Rose | Híbridos Rebeldes 2

49. Una promesa

Mia

Todo había empeorado de repente y a causa de ello ahora la zona de Juntos sufría las consecuencias. La gente de El Concejo estaba combatiendo contra los rebeldes, algunos de los representantes de esa organización estaban siendo derrotados por el principal escuadrón insurgente. La atmosfera se sentía helada, el brutal enfrentamiento hería ruidosamente el terreno que durante tanto tiempo les resultó seguro a los híbridos.

Una abrumadora sensación de adrenalina me había acelerado el pulso.

Aedus y yo estábamos listos para enfrentar a los culpables, su mano se mantenía unida a la mía. Desde una distancia apropiada enfocábamos a los que no dejaban de aproximarse, mi vista no abandonaba el rostro de Hareth, quien no me observaba específicamente a mí, pero de pronto él consiguió atraparme en una mirada feroz con sus ojos fríos y oscuros produciéndome escalofríos inmediatamente.

Verlo vencido había sido un trágico golpe. Veía su cuerpo, contemplaba su rostro pero no lo veía a él.

Ellos habían reanudado el paso al no obtener una respuesta de nuestra parte, estaban atravesando un campo de batalla como si nada, el humo negro que los acompañaba decorando su trayectoria quedó atrás y distinguí como esas sombras se alzaban en una figura aterradora, formando varias criaturas oscuras de un aspecto humanoide, monstruos que rápidamente se esparcieron por la zona atacando despiadadamente. Aquel acto nos hizo actuar de prisa para responder su primer golpe.

Así que lancé lo que había preparado en mi palma, mi mano se retiró de la de Aedus en cuanto fuimos obligados a separarnos para responder el enfrentamiento. Me preocupaba que la Diosa Luna no estuviera, pero no teníamos más opción que afrontar esto sin ella. El fuego que había disparado quedó destruido por el de Neira, la hechicera había respondido mi ataque inmediatamente y yo volví a corresponder de la misma manera, desviando mi atención durante un segundo hacia el hombre rubio que se había mantenido quieto observando el caos a su alrededor.

Él y Hannah estaban cerca, ella tenía un semblante que evidenciaba una perturbadora inquietud, lo veía de reojo a él, también atenta al ambiente por cualquier desprevenido ataque. Henry Grayson se conservaba en su forma humana, esquivando a los que se interponían en su camino intentando llegar hacia un punto que no tuve tiempo de observar. Neira estaba reduciendo la distancia, sus labios pegados tenían una ligera curva.

—Oh, Mia. Te di una oportunidad pero lo rechazaste, se los di a los dos y no pudieron apreciar mi oferta —exclamó la pelinegra.

—No mereces lo que quieres conseguir —respondí cediendo para que nuestro encuentro finalmente sucediera, quedamos cara contra cara y sostuve con fuerza su antebrazo cuando su puño intentó golpearme—, ¡no permitiré que te salgas con la tuya!

—No sabes a quién te estás enfrentando, chiquita —empujó mi cuerpo mediante un poder invisible, ese peso que me obligó a retroceder fue un aire que me transmitió dolor, pero instantáneamente había logrado que se detuviera. Esquivé el golpe de Neira y al girar el rostro para lograrlo tuve a mi enfoque como Charlotte sonreía siniestramente en dirección a Aedus.

***

Aedus

Oscuro no había dado señales de atacar, por ese motivo enfoqué mi atención en Charlotte con la clara intención de apresurarme para quitarla del medio. Porque después de esto al fin llegaba el evento que hace tanto tiempo aguardé, atender los intereses de los míos ya no sería un secreto.

Un instante me encontraba de la mano de Rose y en otro ya estaba delante de Charlotte. Su mirada me declaraba puro resentimiento. Su postura solo me hizo ladear ligeramente la cabeza, hundiendo las cejas al momento de contemplarla. Al verla a los ojos, creé una llama de fuego en cada una de mis manos y le señalé con una fingida nota de asombro lo que había observado en ella.

—Veo que el calor del infierno afectó tu apariencia.

—¿Sabes para qué vine? —Me dijo ignorando mi comentario, inmediatamente me dio la respuesta—: para arrojarte a ocupar mi lugar.

—El tiempo te dio sentido del humor —murmuré—. Y no me intimidas con eso, yo no le temo al fuego. ¿No ves lo que hay en mis manos? Puedo ascender nuevamente el infierno si me lo propongo. Pero no lo vales, Charlotte. Ya no requiero de tanto esfuerzo para esfumarte de mi camino.

—No sabes lo que te espera, Aedus Sallow —rio sin gracia tirándome de golpe un rayo que esquivé inmediatamente. Mis colmillos se exhibieron al tiempo que salté con habilidad en dirección a ella para tomarla del cuello y eliminarla, pero no llegué ni a rozarla debido a que una fuerza invisible me frenó de repente seguido de otro rayo de poder que conseguí esquivar. Me moví con agilidad queriendo terminar permanentemente su inmunda existencia con mis propias manos.

Pero me resultó molesto conocer todo el poder que le fue adquirido por hacer tratos con el diablo. Podía frenarla en un instante si relucía la carga de mi voluntad, solo que no era preciso que lo hiciera todavía. Y ella sabía que mi identidad se encontraba camuflada, por eso se aprovechaba de la situación exponiéndose frente a mí sin temor a ser atrapada.

Me causó cierta gracia verla intentando ser superior a mí. Así que le borré esa sonrisa cruel sosteniéndola con mi poder mental, poder que me fue concedido usar debido a mi participación en El Concejo. También debía recalcar que esto me había sido cedido por apoyar el lado oscuro de esa organización, pero realmente no era así, nunca permití mancharme de ese veneno, simplemente había puesto las cosas a mi favor.

La sonrisa de Charlotte pasó a ser una mueca que delataba su enfado. Esquivé su vista en dirección a Rose al escucharla en apuros, la vi, nos vimos pero reconocí la petición de su mirada: «puedo sola». Pero pasaron los segundos y no soporté más, apresurándome a su encuentro, dejando libre a Charlotte.




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