*Narra Rosalie:
Cuatro meses habían pasado ya de nuestra llegada a Forks. Habíamos pasado un invierno tranquilo y por supuesto las tradiciones como Navidad y Año Nuevo se celebraron. Emmett me había regalado dos cajas del perfume que rompió hace una temporada. Quería asegurarse de que no pasaría otro mes sin mí. Edward se auto regaló un piano, así que de nuevo empezó a meterse en su mundo de la música. El año que viene decidimos entrar al instituto de Forks. No pasábamos como simples estudiantes de secundaria pero al menos falsificaríamos cualquier papel que se nos pida como comprobación de edad.
Yo estaba más feliz que nunca ya que Emmett había cumplido un año desde su transformación. Lo llamaba su "cumplesiglos". Oficialmente ya no era un neófito, y sus ganas de cazar humanos disminuían cuando mis amenazas crecían. Emmett sabía muy bien el castigo si llegaba a matar a un humano. Además, los licántropos de La Push vendrían por nosotros, lo cual preocupaba a Esme. Ella seguía siendo tan maternal con nosotros, a pesar de que estábamos casados.
-Rose, Rose, Rose… . - Llegó a mi lado un entusiasmado Emmett.
-Si Emm… .
-¿Sabes qué día es hoy?. – Casi saltaba encima de la cama. Menos mal que no lo hizo o hubiera pasado con cama y todo al primer piso.
-No amor, ni idea. – Mentí. Hoy se cumplía un año desde nuestro primer beso.
Emmett quitó su emoción de la cara, suspiró y se bajó de la cama.
-¿Qué es Emmett?. - Me hice la loca.
-No nada amor, una tontería. – Iba muy apenado saliendo de la habitación.
-¿Acaso es una tontería que desde hace ya 365 días empezamos nuestra maratón de besos?.
-¡Te acordaste Rose!.
Emmett se dio la vuelta y se lanzó a la cama emocionado, haciendo que se rompieran las cuatro patas y que el catre terminara a ras de suelo. Yo alcancé a pararme por supuesto. Me quedé viéndolo con los brazos cruzados, aguantando la risa. Me mordí el labio lo más que pude. Pero ver a un tipo de casi dos metros, musculoso y con entusiasmo de niño, sobre una cama rota, con sus cuatro patas hacia afuera, era lo más gracioso que me había tocado ver en mucho tiempo. Realmente tenía un show diario con mi esposo. Era un niño en cuerpo de hombre.
-Ups, perdón amor. Es que me emocioné, es como nuestro "besoaniversario".
-Emmett deja de inventar nombres extraños. – Lo miré y no pude aguantar más. Me reí tanto que llegué a parar al suelo. Mi risa hizo que Emmett se riera conmigo.
De pronto sentimos a Esme subir las escaleras. Seguro venía a ver qué pasaba.
-Emmett. – Dije muy bajo. - Ayúdame a doblar de nuevo las patas. Rápido.
Y a velocidad vampírica empezamos a doblar las patas de fierro para que se enderezara la cama.
-Chicos, ¿por qué tanto alboroto?, me atrevo a subir porque sé que no están haciendo nada malo. ¿Pasó algo malo?. ¿Los puedo ayudar?. – Esme ya estaba detrás de la puerta hablando. Nosotros ya teníamos la cama en pie.
-Pasa Esme. – la invité.
Esme entró echando una mirada a toda la habitación en busca de desastres. Emmett y yo estábamos sobre la cama como si estuviéramos regaloneando. Él jugaba con mi pelo. La miramos con cara de inocentes.
-Esme no hemos hecho nada malo. – dijo Emmett en un tono angelical.
Esme nos miró con los ojos entrecerrados. Se disponía a salir de la habitación cuando escuché un sonido que no quería oír. El fierro de la pata derecha de la cabecera no aguantó. La doblamos con mucha fuerza y se estaba rompiendo. Demasiado tarde, Esme ya lo había escuchado también y se quedó para ver el show. La cama cayéndose para el costado derecho. Yo rodando hacia el suelo y Emmett cayendo sobre mí. Ambos en el suelo nos miramos con cara de culpa. En realidad Emmett había hecho el desastre pero sabía que Esme se enojaría igual. Esa cama la había comprado para nosotros. Ella salió de la pieza con un portazo. Iba diciendo algo así como "estos niños no cuidan nada". Emmett se paró enseguida para seguirla y explicarle que él había roto la cama.
-Esme por favor, no te enojes, perdóname, yo salté sobre la cama. ¿Sabías que hoy es nuestro "besoaniversario"?, Esme por favor.
Decidí bajar para ayudarlo un poco. Carlisle hizo lo mismo. Ambos bajábamos las escaleras cuando pudimos oírlo. Toda la casa quedó en silencio. Edward estaba de caza así que no podíamos saber quienes venían. Eran dos. Y eran vampiros por que la velocidad a la que corrían era sobrehumana. Todos miramos a Carlisle para que nos dijera si era alguien a quien él esperaba. Él conocía más vampiros que nosotros, y era más probable que vinieran a verlo a él. Pero negó con la cabeza. Por la velocidad a la que venían estarían aquí en un minuto. Nos preparamos para cualquier cosa. Emmett se puse delante de mí, pero yo me corrí un paso hacia el lado.
Nuestros visitantes ya estaban en la puerta. El olor a vampiro nos confirmó las dudas. Entonces la puerta se abrió. ¿Ni siquiera iban a tocar?. Y apareció una mujer muy pequeña, de cabello negro y corto, con puntas en todas direcciones. Nos quedamos mirando incrédulos y un tanto avergonzados por que nos habíamos asustado por una joven de metro cincuenta. Pero entonces recordé que venían dos. Y detrás de ella aparece un joven que le pasaba dos cabezas a su pareja. Era casi tan rubio como mi cabello y sus ojos decían que no era vegetariano. Tenía muchas cicatrices de mordidas de vampiros en su cuello. Instintivamente Emmett se puso en posición de ataque. Él se veía peligroso. Cerraron la puerta y se quedaron parados frente a nosotros. La pequeña avanzó y se dirigió a nosotros.
-Soy Alice, y él es Jasper. Vinimos para quedarnos con ustedes.