ROSÉ
Todos hemos tenido una persona cercana a nosotros en nuestra infancia y que por motivos desconocidos terminamos separándonos, no porque se pelearon sino porque las circunstancias de la vida así lo quieren.
Así me pasó a mí. Abdi y yo nos conocemos desde que yo tengo memoria, hemos pasado primaria juntas y parte de la secundaria, ya que ella no estudió conmigo por 2 años cuando se fue a vivir a otro lugar temporalmente. En esos dos años nos distanciamos y cuando ella volvió no era lo mismo que antes, lo bueno es que se integró al grupo bastante rápido y ahora somos inseparables como ya saben.
Pasamos juntas la mayor parte del día en el colegio, a veces por las tardes salimos a tomar algo luego del colegio, hacemos pijamadas, nos colamos a una fiesta de vez en cuando… en fin, somos un desastre.
Pero, a ellas no les cuento mis secretos como lo que pasa actualmente en mi vida. No porque no confíe en ellas, sino porque no creo que tengamos una conexión tan fuerte como para contarles esa parte de mi vida… pero con Abdi es diferente, a ella sí le puedo contar, ella fue mi mejor amiga por años, nos cubrimos la espalda muchas veces, nos metíamos juntas a la cocina a robar comida a la mitad de la noche, si ella comía algo y yo no ella me daba la mitad y así compartíamos.
Somos más que amigas, como hermanas, la hermana que nunca tuvimos decimos siempre. Abdi es hija única y yo sólo tengo un hermano mayor.
Quiero un plan, para eso necesito una persona involucrada en todo esto y Abdi es mi mejor opción, tiene todo lo ideal para esto. Confío en ella, puedo abrirme con ella fácilmente y sé que no va a juzgarme… aunque eso no es lo que me preocupa realmente, lo que más miedo me da es que en esta situación logre descubrir más cosas que no sé.
Estoy herida, dolida… no sé si pueda aguantar más.
No soportaré otro secreto, suficiente con saber que mis padres están casados por contrato y que no se aman; que mis pesadillas son recuerdos, que mi primo tiene que ver con ese suceso… y lo que aún me falta por saber ¿Por qué no querían que yo me diera cuenta?
Entramos a su casa, sus padres llegaron del trabajo muy cansados y se fueron a dormir me dijo ella, así que subiríamos inmediatamente a su cuarto.
-Me prestas el baño, voy a cambiarme- digo cuando ella estaba acomodando las chucherías para comer.
-Okay, no tardes.
Me pongo mi pijama favorita de Winnie Pooh, lavo mis dientes, lavo mi cara me aplico mis cremas y ya luego de mi rutina de noche salgo para sentarme a la par de Abdi.
Estamos sentadas en el suelo al final de su cama, ella arregló todo antes de que yo llegara. Un edredón puso en el suelo, lo cubrió con una sábana suavecita que amortigua el frío, también una mesita pequeña donde hay agua, jugo, y todo tipo de botana. Frente a nosotros el televisor listo para reproducir la peli.
Decidimos ver algo antes de hablar, de todas maneras tenemos toda la noche para eso. Vimos la peli y nos encantó la verdad… y es que es nuestra peli favorita ya la hemos visto miles de veces y no nos aburrimos.
-Bueno, empecemos con esta shit- la volteo a ver riéndome y es que ella es tan así, dice las cosas sin rodeos.
-Te he dicho todo, pero sin detalles ¿Qué dudas tienes?-
-Tengo una duda.
-Bien.
-Es respecto al hombre que viste en la puerta de la bodega- por mi mente se repite el recuerdo – ¿tienes una idea de quién puede ser?
-No lo sé, quisiera ver la grabación de la cámara de seguridad pero ya sabes que no me dejan entrar a ese cuarto.
-¿Y no le viste alguna marca o algo?
-Nada, sólo le ví la mano y logré ver que es mano de hombre por las venas, porque la mano era grande también.
-Sea quien sea es alguien que te conoce y escuchó toda la conversación de tus padres, por lo cual debemos descubrir rápidamente de quién se trata.
-¿Y cómo se supone que haremos eso?
-Simple- sonríe maliciosamente.
-No Abdi, no empieces, das miedo- su sonrisa se ensancha.
-Necesitamos ver las grabaciones de las cámaras para saber quién es.
-Y con eso me estás diciendo que entraremos a escondidas.
-Claro, latita de atún…
-Ayyy, Abdi ya no me digas así.
-¿Por qué? Es gracioso recordar que…
-Ya cállate- le tapo la boca con mis dos manos y empezamos a forcejear.
Entre risas la guerra de almohadas no se hizo esperar, correteamos por todo el cuarto riéndonos, tirándonos chucherías y de todo lo que encontráramos en el camino.
Cuando de pronto un ruido nos distrajo…
-No…- dice ella en un jadeo.
-No me digas que- la quedo viendo atónita.
-¿Por qué ahora?- se pasa las manos por la cara frustrada.
-Creo que tendré pesadillas- digo paralizada.
-¿Hay algo peor que escuchar gemir a tus padres?
-No lo sé, tú dímelo. Yo nunca los he escuchado.
-Porque no se acuestan.
-Por esa parte agradezco el contrato.
-Vamos a dormir mejor- se encamina a su cómoda y veo que busca algo.
-¿Qué buscas?- se da la vuelta y en sus manos trae unas cositas pequeñas, como pelotitas.
-Son para no escuchar nada y dormir tranquilamente, a veces las uso, toma estas.
-Te lo agradezco- digo resoplando.
-Se nos arruinó la noche.
-Para la próxima invítame cuando tus padres no estén en casa.
-Deberían poner paredes insonoras
-Mejor durmamos.
Una extraña sensación se instala en mi pecho, como si algo no estuviera bien… claramente nada está bien, pero falta algo, sé que hay algo más, algo muy importante, lo presiento.
Una tormenta se avecina…
***
BRICE
El cielo está oscuro, el día gris, es como si supieran que hoy la extraño más que nunca, como si recordara que aún me duelen los golpes y los gritos dentro de la que un día fue nuestra casa.