? Capítulo 2 – Una rosa entre cuchillas

El salón brillaba con candelabros de cristal y secretos no dichos.
Las copas de champán tintineaban sobre conversaciones falsas y risas peligrosas.
Isa entró como si no tuviera idea de lo que pasaba realmente.

Vestido lavanda.
Perlas en el cuello.
Una pequeña cicatriz en la clavícula que no intentó ocultar.
Sabía que él la vería.

Y lo hizo.

Elías Moretti no se acercó de inmediato. La observó desde la parte alta de la escalinata, un trago de whisky en mano y esa mirada que no solo desnudaba, sino que clasificaba, desarmaba y leía.

Ella mantuvo la sonrisa.
Lo sintió estudiarla.
Sabía exactamente qué pensaba.

"Frágil. Bella. Inútil."
Perfecto.

—¿Esa es la prometida? —murmuró Dante Russo, a su lado, con tono medio burla, medio duda.

Elías no respondió. Bajó la copa. Bajó las escaleras.
Cada paso sonaba como una sentencia.

Isa lo vio venir.
Alto, impecable, peligroso sin esfuerzo.
Su rostro parecía tallado en piedra; bello, pero imposible de leer.

Cuando estuvo frente a ella, no le ofreció la mano.
La miró como si esperara que ella hiciera el primer movimiento.
Pero Isa no era tan predecible.

—Señor Moretti —dijo, con una reverencia ligera, como una flor doblándose con la brisa—. Qué gusto conocer al hombre por el que mi padre está tan… aterradoramente interesado.

Una sombra de sonrisa cruzó los labios de Elías.
No era alegría. Era reconocimiento.

—No creí que vinieras —dijo él, por fin. Su voz era baja, sin prisa, como un disparo silenciado.

—Y perderme la oportunidad de ver cómo es la jaula desde dentro… ¿Quién podría resistirse?

Sus ojos se cruzaron.
Silencio.
Corte afilado en medio del lujo.

Él la evaluó. Otra vez.
Y por primera vez, dudó.

No era frágil.
No era inútil.
Y lo peor… no era suya. Aún.

—Bienvenida a mi mundo, Isadora.
—Oh, Elías. —Ella alzó su copa, suave—. No tienes idea de en cuál te estás metiendo tú.