? Capítulo 6 – Lealtades rotas y labios demasiado cerca

—¿Estás segura de que no fue una jugada tuya? —preguntó Isa, sentada frente a Elías en su despacho, cruzando las piernas con elegancia letal.

Elías no respondió de inmediato. Estaba de pie, junto a la ventana, con la mirada fija en los jardines donde horas antes casi la mataban.

—Si yo quisiera matarte, Isa… —comenzó con voz suave— no fallaría.

—Qué romántico.

—Te sorprendería saber cuántas mujeres encuentran eso atractivo.

Isa sonrió, pero no de verdad.
Era una mueca entrenada. Una que decía “no te creo, pero te sigo el juego”.

El silencio se volvió espeso.
La tensión entre ellos tenía filo.

—¿Y entonces quién fue? —preguntó, cruzando los brazos—. ¿Un mensaje para ti o una advertencia para mí?

Elías se giró. Caminó hacia ella.
Lento. Preciso.

—Fue un aviso para ambos.
—¿De quién?

Él deslizó un expediente sobre el escritorio.
Isa no lo abrió. Solo lo miró.
Elías notó eso, y su boca se curvó apenas.

—Lucien Lefevre.

Isa no se inmutó.
Ni una pestaña tembló.
Pero por dentro, lo sintió. Esa mezcla de ira antigua y dolor demasiado familiar.

—¿Mi hermano intentó matarme?

—No. Intentó matarme… sabiendo que podrías estar en medio.
—Típico.

Elías se sentó frente a ella. Por primera vez desde la cena, estaban a la misma altura.
Sin tronos. Sin público.
Solo ellos.

—Tienes enemigos en ambos bandos, Isa. Algunos por lo que eres. Otros por lo que creen que podrías llegar a ser.

—¿Y tú en qué categoría estás?

Él no respondió. Solo la miró.
Y ese silencio, esa falta de respuesta… fue más peligrosa que cualquier amenaza.

Isa se inclinó hacia él.
Muy cerca.
Lo suficiente como para que su perfume lo envolviera.

—Si vas a usarme como carnada, Elías…
al menos ten la decencia de avisarme.

—Y si vas a manipularme…
hazlo bien. Aún no me convences.

Ambos sonrieron.
Falsamente. Tentadoramente.
Como dos amantes al borde de un beso.
O de un asesinato.