Rose | Híbridos Rebeldes 2

25. Amor enfermizo

“La oscuridad se combate con luz, y esa eres tú”

Se produjo un silencio expectante ante las últimas palabras de Eden.

Las absurdas palabras por parte de Neira quedaron completamente olvidadas, ahora todos me veían a mí. Cada uno de los presentes había observado en la misma dirección que Eden Dell casi al mismo tiempo que ella, poniéndome en una situación incómoda.

Solo estaban transcurriendo segundos, pero yo estaba sintiéndolo como una eternidad. Por eso mismo, la tormentosa furia que sostenía con fuerza en mi interior se fue calmando, las oleadas de emociones negativas habían subido en mí como un tsunami capaz de destruirlo todo: queriendo destruirla a ella. Porque ¿cómo se atrevía a expresarse así?

—¿Ella? —La hechicera rompió el silencio, su tono de burla no le pasó desapercibido a nadie, me observó de una manera despectiva y prosiguió—. Díganme que es una jodida broma porque ¿en serio? Ella no podría siquiera soportar estar cerca de esa criatura, el aire que desprende asusta y esta chiquilla flaquea con cualquier cosa fuera de lugar.

—¿Y tú quién te crees para subestimarme de esa manera? —exclamé con la tempestad volviendo a emerger con todo, tuve que contenerme mucho para no saltar sobre ella. Pero si se atrevía a decir otra de sus tonterías, no tendría de otra que permitirle a mi lado salvaje dominarme por completo.

—Yo sé lo que digo —Neira me miró, su mirada oscura se tornó más seria—. Dudo mucho que resistas al aura de la criatura, el corriente de pánico que te inunda cuando estás cerca de ella es tan aterrador que te hace pensar dos veces si quieres seguir adelante. Y ya me estoy imaginado ese momento, ya te veo salir despavorida de esa cueva: sin éxito.

—Ya cállate, Neira —expresó Hareth con una nota de seria, sus ojos encontraron los de ella, la expresión de él mostraba una absoluta molestia, una parte hacia ella y otra hacía sí mismo—. Hiciste que desistiera a matarte, hiciste que este maldito lazo me impidiera hacerte daño, pero ¿sabes qué? Tú solo logras empatizar con mi lado humano. Sé que si le doy el control al animal que soy, apagando todas las estupideces que me haces sentir, podría terminar esto que me hiciste detener.

—Tú te detuviste solo, Josh. Y sea cual sea la forma en que planees deshacerte de mí, no podrás, eso que sientes por mí siempre te detendrá.

—Eres despreciable —bramó el lobo expresando una evidente ira contenida, sus ojos ardían por la molestia que le representaba conocer y corroborar ese dato—. Y por esto mismo, jamás te perdonaré, ya desistí de cualquier misericordia contigo; no mereces nada de mí.

Durante un instante el dolor cruzó por el rostro de Neira, viéndose sumamente lastimada, pero rápidamente lo había corregido esbozando una sonrisa de labios pegados, adquiriendo una expresión que indicaba: no me importa.

—Yo merezco todo de ti porque soy la única que te quiere de verdad —contestó ella en un tono serio—. No lo hago como ella, no te doy mi amor a medias. Es ella la que no merece nada de ti, no te ama lo suficiente porque permitió que alguien más se metiera en su vida. La persona que te ama solo te ve a ti, y eso es exactamente lo que me pasa contigo: tú eres lo único que yo logro ver.

Hareth no dijo nada más, él permaneció callado y serio, manteniendo una expresión imperturbable, viéndola fijamente. Pero yo noté un asomo de dolor y resentimiento en sus rasgos.

Y entonces Eleonor habló, enfatizando su molestia.

—Si vuelves a dirigirte a él de esa forma y más delante de mi hija, no me importará nada a la hora de que mis manos busquen tu corazón para estrujarlo arrancándolo de ti. Y no tomes esta amenaza en vano porque todos pueden corroborarte que soy capaz de eso y más —le dijo a Neira ocasionando que ella la mirase de una manera incrédula, luego trasladó sus ojos de mi madre a mí conteniendo la misma incredulidad, solo que ahora también había burla y diversión en esos ojos negros, vacíos y maquiavélicos.

—¿Es que la niña de mami no es capaz de defender “lo suyo” por si sola? ¿Por qué tu mami es la que me amenaza y no tú? —Cuestionó, después observó hacia Hareth—. ¿Lo ves, mi amor? Ella no te quiere, su amor por alguien más está por encima del amor que siente por ti y tú no mereces esa humillación…

Neira no sabía lo mucho que me estaba conteniendo, pero como mencioné anteriormente; explotaría si ella volvía a decir una de sus tonterías, y lo hizo, así que yo también lo hice.

Primero noté el amago que realizó mi madre para aproximarse hacia ella, con la advertencia de muerte estampado en su cara. Pero alguien detectó ese movimiento y le impidió dar siquiera ese primer paso, y fue Glory, la retuvo con una fuerza invisible, obligándola a quedarse plantada en el suelo sin poder mover un solo musculo. Pero nadie me detuvo a mí, tal vez creyeron que no volvería a intentar atacarla.

Todos me subestimaban, y no deberían hacerlo. Primero y principalmente ella, Neira.

Era una vampira y una licántropo. Y la que me pedía salir era ella, mi loba. Mi cuerpo que siempre se encontraba en una temperatura media, entre el frío y calor, ahora se encontraba totalmente caliente haciéndome saber de esa forma que quiera o no, ella emergería y defendería lo suyo.

Así que cuando corrí hacia Neira, que se encontraba a tan solo unos diez metros de distancia, lo hice con la velocidad de vampiro llegando en un tiempo inimaginable lo suficientemente cerca de ella como para transfórmame en tan solo segundos en la loba rojiza que quería destriparla por completo.

Yo jamás había asesinado a alguien, ni siquiera me había atrevido a alimentarme de carne cruda, a cazar como los lobos. Pero ahora, las ganas de esparcir su sangre por doquier estaban superando mi cordura. Y fui por ello, la empujé con fuerza con mis patas delanteras logrando que bruscamente su cuerpo fuese a parar a unos tres metros de mí. Su espalda quedó estampada en el suelo y yo fui sobre ella, ubicando mi cuerpo sobre el suyo, encorvada, con mi pata delantera y derecha lista para presionarse en su cuello. Mis gallas ya anhelaban adentrarse en su garganta, y cuando lo hiciera luego solo faltaría meter de lleno mis colmillos en su piel para desgarrarla por completo, sacudir su cuerpo hasta sentirme saciada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.