hiciera eso. Todo aquel que me veía podría dejar todo lo que poseía solo para pasar un minuto conmigo. Pero el parecía inmune a mis encantos.
Me tomé el cabello de forma casual. Aún así se veía como un peinado elaborado con horas de anticipación. Amaba ese lado de mi naturaleza.
Caminé una media hora antes de entrar en el bosque sólo para lucir mi "peinado casual". No encontré a nadie que me admirara. ¿Acaso ese día iba a ser el de "no adoremos a Rose"?. No lo soporto. Necesito cazar.
Me adentré al bosque finalmente. De paso encontré un oso pardo, mi favorito. Fue rápido y sutil. Algo de costumbre. El oso tenía algo en su cuerpo, en sus garras. Sangre. Ese olor incrementó mi sed. El oso no era suficiente. Así que tomé rumbo de nuevo con más rapidez para encontrar a otro animal que fuese el postre.
A pesar de la velocidad, mi cabello seguía intacto cada vez que me detenía para oler mejor. Fue entonces en una de esas paradas cuando olí algo. Conocido previamente. Dulce y peligroso si tienes sed y buscas tu cena. El lugar y el momento equivocado. Pero yo jamás había probado sangre humana, ni siquiera con Ro… . - ¡Olvida ese nombre ya Rose!.
Me acerqué un tanto cautelosa, silenciosa, sólo como un vampiro puede serlo. Y ahí lo vi. La sangre que emanaba de sus heridas me quemó la garganta debido a la brisa que corría. Resistí y dejé de respirar. Entonces cuando dejé de pensar en la sangre, pude oírlo: un leve latido. Seguía vivo. Herido pero vivo.
Si tan sólo me acerco un poco para ver como estaba. No pasaría nada ¿no?. Era extraño, no se si fueron los rechazos constantes de ese día o un impulso desconocido lo que hizo que me acercara.
-¡Oh, cielos!. - Susurré bajo; dudo que me haya oído. Además yacía desmayado.
A pesar de toda la sangre que lo cubría y de las heridas, podía ver su rostro. Su cara era peculiar, como un niño pero con facciones de hombre. Como el niño de mi amiga humana. Perfecto, angelical. Debía salvarlo, el me pertenecía.
Pero estaba muriendo. Yacía en el suelo con heridas mortales. Uñas gigantes marcadas en su pecho y estómago. El oso. Todo calzó.
Sabía que no tenía mucho tiempo. Debía hacer algo. Algo humano no, era imposible, ni Carlisle con todos sus conocimientos podría salvarlo humanamente. Solo existía otra forma.
Acerqué mis labios a su garganta para igualar a Carlisle. Solo a once centímetros de su cuello el olor me pateó la garganta. Sentí como el fuego crecía dentro de mi, sediento de su sangre que cubría casi todo su pecho. Con un dolor y un esfuerzo logré controlarme.
Lo tomé en brazos con cuidado de no provocarle dolor y emprendí mi camino rumbo a casa. Carlisle lo haría… .
Narra Emmett:
Estar sin apostar en la semana era algo que realmente me preocupaba. – ¿Cómo es que aguanté hasta aquí?.
Para que esto no saliera de mis costumbres, decidí ir de caza y claro… con la apuesta en mente. Aunque no se lo dije a mi amigo hasta que me confesó que no me acompañaría ese día. Según él porque no tenia a mano las armas para ir a las montañas del bosque en ese momento. Por supuesto que no me iba a quedar así como así. Me burle tanto de él por acobardarse que me dio un fuerte golpe en el hombro. Se lo devolví y seguí riendo.
-¡Que va!. ¡Cobarde!. Sabes que encontraría algo mejor que tu… como siempre. Por eso no iras. – Mientras me miraba con cara de pocos amigos y a la vez con resignación porque yo tenía la razón, soltó las palabras con una pequeña sonrisa.
-No me convencerás de todos modos. Ve solo
-Ok. Quizás el animal que traiga a casa sea mejor amigo que el que tengo en frente.
-Ya, déjalo, vete ya!
Me reí nuevamente por la broma que lo hizo casi dudar en acompañarme.
Finalmente llegué al bosque y comencé a caminar cuidadosamente. Primero observé los árboles de abajo hacia arriba. Hoy, tenía que asegurarme de llevar a casa aunque sea un miserable pajarito, no permitiría que se burlaran de mi por venir solo y después de estar seguro de mi mismo, llegar con las manos vacías. Al menos el pájaro seria mi nuevo amigo. ¡Ja! Rei solo por mi conclusión.
Seguí caminando con los ojos llenos de entusiasmo porque sentía un ruido muy cerca… . Te atraparé, serás mío… ¿o no?. De pronto ya no sentí pasos a mi alrededor. -Dudo que el animal me este jugando una broma… . Me di la vuelta para asegurarme si realmente estaba o no con alguna criatura cerca. Nada.
¿Será que mi amigo se arrepintió y quiere ganar la apuesta?. Pensé. – No, no, no. Imposible. ¡Tengo que atrapar algo ya!.
Volví a mi posición. Pero de pronto sentí un fuerte rugido en mi espalda, tan cerca que casi no me dio oportunidad de voltear.
Siempre confié en la fuerza que afortunadamente tenía. Pero esto era mucho mas fuerte. Demasiado diría yo.
Caí al suelo casi inconsciente, de inmediato. Pude ver un inmenso oso atacando y jugueteando conmigo. Me rendí al momento que ya no tuve ni la mínima fuerza para mover un brazo y defenderme de aquella bestia.