*Narra Rosalie:
Oficialmente ya era 13 de julio. Eran las doce de la noche en punto y una brisa de ansiedad recorrió mi espalda. Pero sabía que ésta vez era todo distinto. Emmett nunca, nunca me haría daño, física ni emocionalmente. Además algo importante hacía esta situación diferente. Yo lo amaba, y él a mi. De eso no había duda.
-Amor, debo preparar las cosas para la boda, ya sabes, peinado, maquillaje. - Sabía que todo eso me llevaría poco tiempo, pero quería darle un poco más de emoción a la boda. - Además recogeré las flores a primera hora con Esme y debemos instalarlas.
-Pero… , ¡no!… , quiero pasar nuestra última noche de solteros junto a tí. -suplicó.
-Emmett, debemos esperarnos a la luna de miel. - Dije apuntándo con el mentón el último catre de acero doblado. - Si vamos a destruir más cosas, que sea en nuestra casa.
Emmett se rió tan fuerte que hasta la lámpara del techo retumbó. Pude oir a Esme reírse también.
-Debo ir amor, le diré a Edward que te venga a hacer compañía.
Edward solía ir de caza en cuanto leía en nuestra mente las intenciones que teníamos para la noche. Eso me hacía sentir un tanto avergonzada y solo anhelaba más el día en que Emmett y yo viviéramos solos para poder estar tranquilos.
-Oh, si, Edward es mucho mejor compañía que mi ángel. -Dijo con sarcasmo poniendo los ojos en blanco.
-Te amo mi osito. - Le besé rápido para no tener que arrepentirme de partir. - Solo tu sabes cuanto.
-Te veré en la iglesia supongo. Se que no quieres que te vea antes de la boda y menos con tu vestido.
-Es de mala suerte. - Dijimos al mismo tiempo y reimos.
Me vestí con lo primero que encontré pues no era de mucha importancia. Pronto otra prenda cubriría mi perfecto cuerpo. La última vez que había usado un vestido de novia… . "¡Rose!, no opaques éste día", pensé. Fue necesario mucho esfuerzo para evitar que la temida imagen viniera a mi mente.
Salí rápido para dirigirme al bosque y pedirle a Edward que volviera a casa.
-Edward, ¿puedes venir?. - Dije sin gritar pués podía oírlo a unos 500 metros. Dos segundos más tarde estara enfrente mío.
-¿Terminaron?. - Preguntó enarcando una ceja.
-Pues claro idiota, ¿no me ves acá?, ahora eres un vampiro ciego. ¡JA!.
-¿Qué es lo que quieres Rosalie?. - Preguntó innecesariamente pues podía leerlo en mi mente.
-Emmett. - Y pensé en la cara que puso mi novio al marcharme.
Edward tomó rumbo a la casa a toda marcha. La relación entre él y mi novio había mejorado tanto que ya había asumido que la cosa era conmigo.
Fui de caza por el oeste. Podía oir que Edward y mi amor habían ido por el este. Emmett debía cazar el doble, pues hoy se encontraría un buen rato de pie junto a un humano, el sacerdote. Pero ya habían pasado muchos meses y a pesar de que cayó una vez, había aprendido a controlarse.
Al alba llegué a casa y Esme me esperaba en la puerta. Debíamos ir a buscar las flores. El día era nublado y parecía que iba a estar así todo el día.
Recogimos 240 tulipanes blancos y 300 calas blancas. Emmett debía cazar cuanto pudiera, así que podría ordenar la casa a mi antojo.
Con Esme dejamos el lugar increíble. Cada esquina decorada con calas y tulipanes. Las sillas enfundadas con seda y gasa. Era una pena que sólo nosotros apreciáramos tal belleza.
Subimos a la habitación de mi madre y me preparé. Oí llegar a Emmett peleando con Edward. No les tomé mucha atención. Sólo supe que Carlisle le decía a Emmett que hacer en el altar, una vez más.
Mi vestido era el más costoso y hermoso de toda Europa. Era 1935 y debía encajar con la época, aunque prefería más a los vestidos de hace años atrás. La moda cambiaba tan rápido y yo estaba al tanto siempre.
-Te ves… , como nunca… , hija. - Dijo Esme entre sollozos que no tenían lágrimas.
-Lo sé, hemos hecho un trabajo increíble.
-A las afueras del pueblo, en dirección norte, hay una casa- y me entregó unas llaves. - Un regalo para ustedes.
-¡Oh Esme!. - La abracé como nunca. - Que gesto más maravilloso´.
-Es sólo un detalle. Después les construiré una más grande que ésta incluso. -Soltó mi abrazo y me apuró. - Los chicos ya partieron y Carlisle te espera abajo.
-Vamos. - Y bajé las escaleras como toda una princesa, aunque sabía que mi único espectador sería mi padre.
-Cariño, ¡te ves hermosa!. Que orgulloso estoy. Mi hija es la más bella del planeta.
-Gracias Carlisle. Vamos ya, la novia debe llegar.
Afortunadamente la iglesia quedaba un tanto alejada del pueblo pero fue inevitable que atrayera la atención. Estaba despampanante. Al entrar en la iglesia reconocí la marcha nupcial en manos de Edward.
Esme tomó su ramo, me beso la frente y caminó al altar. Carlisle me ofreció el brazo para avanzar. Y ahí estaba, mi hombre, mi vampiro, la razón de mi… , existencia. Esperándome impaciente para convertirme en su esposa. Me miró como la primera vez. Asombrado. Carlisle me entregó a él y nos miramos con Emmett enamorados. Por un momento me sentí humana otra vez, cumpliendo mi sueño.
No noté el silencio que se produjo hasta que Emmett tosió fingidamente para que empezara. El sacerdote estaba casi en shock. El hombre sacudió su cabeza y empezó la ceremonia.
-Emmett McCarty Cullen, ¿Acepta a esta… , mujer. -Dijo en todo de duda. - En santo matrimonio, para amarla y respetarla, hasta que la muerte los separe?.
Mi novio se rió tan bajo por la última frase que sólo nosotros lo escuchamos.
-Acepto. - Y su sonrisa hizo pestañear al cura.
-Rosalie Lillian Hale, ¿Acepta a este hombre en santo matrimonio, para amarlo y respetarlo, hasta que la muerte los separe?.
Y un largo silencio inundó el templo.
-¿Amor?. - Dijo Emmett con ansias y preocupación.
-Es que. - Dije formando una sonrisa de a poco. - Ni la muerte nos va a separar. Acepto. - Y le guiñé un ojo a mi esposo.
*Narra Emmett: