Rosé

CAPÍTULO 14

ROSÉ

Estoy en mi antigua casa, el sol está puesto y el viento entra por la ventana en la que estoy observando a dos niñas jugar. No parece haber mucha diferencia de edad entre ellas por lo que se ve que se están divirtiendo demasiado. La más grande voltea su cara hacia mí agitando su mano para que vaya donde están ellas, una gran alegría invade mi corazón y salgo corriendo para ir con ellas.

Cuando salgo de la casa inmediatamente me transformo en mi yo de 4 años, dejo de tener el control y veo cómo actúo de manera automática.

- Hola- saludo tímidamente.

- ¿Por qué la invitaste? Te dije que no la quería aquí- le reclama la niña de cabello rubio.

- No seas mala Gaby- se voltea hacia mí- Hola, ¿eres nueva?

- Sí, hace poco venimos aquí.

- Podemos ser tus amigas- me sonríe- Ella es Gaby.

- No me gusta que me llames así- se cruza de brazos y ella se ríe.

- Dime, ¿cómo te llamas?

- Soy Rosé.

- Ah, Flor. Muy hermoso tu nombre- se acerca y me abraza.

- Soy Rosé, no flor.

- Mucho gusto Flor, Yo soy Adriana.

 

Siento ser zarandeada por mis hombros, abro lentamente los ojos y al hacer contacto con la luz hago una mueca de disgusto. Siento que la cabeza me va a explotar, veo a Brice sentado a la orilla de la cama y Abdi frente a mí.

- Dios, me diste el susto de mi vida.

- Pensé que estabas en coma.

- Yo creí que estaba muerta.

- Eres tan cuidadosa con tus palabras- dice Brice con marcado sarcasmo.

- No tengo problema con decir las cosas como son.

- Cierren la boca- logro articular acomodándome en la cabecera de la cama.

- ¿Cómo te sientes?

- He estado peor.

- Te preparé un baño- me dice Abdi- te acompaño.

Ayudan a levantarme, uno a cada lado yendo a mi ritmo ya que estoy caminando muy despacio y no me siento bien. Cuando entramos al cuarto de baño una arcada sale de mi boca, caigo directamente sobre el retrete y empiezo a sacar todo, uno de ellos ata mi cabello mientras yo siento que se me están saliendo hasta los intestinos.

Me levanto, lavo mis dientes y con la poca fuerza que me queda entro a la bañera con todo y ropa.

- Quiero estar sola- les digo. No contestan, pero escucho sus pasos alejarse.

Mis ojos se cierran por inercia, mi mente está en blanco ya no sé ni qué pensar, quisiera preguntarles cómo fueron las cosas, pero no sé si quiera saberlo. De repente mi pecho empieza a doler, me duele respirar y la tristeza me inunda dando paso al llanto. Un llanto donde ni siquiera tengo fuerzas para sollozar, las lágrimas salen por sí solas sintiendo mi alma ahogarse en ellas.

Salgo luego de un tiempo, cuando pongo un pie fuera de la bañera caigo como un costal porque no pude sostener el peso de mi cuerpo, de la nada empiezo a respirar demasiado rápido, siento que voy a morirme, las lágrimas ruedan mis mejillas y mi cuerpo empieza a temblar.

Unas manos yacen sobre mí y la voz a lo lejos no logro entender, sólo siento como me levantan mientras la oscuridad de apodera de mí.

 

BRICE

No es fácil asimilar que tus padres están casados por contrato, luego que te adoptaron y que fuiste agredido sexualmente. Puedo ver en su cara lo difícil que es mantener los ojos abiertos, quisiera poder solucionar eso de una vez, pero claramente no es posible,

No me queda nada más que estar a su lado para que cuando sienta desfallecer se apoye en mí y si cae, caer con ella, levantarnos juntos y seguir.

De eso se trata...

Un golpe en seco se escucha proveniente del cuarto de baño, me levanto como un rayo para entrar, pero Abdi me detiene.

- Quizá esté sin ropa, yo entraré primero- asiento sin articular palabra y ella abre la puerta. Espero afuera hasta que escucho su llamado.

- Brice entra, es urgente- no espero más para entrar.

La veo en el suelo con la ropa aún puesta y empapada, tiene dificultad para respirar, está llorando y temblando.

Mis hombros caen junto con mi corazón al verla, lo que me recuerda a Mamá cuando luchaba con sus problemas respiratorios que empeoraron al momento que obtuvo esa enfermedad.

No la veré desfallecer a ella, no perderé a alguien más. Me acerco rápido y la levanto en mis brazos para encaminarme al hospital.

- Corre y enciende el carro- le ordeno.

- Está bien- dice y empieza a correr delante de mí.

No hay nadie en la casa, ya es tarde y andan trabajando. Abdi habló con ellos y entendieron dándole las gracias por preocuparse por ella.

Hipócritas doble moral.

El camino al hospital es eterno, trato de apurar a Abdi, pero me dice que me relaje lo que me pone más ansioso.

Al llegar a emergencias la transportan en una camilla, piden sus datos y empiezan con el control de signos vitales, preguntan si tiene alguna otra enfermedad, qué relación tenemos con ella y muchos datos más.

Abdi se queda con ella mientras yo voy a firmar su ingreso al hospital, pasará dos días aquí por deshidratación y anemia. Me pregunto qué tan descuidada debió ser para estar así de enferma.

Luego de los papeleos subo al cuarto donde está ella, con un suero a chorro, hay enfermeras tomando muestras de sangre y yo no puedo estar más ansioso por que se mejore. Las enfermeras salen luego de darnos algunas indicaciones y me siento en la silla a la par de Abdi.

- Hay cosas por hacer- le digo.

- Yo me quedaré con ella.

- Me parece bien. Cualquier cosa me llamas, por muy pequeña que sea, no dudes en llamarme.

- Lo tendré en mente.

- Quiero que me avises cada seis horas su condición, todo lo que digan los médicos.

- Ya entendí- me mira mal.




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