Rosi (viaje de fin de curso I)

Confusión

La noche pasa rápidamente, después de saber que Álex ha dicho la verdad y que todo ha sido un gran error pero bienintencionado, él le vuelve a explicar todo pero más detenidamente, ella no habla, no sabe que decir, sólo lo mira y asiente. Rosi piensa en lo que pudo ser pero que después de esta noche no será, siente pena por no corresponder a Álex, parece una locura pero ahora tiene más claro que nunca que con quién quiere estar es con Cris.

— Todo perfecto, los puntos no te los mojes, ven a curarte todos los días y hoy procura descansar, nada de emociones fuertes—el médico revisa a Alex, le palpa la cabeza, mira los puntos, le hace ponerse de pie y le revisa la visión.

Salen en silencio después de las advertencias del facultativo, ya está amaneciendo y el sol sale por el horizonte, el cielo está totalmente despejado sin una nube, teñido de colores anaranjados parece la foto de un anuncio, los dos caminan por la cubierta sin mirarse.

Llegan a los ascensores y él se planta delante de ella.

—Rosi, por favor, perdóname, ya sé que hice mal, déjame intentar arreglarlo— le ruega.

— Alex, necesito pensar, son muchas las cosas que han pasado en este viaje, entiendo tus motivos pero me hace falta tiempo para asimilarlo.

—No tienes que pensar— pone la mano de ella en su corazón—¿Lo sientes?— ella nota su corazón latir agitado— Esto es lo que siento por tí.

Con la otra mano le sujeta la cabeza y la besa, no es un beso normal, es un beso apasionado, sus labios poseen los de Rosi, reclamándola, diciéndole con ese beso todo lo que siente por ella y que nunca se ha atrevido a decírselo. Enseguida la suelta igual de rápido que la ha besado, dejándola pensativa. Es lo que siempre había deseado y soñado, que le declarara su amor, sin embargo el primer pensamiento que ha tenido es que que pasaría si Cris los hubiera visto.

Estrella tan inoportuna cómo siempre aparece cuando se abre la puerta del ascensor y los ve.

—¿Se puede saber en qué estáis pensando? ¡Tú Alex, no la vuelvas a tocar!— los separa con brusquedad—¿Y tú eres tonta o qué? Cómo puedes besarlo después de lo que te ha hecho.

Álex mira a Rosi pidiéndole con  los ojos que le cuente la verdad a su prima, la quiere mucho y no desea que ella piense mal de él.

—Luego hablaremos Estrella, no he dormido en toda la noche, llevo todavía puesto el disfraz, cómo puedes ver, necesito una ducha y dormir algo. Te llamaré cuando esté lista. Y si no puedes esperar, pregúntale a él— necesita ordenar sus ideas y entre todos la van a volver loca así que se marcha dejándolos pasmados.

Para empeorar el día al salir del ascensor se encuentra con Lucía.

— A tí te quería ver yo— la para en medio del corredor— ¡Él está herido por tu culpa! Siempre creyéndote superior a los demás, él te quiere maldita sea y tú lo dejas tirado sin ni siquiera escucharlo.

— ¿Y a tí que te importa? Métete en tus asuntos y déjame en paz— intenta pasar pero Lucía se lo impide.

— Me importa porque yo fui quién le consiguió el trabajo, quién estuvo escuchando noche tras noche hablar de tí, quién fingió que era su novia para que no sospecharan de su plan y fue con él a hablar con tus padres— toma aire— no te lo mereces.

— ¡Tu estás enamorada de él!— se sorprende Rosi.

— Sí, lo quiero cómo tú nunca lo querrás— la mira desafiante— y será mío— se echa a un lado para dejarla pasar, lo que hace deprisa por si se arrepiente.

 

Cris está preparado una mochila, Rosi con el ajetreo de la noche anterior no se ha acordado de que hoy desembarcan en Corfú y él ha quedado con la misteriosa Leah.

—Cris...— Rosi no quiere  que esté enojado con ella, le toma por el brazo para que le haga caso.

—Ya te ha convencido, nada más hay que verlo en tu cara— se suelta y sigue metiendo ropa en la bolsa.

—Ha sido una equivocación, lo de la apuesta no, pero hay un motivo— empieza a explicarse.

— No me interesa lo que te haya dicho, allá tú. Si quieres que te engañen, te mientan, que no te respeten, es tu vida. Yo no voy a verlo— cierra la mochila y se va hacia la puerta donde tiene preparada sus maletas.

—Deja que te explique, no te precipites al sacar conclusiones— intenta detenerlo.

—No me interesa lo que te haya contado. Has tomado tu decisión, yo la mía— sale de la habitación dando un gran portazo.

Se quita el disfraz tan violentamente que el corpiño se le rasga, tira la diadema al suelo, lanza las botas contra la pared, no puede controlar la furia, no llora sólo tira cosas por toda la habitación hasta que las lágrimas se liberan y cae de rodillas en medio del caos. Después de sacar todo el dolor y la frustración se mete en la ducha, bajo el agua caliente toma una decisión, no quiere que su incipiente relación con él termine de esta manera, aunque no entiende su reacción, debe de decirle que ya no es Álex a quién quiere sino a él.

Se viste y coge su bolso, tiene el tiempo justo para tomar el autobús, marcha corriendo por el barco apartando a los pasajeros, que se quejan de su comportamiento, ella los ignora y aprieta el paso para llegar a tiempo. El autobús está saliendo, corre más rápido, el corazón parece que se le va a salir del pecho, para y levanta los brazos para llamar la atención de la azafata.

— ¡Por favor, paren!— grita con todas sus fuerzas.

Parece que alguien la ha visto u oído pues el autobús para y la guía baja indicándole que suba.
Llega jadeando, todos los del autobús la miran, algunos divertidos y otros miran el reloj sin disimulo. Va pasando entre los asientos disculpándose y buscando a Cris.

—¡Rosi!— escucha la voz de Fernando y lo localiza al final del autobús.

— Ven a sentarte aquí, hay sitio— señala un lugar al lado de Cris. Ya sentada ve que Julio, Lucas, Yara, Eva y Carol están también.

—Cris nos dijo que no venías, me alegro que hayas cambiado de opinión— dice Yara desde el sillón de atrás.




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