|Capítulo dos|

Harry apretaba el nudo de su corbata mientras movía impacientemente su pie izquierdo, suspiró observando la caja de terciopelo que sostenía en sus manos, aquella simple caja le quemaba sus manos, esa caja contenía la unión en forma de anillos que se darían en la ceremonia religiosa, sus ojos ardían  como consecuencia de haber llorado toda la noche, ni siquiera se había tomado la molestia de ir a la despedida de soltero de Louis, suficiente tenia con ser padrino en esa boda.

— No esperaba verte aquí — escuchó una voz a su lado.

— Zayn, que sorpresa — estrecharon sus manos brindándose una pequeña sonrisa.

— Sí, desde el ultimó tatuaje que se hicieron no los he vuelto a ver,

Harry carraspeó: — Tal vez vaya pronto, necesito un tatuaje nuevo

— Yo... En verdad creí que terminarían juntos

Harry bajó la cabeza y respiró intentando ahuyentar las lágrimas: — Solo somos amigos — respondió observándolo.

Zayn río negando con la cabeza: — Pues para ser amigos tienen tatuajes muy profundos

— Son buenos tatuajes...

— No he dicho lo contrario,  simplemente son tatuajes de pareja — sonrió — ¿sabes Harry?, el tatuaje que más me gustó que eligieron fue el de la brújula y el barco, me encataba cuando iban a mi tienda porque dejaban una paz por horas y el olor del amor por todas partes, yo solo esperó que algún día puedan encontrar el camino de regreso hacia su amor, no me gustaría que terminaran como la espada y la rosa, porque yo sé que en este momento te encuentras así, sangrando en tu interior por una espada que se clavo en tu pecho y te dejó cicatrices abiertas — para ese momento Harry lloraba — esperó que puedas sacar esa espada Harry, porque aquel pedazo de metal, decidió dejar solo cicatrices, no se quedó para sanarlas — Zayn le tendió un pañuelo y una sonrisa melancólica para después irse hacia algún otro lado.

Harry se secó las lágrimas, y respiró profundo, ese día era importante, y esperaba que con esa ceremonia su corazón y su mente pudieran abrirse de ojos para ayudarle a olvidar esa triste demolición en su vida.

Miró hacia las nubes recordando con cariño las veces que salia con Louis a mirar las nubes acostados en la amaca de su patio, Louis tenia una imaginación tan grande encontrándole siempre forma a las nubes, formas que Harry jamás entendió.
Escuchó aplausos y el sonido de violines tocar la clasica melodía en una boda. Caminó para acercarse y observó llegar a Eleonor envuelta con un lindo vestido de encajes color blanco, adentro la esperaba Louis, los demás invitados comenzaron a entrar a la iglesia, Harry entró con ellos y se sentó en la primera banca, Louis lo miró con ojos húmedos y con una lágrima recorriendo su mejilla perdiéndose en sus labios, Harry le sonrió con melancolía llevando sus manos hacia sus ojos para secarlos. Se sentó y colocó la cajita sobre sus piernas, el sonido de los violines le aviso que la novia iba entrando, sus piernas estaban débiles y él no quería pararse, aún así lo hizo y le aplaudió a la novia. Volviendo a sentarse Harry se perdió en la tormenta de pensamientos que llovían en su cabeza.

Como un cortometraje, los momentos que paso con Louis llegaban a su cabeza, no quería dejarlo ir, lo amaba, él daría todo por él, estaba en esa boda solo porque Louis se lo había pedido, y él, como el estúpido que era estaba ahí. Tantas cosas habían vivido, tantas cervezas regadas, tantas caricias, tantas sonrisas y complicidades, él en realidad no sabia como enfrentaría un mundo donde Louis Tomlinson no estuviera.
Porque Louis iluminaba su mundo, Louis era la medicina que Harry necesitaba en su vida, y a pesar de todo lo que Louis había hecho, Harry no podía evitar pensar quien estaría ahí para guiar a Louis cuando llegará ebrio a casa y no pudiera ver las cosas con claridad, quien estaría ahí para abrazarlo en sus peores momentos, quien le cuidaría la espalda cuando la gente lo señalara y él ya no pudiera soportar la presión, esperaba desde lo más profundo de su pecho que Eleonor hiciera eso, que ella le prepara sus cafés amargos en la noche y que pusiera zanahorias en el desayuno, que no olvidará poner jugo de manzana ni cerrar las cortinas antes de dormir, para que al día siguiente a Louis no le molestará la luz de sol y amaneciera de buen humor, que no olvidará preguntarle a Louis como estuvo su día, porque a él le gustaba conversar de lo que había hecho mientras bebía un vaso de leche.

— Es tu turno — murmuró Zayn a su lado y Harry lo miró desconcertado — los anillos — movió sus cejas haciendo referencia a la caja.

Harry tomó la caja y se paró de inmediato caminando hacia los novios, abrió la caja esperando que cada uno tomará su anillo haciendo oídos sordos de lo que decía el sacerdote. Le sonrió a los novios, y observó unos segundos a Louis mientras Eleonor le ponía el anillo, se tomó la libertad de admirar por última vez aquellos ojos azules que había sido el mar en el que navegó por mucho tiempo hasta acostumbrase a sus turbulentas olas, hasta que finalmente, una tormenta lo alcanzó tirándolo hacia el agua helada despertándolo de su bella fantasía convirtiéndolo en un pirata que no sabía que rumbo tomar para volver al caminó de la felicidad.

Cerró la caja volviendo a su lugar sentándose con cansancio en su alma, hasta que cierta oración hizo palpitar con velocidad su alma.

— Si hay alguna persona que conozca algún impedimento para que esta boda no se realice, que hable ahora o que caye para siempre — y Harry quería ponerse de pie, decir que esa boda no podía ser sellada sin amor, decir que amaba al novio y poco lo interesaba si era una blasfemia, pero Louis lo miró con ojos aguados, pidiendo a gritos silenciosos que lo salvará, y Harry comprendió que él no podía hacer nada, porque el mismo Louis se había hecho su propio esclavo, haciendo propia su condena — si no hay nadie, entonces por el poder que me otorga nuestro señor Jesucristo, los declaró marido y mujer, puede besar a la novia — Louis lo miró por última vez y besó a Eleonor, los aplausos se escucharon como eco y Harry aplaudió ignorando a su corazón roto.