Rosas negras y un listón

06. Madame Nyx

(Vein)

Llevo un par de días buscando a Quince. Ha sido agotador buscarlo por la ciudad mientras atendía a los trabajos que me encargaban sin poder cruzar el Velo. A pesar de no sentir cansancio físico, el estrés me consume por sentir que cada minuto sin solucionar este problema, es un minuto poniendo en peligro a Alma.

Quisiera poder viajar a la cabaña, solo ahí puedo aclarar mis ideas. Por ahora, lo más cercano que encuentro es un parque poco concurrido, donde un par de niños juegan vigilados por sus madres.

Cuando empiezo a rendirme, es él quien me encuentra a mi.

—¡Hola Veintiséis! —Saluda Quince agitando la mano, al reconocerme a la distancia. Su amplia sonrisa brilla en su rostro moreno, y me trae algo de calma en la tormenta.

—Quince, pensé que ya no te vería —saludé palmeando su espalda, como acostumbramos—. Por cierto, preferiría que a partir de ahora me llamases Vein.

—¿Vein? ¿Y eso? —Inquiere con sorpresa, y se toma un momento para pensarlo—. Creo que me agrada. Pero por qué…

—Tengo mucho que contarte —interrumpo, mientras tomo asiento en una banca del parque y lo invito a sentarse a mi lado.

Tras casi una hora poniéndolo al día con todo detalle sobre los últimos acontecimientos, ambos quedamos en silencio. Podría estar juzgándome y pensando en acusarme. Eso haría un buen Agente… No, sé que puedo confiar en él.

—¿Crees que haya algo en la Biblioteca que nos ayude a encontrar una salida? —Pregunto, en parte, para romper el silencio— ¿Cómo anular un trato con la Muerte?

—Tendré que averiguar, pero tomará tiempo… —ya me esperaba su respuesta. Se devana los sesos por un buen rato, pensando—. Ahora que lo pienso —dice por fin—, hay alguien que puede ayudarnos. Te advierto que no estoy seguro si nos ayudará, pero no se me ocurre nadie más por ahora.

—Espera, no me digas que es…

—Sí, la gitana.

Lo que me temía. También pensé en ella, pero no la conozco lo suficiente y no creo que confíe en mí, ni yo en ella. Quince es muy sociable y popular entre los Agentes, no me sorprende que se haya ganado la confianza de la gitana, a pesar de que es una humana.

—Nunca la he visto en persona. ¿En serio crees que sea buena idea? La última vez que fuiste a visitarla no hiciste más que quejarte.

—Fue un dolor de cabeza, lo admito —responde encogiéndose de hombros—, pero es la única persona que conozco que ha podido burlar a la propia Muerte. Si alguien puede ayudarte, es ella.

Madame Nyx es conocida entre los Agentes de la muerte, y varios han ido a visitarla alguna vez para llevarla al más allá, sin éxito. Debo admitir que me intriga conocerla.

Quince abre una puerta espiritual para poder viajar a través del Velo, y cruzo con él. Admito que empezaba a extrañar un poco esta sensación de ingravidez al cruzar, y me ayuda a sentir un poco de normalidad entre tanto caos.

Llegamos justo al interior de un apretado apartamento que parece más un trastero. Combina estilos arquitectónicos y de decoración variados y sin ningún criterio aparente, apenas visibles por las montañas de cajas y trastos. Un altar rústico y ecléctico domina el ambiente, sobre alfombras tejidas a mano y un gran número de maceteros con plantas variadas cerca de la ventana.

—¿Madame Nyx? —Pregunta casi gritando Quince, con la confianza de un vecino.

Nadie contesta. Me entretengo observando los cachivaches, cuando una puerta se abre con un chirrido. Una cabeza alargada de pómulos marcados se asoma y se acomoda las gafas. Es de mediana edad, pero unas profundas arrugas empiezan a marcarse en el rostro fruncido.

—¿Quince? ¿Tú otra vez? —Pregunta con voz ronca por el tabaco—. Que yo sepa, todavía no me toca morirme —hace una pausa y me examina con la mirada—. ¿Quién es tu colega?, a éste no lo he visto antes.

—Vengo por otro asunto Madame, no se preocupe —responde con una tranquilizadora sonrisa—. Cuando de verdad quiera llevármela no me verá venir —le guiña un ojo.

La mujer suelta una carcajada que no tarda en convertirse en un ataque de tos.

—Este es mi amigo Veintis… Vein —me rodea el hombro con un brazo, e intento forzar una sonrisa—. Tenemos un asunto que resolver y quisiéramos su opinión.

Madame Nyx aguza la mirada y, tras juzgarnos por un instante, nos hace un gesto para que pasemos a la habitación en la que está. Se trata de un consultorio de adivinación igual de atiborrado que el salón, y en cuyo centro hay una bola de cristal y velas encendidas alrededor.

—Tomen asiento —invita, señalando unos mullidos cojines en el suelo.

Obedecemos y, cuando Quince está a punto de hablar, ella le hace un gesto para que guarde silencio. Cierra los ojos y toma aire. Luego, frota la bola de cristal y se acomoda las gafas para ver en ella.

—Veo un futuro desalentador —dice, en tono solemne—, altos y bajos, claros y oscuros, un camino tortuoso espera en la senda del amor…

—¿Amor? —Interrumpe Quince, sacudiendo las manos—. No Madame, venimos a consultar sobre otra cosa.

—¿Ustedes dos no son pareja?

—¡No! —Respondemos al unísono.

—Entonces, ¿para qué me buscan? —Pregunta, decepcionada, cruzándose de brazos—. No puedo decirles cómo van a morir, porque ya están muertos.

—Usted es la única persona que ha podido burlar a La Muerte —interrumpo, apoyando mis manos en la mesita—, y necesito de su ayuda para salir de un problema.

—Eso ya es echarme flores —responde, tomando un abanico y aireándose—, solo hice un trato que me beneficiaba más a mi que a Ella, es todo.

Me dejó sin palabras. No era lo que esperaba.

—¿No le has contado nada sobre mi trato con Ella? —Le pregunta a Quince, y él se encoge de hombros, a lo que ella responde con un profundo suspiro.

—Verás, muchacho, hace mucho tiempo vino un Agente por mí, y le pedí hacer un trato con La Muerte. En la Entrevista, me explicó que si quería extender mi vida, tendría que trabajar para Ella luego de morir. Le ofrecí hacerlo en vida, y reducir mi servicio como Agente. Así, llegamos a un acuerdo: Me daría la habilidad de saber cuándo y cómo las demás personas morirían, y cada vez que se lo dijera a alguien por su propia voluntad, se le restarían algunos años de vida y los ganaría yo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.