Rose | Híbridos Rebeldes 2

34. El templo

Rose

Hice lo que creía correcto, no lo que dictaba mi corazón.

Supe que era él justo cuando me demostró una vez más que mi opinión le importaba, cuando una vez más decidió apartarse para darme el espacio que requería necesitando ordenar mis sentimientos. Y lo hice y reconocí que con él todo siempre fue superior.

Con Aedus todo siempre fue diferente.

Mis uñas se presionaron ligeramente contra mis palmas, ejercí presión en mis puños notando las ganas de seguir mis instintos, mi naturaleza exigía liberación. El soplo del amanecer ondeó mi cabello y activó más presiones en mis demandas sobrenaturales.

Solté un suspiro de resignación, di un paso atrás y de pronto frené con mi idea, dejé paseando mis dedos sobre la baranda de concreto durante unos pocos segundos, meditando mi pensamiento, quedando con una expresión ausente, muy pérdida en el ayer.

Y recordar lo que sucedió produjo que algo dentro de mí se apagara más, dejándole más lugar a la sensación rabiosa que burbujeaba en mi interior.

De pronto estaba pensando mucho en mí y en lo que vendría a continuación. Y de la nada, reaccioné y le accedí el control a ese lado de mí que solo quería huir lejos.

Salté sobre la baranda y dejé caerme, tocando el suelo en perfectas condiciones. Usé la salida trasera y trepé el portón comenzando a alejarme rápido de la propiedad. Me adentré en el bosque para pasar desapercibida y realizar un corte al camino que mi cabeza comenzó a recordar.

El tiempo que acortaba al usar la velocidad vampírica era increíble, en menos de lo esperado ya me encontraba transitando el bosque que una vez recorrí con mis amigos, la zona que se visitaba todos los años mediante el campamento.

Detuve mi andar en cuanto pude reconocer el sitio que buscaba.

Pasé por ahí viendo ese lugar de reojo, llegué al lugar despejado y pensé en todo lo vivido en ese momento.

"Me declaro adicta a Hareth Lewis".

Él se adueñó de mi cabeza en tan poco tiempo, despertó sentimientos y sensaciones que jamás creí poder sentir. Me dio momentos que nunca creí experimentar, pero finalmente también me dio un golpe que nunca en mi vida pensé en recibir, al menos, no de su parte.

En mi cabeza comenzó a proyectarse eventos juntos a él, como el tour que me dio por Milford: las sonrisas cómplices, miradas que hablaban, risas y carcajadas. La noche que se oficializó nuestra relación y el día de su coronación se me presentaron dándole una sensación melancólica a mi realidad.

Más imágenes abordaron mi mente, y comencé a ver de manera muy diferente esos recuerdos. Hareth se encargó de crear un mundo para mí donde el único que debía haber era él y así fue, yo no me di cuenta de que le estaba entregando demasiado hasta que alguien apareció agrietando inmediatamente esa burbuja donde me había quedado cautiva, cautivada por el lobo.

Retrocedí y volví al lugar exacto donde nos visualicé esa noche de luna llena, dándonos amor ante el brillo de esta.

Nuestra separación había puesto en evidencia su desesperación, esa noche detecté la profunda tristeza e impotencia con la que se cargaba y ahora notaba más fallas en sus expresiones: bastante tarde.

Yo cometí el primer error: no insistir en descubrir su verdadero tormento. Quedé demasiado prendida por él y no vi más allá, lo que en silencio me gritaba. Y ahora el abismo del que él intentaba huir se volvía cada vez más grande, persiguiéndolo con intenciones de consumirlo, de hacerlo caer hacia el espacio que él decía aborrecer.

Y estaba en mí evitarlo. Lo ayudaría, me encontraba decidida a romper ese lazo maldito que lo obligaba a sentir cosas que él no quería. Ahora estaba en condiciones, la fuerza ejercida se notaba latente en todo su esplendor. Yo estaba bien, tenía la mente más clara que nunca y por eso llegué a esta conclusión: Hareth no se encontraba en su mejor momento, su mente colapsó cuando descubrió que su compañera aparentemente tenía una maldición al poseer otro destino.

Así como él, yo seguía conectada a otro pero yo no hice como él, yo no me resistí a las exigencias del lazo y caía sin reparos.

Hareth estaba siendo atacado y arrastrado por sentimientos que no hacían buena combinación, que no eran favorables para nadie y la principal culpable era ella: Neira, la segunda era yo. Él había alcanzado un punto donde era dirigido más que nada por su instinto animal, por ese lado que era completamente ocupado por las exigencias de la conexión que rechazaba en su rotundidad a alguien más en la vida de su compañera.

Reprocharle lo que desencadenó su ira animal no estaba bien decidido, pero tengo que admitir que sí tenía unas inmensas ganas de propinarle un buen golpe con la esperanza de moverle alguna neurona que activara su razonamiento. Él estaba tan lleno de rabia y coraje que resultaría difícil devolverle la estabilidad que perdió, que yo me encargué de joder por completo. Pero ahora estaba dispuesta a reparar, a acomodarlo todo. Y no precisamente siendo la pareja ejemplar, yo no me quedaría más quieta: era el momento de actuar.

Recordarlo todo me hizo notar cosas y con eso en mente me volví a la mansión. Busqué mi teléfono y me contacté con Aden, le hice saber lo que requería y confirmamos un punto de encuentro para deshacernos de esa desgraciada entre todos los rebeldes solicitados.

Nuestra junta aún no tenía un día establecido, pero se definiría apenas mis amigos de Juntos decidieran en ayudarme o no.

(...)

Me quedé sentada en el sofá, analizando el plan y todo en general, y no transcurrió demasiado tiempo para que al fin Hareth se dignase a darme la cara.

Ingresó en la habitación completamente en silencio, me miró y yo lo miré...

Entorné la vista, estudiando la muestra de arrepentimiento y vergüenza en su expresión.

Ya no me encontraba bajo su dominio, su autoridad podría irse a la mismísima mierda porque él aprovechó un momento de rendimiento para someterme bajo su voluntad. Ahora era consciente y no volvería a dejarme manejar por él, era fuerte y resistente.




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