Rosé

Capítulo 2

BRICE

Empieza el día con los gritos de los mellizos por toda la casa.

-¡Aisha, Marco bájense de ahí inmediatamente!- los gritos de Astrid mi hermana, resuenan por toda la casa mientras trata de poner a salvo a esas dos bolitas de grasa que no entienden lo que es peligro y aunque ya tienen 4 años, sigue siendo lo mismo desde que nacieron.

-¿Puedes bajarle a tus gritos?- voy caminando de mi cuarto a la sala.

-¿puedes cerrar la boca?-

Me encamino hacia la cocina a buscar algo de comer ignorando su comentario.

-¿Qué hay para desayunar?-

-Tus huevos pendejo- volteo a ver a la loca de mi hermana con el ceño fruncido por su típica respuesta, parece que se levantó de mal humor.

-Ah, gracias. De seguro está de lo mejor- digo metiéndome un pan con huevo a la boca, y salgo de ahí a buscar a bañarme.

Llegan las 5 de la tarde y mis compañeros no han dejado de llamarme para ver si estoy listo para la fiesta de esta noche, la cual no me emociona si no hay chicas lindas, así que ellos me prometieron que iban a llevar una.

Al momento en el que me adentro en la casa, Bratt y los demás salen a recibirme junto a una rubia de hermoso cuerpo, el vestido que usa apenas cubre la mitad de sus hermosos muslos y el escote deja ver con facilidad sus prominentes pechos, lo que me hace ver que sí cumplieron su promesa y no me quejo.

Pasamos al área de la piscina y ya siento que hoy me divertiré mucho, la rubia cuelga de mi brazo y siento un escalofrío en mi piel. Veo a todos lados buscando quién me observa... ¡bingo! La encontré, esa mirada. Está analizándome de pies a cabeza como si fuera la primera vez que me mira, nuestros ojos se encuentran y ella desvía la mirada en un gesto de incomodidad volteándose al lado contrario mío.

Con los chicos nos acercamos a saludarlas, todo normal pero la pelinegra se ve nerviosa; luego de saludar nos vamos a recorrer la casa que nos acoge.

Voy a la barra por un trago y ahí sigue ella, está sola y con la mirada perdida como si pensara en algo importante. Le hablé, y me sorprendió el silencio que reinó entre nosotros cuando me vio de cerca más detalladamente, y ahí lo supe, que podía entrar con ella, encontrar lo que hoy ando buscando y que en ella se ve fácil.

De un momento a otro ella ya no está a la par mía; tomo mi vaso de wiski y voy camino a la pista de baile, a lo largo logro ver a una persona que baila enérgicamente, meneando sus caderas de manera sensual. No logro determinar su cara, pero eso no me importa si sólo quiero bailar y ver si consigo algo más.

Cuando me voy acercando a ella, alguien se me adelanta y se pega a ella así que sólo me quedo viendo de lejos cuando la persona que menos pensaba voltea su cara hacia el chico- esa niña sí que sabe moverse, un motivo más para acercarme a ella- y le sonríe como si lo conociera. Empiezan a bailar ella con sus brazos rodando su cuello, él con sus manos llevando el ritmo de su cintura, y de repente entre tanta cosa sus labios se juntan en un beso desesperado al bit de la música y las manos de él empiezan a tocas más allá de sus caderas. Salen de la pista y van hacia el área de los cuartos, supongo que ella ya tiene diversión para esta noche.

Viendo cómo se llevaron a mi objetivo, entonces busco a la rubia de antes y empezamos a bailar entre toqueteo, besos y alcohol. Viéndonos en desesperación subimos en busca de un cuarto disponible, nos encaminamos a este cuando... unos gritos, sí unos gritos horribles se escuchan provenientes de uno de los cuartos, y no son gritos de placer.

Sé que no es asunto mío, así que sigo en mi camino mientras los gritos son más insoportables y nos vamos acercando al lugar en el que estos se originan. La puerta del cuarto está entre abierta y por la rendija logro ver a la chica de vestido rojo luchando con sus manos para que el chico no la siga tocando ni besando; de pronto mi cabeza se expande, siento que se hace grande al ver la situación de ella, no puedo dejar pasar esto.

-¡Suéltame!, ¡Déjame!- grita ella una y otra vez mientras suelta golpes inciertos.

No soporto más, suelto a la rubia que llevaba conmigo, entro al cuarto dispuesto a lo que sea y cuando toco el hombro del chico éste voltea su cara y dejo ir el primer golpe, ella salta del miedo al ver tal escena.

Le doy uno, y otro, y otro golpe en medio de mi enojo al no obedecer a las palabras de la chica de vestido rojo. Ella cae al suelo con su espalda contra la pared y entre sollozos se abraza a sí misma poniendo su pecho sobre sus rodillas. Me acerco a ella y veo su rostro rojo y mojado por las lágrimas, un tirante de su vestido desgarrado, no se ve nada bien se ve vulnerable y sus ojos se perdieron por un momento, como si estuviera viendo algo desagradable, el temor y la fragilidad se apoderaron de esos ojos negros.

-Rosé- logro ver cómo su cuerpo se estremece al hablarle, trato de agarrarla para ponerla de pie, pero en ese momento sus amigas abren paso entrando a la habitación, cuando ven la escena sus ojos se abren de tal manera por la sangre en el piso y su amiga tirada en el suelo luego me ven a mí y puedo ver la furia en ellos.

-¿Qué hiciste Brice?- esa pregunta resuena en mi cabeza, sacándome de mis cabales al poder notar las miradas sobre mí.

-La salvé de que este desgraciado le hiciera algo más-

-¡Pues eso no es lo que veo!- alza la voz Abdi.

-Vete ya, tu presencia no ayuda en esta situación, más en el lugar en donde estás- no logro asimilar las palabras, pero sí entiendo que están sospechando de mí, pinche vida y momentos inadecuados.

-No le hice nada- digo entre dientes cuando se acercan a Rosé, ellas le hablaban para saber que todo estaba bien, la levan y antes de irse una de ellas voltea a mí.

-Cuida tus bolas niño de intercambio, no tengo ganas de comer huevo revuelto en el desayuno – no entiendo por qué hoy todos mencionan mis bolas.




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