* Narra Emmett:
Esa mañana luego de volver de caza, juntos por supuesto, Rose se me acercó y me dio un enorme beso apasionado. Yo empezaba a sacarme la camisa cuando Rosalie cortó el beso.
-Emmett feliz cumpleaños amor. – Dijo con su voz angelical. Luego colocó mi camisa en su lugar, me ordenó el cabello y luego el suyo. - Vamos a la casa de Esme, allá te esperan todos.
¿Qué?. ¿No íbamos a hacer nada más?. Genial. La intenté besar de nuevo pero se resistió, dejándome ahí sin más que un simple beso. Tendré que controlarme con esto de cazar humanos, de seguro esto se debía a ese humano que fue mi cena.
Llegamos a la gran casa y Esme nos esperaba de las primeras. Me abrazó tiernamente.
-Feliz cumpleaños señor Cullen, ya es todo un hombre. – Decía Esme.
-Gracias Esme, pasaré a saludar al resto. Los he extrañado créanlo o no. - Dije apuntando con la cabeza a Rose. Me adentré a la casa y pude oír a Esme preguntarle a Rosalie si ya me había dicho lo de Forks. Wow, otro cambio de casa, parecíamos gitanos, no vampiros. Iba tan distraído que un golpe en la cabeza me vino de sorpresa. Miré atrás y no había nada. Edward.
-Ey demonio de tazmania, aparece ya y dale un abrazo a tu hermano. – Hora de la venganza.
-Feliz cumpleaños Emmett. – Di la vuelta y abracé a Edward con todas mis fuerzas. Él lanzó un grito ahogado y al rato pedía que lo soltara.
-Gallina, no aguantas nada. – Me burlé.
-Pero aún no eres capaz de alcanzarme en una carrera. - Contraatacó. Le pegué un codazo amistoso.
-¿Y ya has besado a Tanya?.
-Shh shh, aún está por acá y puede oírte.
Demasiado tarde. Entró Tanya en el salón.
-No, no lo ha hecho y no creo que lo haga. Feliz cumpleaños primo. – Me besó en la mejilla. - ¿Cuántos cumples?.
- 20 primaveras. Bueno, en realidad 19 humanas primaveras y 1 vampírica. – Puse mi mejor cara de niño bueno. Eso hacía reír a la gente, seguramente porque no lucía ni como un niño ni menos como bueno.
-Wow, toda una existencia, ¿no?.
-La mejor de mi vida. – Recordé a Rose y nuestros mejores momentos. Edward se marchó. Ups.
-Bueno vamos afuera, el resto de mi familia quiere saludarte.
El patio estaba decorado con globos por doquier y cintas plateadas. Tenía todo lo necesario para un cumpleaños, excepto la torta. Todo era perfecto. Carlisle fue el primero en saludarme y luego el resto del clan Denali. Todo marchaba bien en la fiesta. Hablamos de nuestro viaje a Forks y los Denali no terminaban de agradecer por la casa que les dejaban.
-¡Hora de abrir los presentes!. - Dijo Esme emocionada. Rosalie entró en la casa seguramente a buscar los regalos. No importaba si no me daba nada, su sola presencia era el regalo más preciado que tenía.
-Espero que te guste hijo, es de parte mía y Carlisle. – Y mi madre me entregó una caja de unos 50 centímetros. La abrí y entonces vi al más hermoso ángel con un vestido de novia que podía recordar a la perfección. Edward se quejó al ver mis pensamientos acerca del vestido. No me importó. Abracé a Esme y le di un beso en la frente.
-Mi ángel. – Y toqué el cuadro con delicadeza. – Gracias a ti también Carlisle, es simplemente perfecto. Gracias.
-Bueno. – Interrumpió Edward. - Mi regalo esta… , en el bosque. Te regalo a mi novia osa, yo te diré donde puedes encontrarla para que sea tu buffet. Toda para ti.
