Rose | Híbridos Rebeldes 2

4. Atracción irresistible

CAPÍTULO 4

Me daba tres segundos de ventaja, y yo no podía apartar mis ojos de los suyos porque me encontraba atrapada por su mirada determinante y sombría. Estaba tan asombrada por sus palabras que me resultaba difícil procesarlo, aquello había sido como un ultimátum, no dejaba de mirarlo y nuevamente me repetí lo bien que le resultaba ocultar sus emociones. Pero, justo después de ese pensamiento, él torció un gesto de lo más atrayente, volviendo loco a mi corazón y a mí misma.

El latir desbocado de mi corazón le hizo ampliar su sonrisa al mismo tiempo que alzaba su pulgar derecho, y cuando alzó el índice me di cuenta que estaba contando… El tiempo que me quedaba era demasiado corto, debía admitir que anhelaba ese beso mucho más que él, pero algo en mí me impedía dar ese sí, ese que cambiaría las cosas aún más, ese que me haría perder la noción del tiempo, ese que lograría expandir la llama que crepitaba en mis adentros, convirtiéndolo en fuego, únicamente por él.

Por más que hayan transcurrido nueve días, yo aún tenía muy presente lo que ocurrió con Hareth, y me daba miedo volver a lo mismo, pero con otro. Me daba pánico volver a confiar y salir nuevamente con el corazón hecho añicos, ese que justo ahora parecía mucho más vivo, latiendo como si lo estuviera haciendo por última vez.

Mi pulso estaba completamente acelerado, estaba atenta a su próximo movimiento, sintiendo el subidón de adrenalina como si verdaderamente corriera peligro, y quizá lo hacía.

Entonces, como si me hubieran tirado un jarrón de agua fría en plena mañana; reaccioné, di un paso atrás, y antes de que Aedus alzara el tercer dedo le dije todo con la expresión que surcó en mi cara.

Me giré con una decisión martilleándome en la cabeza, repitiéndomelo una y otra vez, suplicando que sea la correcta, que de verdad no me haya equivocado.

Le dediqué una mirada retadora junto a una pequeñísima sonrisa antes de dar la vuelta y correr, bajando la pequeña colina verdosa a una velocidad realmente rápida. Y ahí lo sentí, la súper velocidad activándose, como los sentidos que ya creía agudizados se volvían mortales, y la fuerza expandiéndose por mis extremidades del mismo modo que una extraña sensación se hacía presente. Luego, cuando ya me adentré en el bosque en apenas segundos, o microsegundos, una sacudida de poder quería emerger de mis manos. 

Sonreí sin poder evitarlo, todo se sentía increíblemente bien, me sentía tan libre por primera vez.

Mi cabello estaba suelto y ondeaba en la brisa, por fortuna llevaba puesto un pantalón deportivo y una de esas camisetas negras, un vestuario que se le puede colocar fácilmente a una persona inconsciente. Las botas resultaron ser cómodas a pesar de no aparentarlas, gracias a aquello me estaba resultando sencillo desplazarme entre los árboles, probando mi nueva agilidad.

De pronto, me dio curiosidad de verlo, observé por encima de mi hombro y no vi a nadie. Me había alejado demasiado, tanto que ya estaba saliendo del bosque hacia una parte despejada de árboles, y ese lugar se me hizo conocido.

Aminoré mis pasos hasta detenerme por completo, miré con cautela hacia mis costados mientras daba lentos pasos en el proceso hacia ningún lado en particular. Me centré en el sonido, no había nada raro y por más que observara, ni rastros de Aedus.

Entonces, justo por detrás de mí, lo sentí, me giré al instante y era él, Aedus había aterrizado totalmente impecable, tras bajar de la cima de un árbol. Me moví por instinto, antes de que lograra atraparme, volví a correr, esa vez teniendo presente que él estaba cerca, muy cerca de mí. Me pareció oír su risa, pero no me detuve ni me giré para comprobarlo.

No podría describir muy bien qué estaba sintiendo en aquel momento porque la verdad es que todos mis sentimientos, todas mis emociones parecían haber colisionado, creando algo realmente indescriptible pero absolutamente agradable. Estaba alerta a todo, pero sonreía en todo momento, y entonces fui capturada.

Su mano se aferró en mi antebrazo derecho, sujetándome con rapidez también por el abdomen, reteniéndome y presionándome contra su pecho.

—¿De qué estas huyendo? —dijo con una voz tan sensual que me causó espasmos deliciosos, sonreí como nunca lo hice al mismo tiempo que contenía mi respiración, mis labios se entreabrieron, queriendo emitir un sonido de satisfacción al tenerlo tan cerca—. ¿De ti o de mí?

Me costó respirar, su pregunta me hizo pensar durante un breve momento. A pesar de que su mano siempre estuviera fría, yo sentía un calor intenso por donde me tocara. Mi cuerpo desprendía puro fuego y el suyo emanaba un frío penetrante, y juntos creaban una sensación tan extraña como placentera.

Obtuve la respuesta que meditaba, no necesité mucho tiempo porque desde un inicio supe lo que quería. Aunque requería volver a considerarla y repetirme que era la correcta, únicamente tenía que dejarme llevar. Y tanto mi mente como corazón solo decían su nombre; lo quería a él. 

—¿Y qué crees tú? —pude decir, sin intenciones de voltear.

—Yo nunca creo, Rose, yo siempre estoy seguro —nuevamente lo dijo con una voz que me dejó temblando en sus brazos, su tono fue suave, aterciopelado y caliente, simplemente devastador. Él destruía las barreras que yo interponía entre ambos, una que supuestamente debía protegerme de él, de no dejarme llevar, y me estaba resultando tan difícil, era demasiado complicado no caer en sus pies. 

No sabría describir muy bien cómo fue mi expresión cuando giré a verlo, estaba seria, asombrada, cautivada…

—¿Qué me estás haciendo? —dije en voz baja.

—Nada, no hace falta hacer nada porque tú eres para mí, al igual que yo para ti, la atracción que hay entre tú y yo es irresistible, solo déjate llevar.

—Me vas a arrastrar a un infierno delicioso, Aedus Sallow.

Él sonrió, sus ojos chispearon  a causa de su emoción.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.