(Alma)
Me despierto intranquila por la madrugada y miro el reloj. Nací a las dos de la madrugada, así que, oficialmente, ya tengo dieciocho años. Sinceramente, pensé que estaría más emocionada de lo que estoy.
Trato de volver a dormir pero no puedo, tengo mucha sed y me provoca un chocolate. Me debato unos minutos entre dejar el calor de mi cama o ir a saciar mi antojo y, para sorpresa de nadie, gana lo segundo. Me dirijo a la cocina intentando no hacer ruido. Hace más frío de lo normal, así que me rodeo con mis propios brazos. Al llegar, bebo un buen trago de agua y busco algo de chocolate. No encuentro nada.
«Es mi cumpleaños, al carajo», pienso, decidida en tomar un postre de la cafetería. El pasillo está oscuro, pero entra suficiente luz a través de la ventana como para orientarme. Aún así, me tropiezo con una caja que había olvidado recoger por la noche, y deseo que el grito que solté lo haya hecho mentalmente. Llego a la escalera y bajo frotándome los ojos.
Me planteo algunas preguntas existenciales: ¿Qué debería elegir? ¿Un brownie o un mousse? ¿Cuánto ejercicio tendré que hacer para quemar esas calorías?
Entonces, tras quitarme las legañas y ahogar un bostezo, veo al pie de la escalera algo que me deja helada y me obliga a detenerme a mitad del descenso. Se trata de la sombra de la muerte. Está inmóvil, con su rostro de calavera desde el que brillan unos intensos ojos negros, fulgurantes como carbón.
Siento que mi corazón se detiene. ¿Acaso es esto un infarto? Me tomo un segundo para sentir las señales de mi cuerpo, y noto que estoy temblando. Eso significa que estoy viva, ¿cierto?
Mi pulso se acelera y mil preguntas invaden mi cabeza. ¿Por qué está aquí? ¿Ha venido por mí? ¿Acaso mi destino es morir resbalándome de la escalera? Nunca pensé morir tan joven y, sin embargo, tengo a la sombra de la muerte frente a mí. Expectante.
No sé cómo debe reaccionar uno cuando se muere. ¿Debería decirle algo? ¿Acaso podré correr y esconderme?
La sombra empieza a subir la escalera. Una grada, dos, tres… Siento que avanza en cámara lenta, como si estuviera sumergido bajo el agua. Mientras más se acerca, el humo negro a su alrededor parece dispersarse, y distingo claramente una forma masculina vestida de uniforme negro, como de guardia de la Realeza. Al tenerlo tan cerca de mí, noto que el rostro de calavera es realmente una máscara. El aire a mi alrededor se torna frío, como si estuviera frente a la nevera abierta e, inoportunamente, pienso en chocolate.
Lo extraño es que, a pesar de tenerlo frente a mí, a tan solo un par de peldaños de distancia, siento que mi respiración se calma y hasta empiezo a sentir cierta paz. El antojo por algo dulce se agudiza hasta volverse casi en una necesidad. ¿Será acaso esa mi última voluntad al saber que estoy a punto de morir?
Parece analizar mi rostro, que imagino debe haber perdido todo el color.
—Llegó mi hora, ¿cierto?
La sombra parece sobresaltarse, y retrocede un par de peldaños.
—Tú… ¿puedes verme? —Pregunta, casi atragantándose con las palabras—. No debería ser posible…
Su confusión me desconcierta y, en parte, me alivia. Avanzo hacia él, y retrocede hasta llegar al pie de la escalera. Parece querer huir de mí.
—Sí, puedo verlo, como otras veces… pero siempre con personas a punto de fallecer. Por su forma de actuar, entiendo que no viene a llevarme con usted, ¿cierto?
Parece esforzarse por asimilar mi respuesta. Nunca pensé que el ser capaz de verlo sería algo tan extraño, después de todo hay muchas personas que afirman que pueden ver espíritus.
Retrocede unos pasos y me sorprende cuando acomoda una silla y se sienta en ella. ¿La Muerte puede interactuar con los objetos? ¿No deberían ser intangibles como los espíritus? La luz que se cuela por la ventana recorta su silueta y por un momento pienso que no se trata de un espectro sino de un hombre. Tengo muchas preguntas por hacerle, pero él es quien empieza a hacerlas.
—¿Me recuerdas? —dice con la mirada clavada en la mesa. Parece agobiado, pero su voz es profunda y cristalina.
—Mmm… sí. No es fácil olvidar cuando has tenido un encuentro con La Muerte —respondo, y me siento frente a él—. Hablé con usted cuando se llevó a mi abuela, aunque yo era apenas una niña… Por cierto, no le guardo rencor por ello.
—Ése no era yo. Debe haber sido otro Agente.
—¿Quieres decir que hay varios como tú? —Pregunto con sorpresa y curiosidad. Tenía sentido que La Muerte tenga empleados. Aunque se trate de una entidad sobrenatural, es improbable que pueda estar en todo el mundo al mismo tiempo. En la facultad me enseñaron que aproximadamente 150,000 personas mueren al año en todo el mundo. Más de 6,000 al día. 250 por hora. 4 por minuto.
—No debería revelarte más cosas, no es natural el que pueda conversar con una humana.
—Su voz no parece ser la de un espectro, suena muy humano —intento encontrar su mirada, pero parece evadirme—. ¿Tiene un nombre?
—Veintiséis.
—¿Esa es su edad?
—No, así me llaman.
—Eso no es un nombre, es un número.
—No necesitamos un nombre. Nos asignan un número según la región que nos corresponde.
Aunque por momentos parece dudar, sigue contestando mis preguntas como si fuéramos dos amigos que se encontraron en una feria, así que me aprovecho un poco. Seguramente Liz se moriría por… bueno, estaría fascinada, por tener la oportunidad de charlar con un Agente de la Muerte.
—Y dígame, ¿le agrada que le llamen así?
—No me molesta. A fin de cuentas, ya no recuerdo lo que era tener un nombre.
—Me parece extraño hablar con un número —reprocho y me cruzo de brazos—. Si no le molesta, ¿puedo llamarle Vein?
—¿Vein…? —Intento adivinar su expresión. Diría que de sorpresa, aunque su máscara no me permite leer sus gestos… asumiendo que tenga un rostro.
El susto inicial se transforma en curiosidad y hasta podría decir que la charla se siente amena. Tal vez por el simple hecho de no verle el rostro no me incomoda su presencia masculina. O quizá es solo que me transmite un sentimiento de paz e interés que no había sentido con ningún muchacho.
#288 en Paranormal
#7202 en Novela romántica
paranormal, romance con un ser sobrenatural, dos puntos de vista
Editado: 26.04.2025