-Jaja, por fin admitiste que era tu novia, te lo dije Carlisle. - Me reí. Dejé el cuadro en la mesa y tomé el próximo. Eleazar avanzó.
-Un presente del clan Denali, espero te guste. - Dijo amablemente.
Abrí el regalo y dentro venían dos conjuntos de ropa de marca muy fina.
-No es para que los rajes, son muy finos. – Intervino Eleazar. - Yo mismo los elegí. Espero que la talla sea la adecuada.
-Gracias chicos, me encantan, me veré más guapo aún. - Dije orgulloso. Puse los trajes en la mesa al lado del cuadro. Me detuve a mirar de nuevo la foto de mi mujer. En eso siento un gruñido de oso detrás de mí, muy fuerte. Me di vuelta en el acto listo para atacar y vi un pequeño oso comparado con el que imaginaba por el sonido. Pero este oso era… , ¿tierno?. ¿Y llevaba un moño rojo?.
-¿Qué…?. - Y detrás apareció Rosalie sonriendo.
-Un oso para un oso, felicidades. – Y tomó el brazo del oso como si fuera marioneta y puso voz aguda. – Espero que le guste el regalo, la señorita Hale, la más linda de todas, me eligió para usted. Dijo que nos parecíamos.
Me reí muy fuerte y tomé al oso. La besé mientras aún reíamos.
-Me encanta Rose.
-Viene con ésta nota. – Me guiño un ojo. La abrí y decía: "Ni se te ocurra leerla en voz alta… . Este es solo el regalo material… . Espera a que termine la fiesta… . No me olvidarás… . Rose…".
Iba a abrir mi boca pero leí de nuevo la primera frase. Así que el regalo iba si o si, pero no en la mañana, si no después de la fiesta. Tenía que hacer algo para irme a casa con Rose. Esto de ser vampiro. No podía ni fingir dolor de estómago o cabeza. ¿Qué hago?. ¿Qué les digo?.
-Esme. ¿Ya has empacado todo para Forks?. – primer intento.
-Si cariño, está todo listo. ¿Y ustedes?.
-También. – Se me adelantó Rose antes de que pudiera decir que no para marcharnos.
"Piensa Emmett, vamos". Miré a Edward con cara de súplica, ya que él sabía lo que yo tramaba.
* Narra Rosalie:
-Vamos Emmett te mostraré donde está la osa que tengo para ti. –Dijo repentinamente Edward. - Rose, ¿Quieres verla?.
-Bue… . - Me detuve al pensar en que Edward nunca me había invitado a cazar con ellos. Emmett seguramente buscaba excusas para que yo le diera su próximo regalo. Edward era su cómplice. - Mejor llevaré los regalos a casa, ya los alcanzo chicos. – Edward y Emmett se fueron al bosque. – Esme acompáñame a la cocina por favor.
Nos encerramos en el lugar menos usado de la casa y hablamos muy bajo, sólo para nosotras.
-Edward y Emmett inventaron lo de ir a cazar la osa ahora para que yo le dé un pequeño regalo extra que tengo a mi esposo, si sabes a lo que me refiero.
-Oh, ya veo, por eso el apuro. En fin, yo los cubriré, vayan tranquilos.
-Gracias, eres la mejor. Vendremos después a despedirnos de los Denali. Te quiero. - Y me fui a nuestra casa a dejar las cosas. Emmett no tardaría en llegar así que hice la mejor decoración express que pude. Prendí velas, cerré todas las cortinas, las cuales eran rojas, mi color favorito. La casa se veía seductora. Y el toque final. Lo tenía escondido para una ocasión como ésta. Un enagua de seda color rojo intenso con blondas y unas medias con encaje al muslo. Me miré al espejo, y pude sentir a mi marido acercándose a velocidad vampírica. Este hombre sí que era insaciable. Me desordené el cabello para darme un toque salvaje y me acomodé en la recamara. Entonces sentí una puerta abrirse y cerrarse en un segundo.