Rosé

Capítulo 7

ROSÉ

Estoy en la que fue nuestra casa de nuevo, no necesito echar un vistazo porque ya la conozco y sé qué está pasando aquí. Muevo mis pies, temerosa de lo que vaya a ver, camino hasta ese cuarto en donde estuve viendo esa espantosa escena.

Tengo miedo.

Pero no me detendré, necesito descubrir más.

Tomo valor y entro a la habitación, nadie se percata de mi llegada, como si sólo yo pudiera verlos.

Y ahí está mi yo pequeña con mi amiguita, desnudas frente a frente sentadas en la cama de este morboso. El hombre sigue sentado con la silla al revés, a ahorcadas reposando sus brazos en el espaldar de esta con la barbilla encima, expectante ante las dos niñas.

Joder, sólo son unas niñas ¿Qué tiene él en mente?

-Bésense- ¿Qué… acaba de de… decir?- ¡AHORA!- grita desesperado con los ojos sobre saltantes. Al ver que ninguna de las dos hace nada se levanta, con violencia agarrarla carita de mi amiga y empieza a besarla.

Qué asqueroso.

Su boca es demasiado grande para ella, así que la niña queda sin saber qué hacer, en sus ojos hay perdición, no sabe lo que pasa.

-¿Ya entendieron lo que van a hacer?- les ordena cuando ya ha separado su asquerosa boca de la otra niña dejándola babeada y con los labios maltratados.

Vuelve a su silla- ahora bésense- las niñas se quedan viendo, dudando en hacer, pero poco a poco empiezan a acercarse cumpliendo la orden.

-Ahora tóquense- empieza él a señalar y nombrar nombres del cuerpo de cada una y las adiestraba a su manera para que hagan lo que él quiera.

Su mirada… en su mirada, hay morbo, de todo lo feo que hay en este mundo.

Sus ojos brillan de placer y empieza a masajear el bulto en su pantalón, cierra los ojos lentamente y vuelve a abrirlos, disfrutando lo que ve.

Caigo en cuenta, de que es mi yo pequeña quien está ahí, de quien se aprovechan de mi junto con mi amiga, y de sólo verlo mi pecho empieza a apretarse, mi corazón palpita fuertemente, tanto que escucho el palpitar en mis oídos. Me falta aire, no hay aire aquí, necesito aire, la casa está encerrada, un hormigueo empieza a surgir en mi pecho y sube hasta mi cara.

Ya no aguanto, llevo una mano a mi pecho sintiendo el dolor y presión en él.

Ya no puedo seguir viendo esto.

Quiero salir de aquí, quiero salir de esta pesadilla, quiero gritar pero no encuentro mi voz, quiero correr pero me pesan los pies. Estoy desesperada y ya no sé qué hacer, me voy a morir, siento que mis pulmones van a estallar y mi corazón en cualquier momento va a parar.

Caigo al suelo de rodillas y como si fuera magia, el hombre logra verme, esos ojos negros llenos de lujuria se encuentran con los míos y el miedo, el terror, me inunda, sintiendo que ahí frente a mí se encuentra el mismo demonio.

Por lo menos, ví sus ojos, ese color diabólico.

Abro los ojos de golpe y me siento sobre mi cama apoyando mi cuerpo al respaldar. Lo único real de la pesadilla es que no puedo respirar bien, mientras más rápido y fuerte respiro menos siento el oxígeno llegar a mi cuerpo.

Temiendo lo peor bajo rápidamente de mi cama dirigiéndome a la ducha, me meto bajo el chorro con todo y pijama. El agua fría corriendo sobre mi cuerpo logra despertarme un poco, me abrazo a mí misma cruzando mis brazos poniendo las palmas de mis manos sobre mis hombros como una mariposa, y empiezo a imaginarme las hojas de los árboles caer mientras voy contando una por una. Al lograr distraer mi mente logro regular mi respiración… entonces recuerdo todo, la pesadilla.

Ni siquiera sé si es pesadilla, se sintió… tan real, como si de verdad pasó y de sólo pensarlo me parte el corazón, el verme tan frágil me hace quebrarme y empiezo a llorar en la ducha, me quito violentamente la ropa encima de mí, agarro jabón y empiezo a restregar mi piel.

Restriego, enjuago, restriego, enjuago y de nada sirve repetir el proceso porque me sigo sintiendo sucia, como si realmente pasó.

Ahí inservible e inútil llorando sin consuelo tumbada en el suelo, ese sentimiento ha vuelto, esas risas y esa alegría que tenía se esfumó como si nunca hubiera estado aquí.

¿Y si mis pesadillas son reales? –Tengo miedo-

¿Y si eso era a lo que se refería mi papá cuando dijo que tenía que recordar?

Soy fea, no valgo nada, ya nadie me va querer, estoy sucia- pienso-

Si todo es real, el vacío que ahora tengo se hará más profundo, añorando tener lo que una vez me quitaron.

Mi inocencia.

 

***

La vida sigue y no hay tiempo que perder, podría faltar a clase y mi mamá podría llamar al colegio para decir que me encuentro mal pero no quiero eso, tengo responsabilidades y no debo desligarme de ellas aunque no me sienta bien.

Necesito despejar mi mente.

Decidí no decirle nada a mis padres ni a Andrés, no quiero ser una carga para ellos, ya se han preocupado demasiado por mí hasta ahora, yo tengo que hacerme responsable de mi vida no debo depender ni esperar algo de los demás, sea quien sea.

Esta es mi batalla y lucharé en ella.

Esta maldita sensación vuelve de nuevo, el querer llorar todo el tiempo, pero lo reprimo; me siento la peor cosa del mundo y aunque nadie me esté juzgando, sé que no hay nada peor que juzgarse uno mismo.

Las inseguridades volvieron más fuertes que la última vez, cada que una persona pasa a la par mía tapo mi cara para que no vean mi aspecto, o volteo la cabeza para que no me vean mi cara por completo.

Me puse ropa holgada, no quiero que mi figura flaca se vea, hoy no soportaré esos comentarios que me dicen a diario.

Tienes que comer más…

Estás bien flaca, ¿No comes?...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.