Cris abre la puerta y la ve mirando por la ventana, se acerca por detrás y la abraza, ella se recuesta sobre él y pone sus manos encima de las de él. El cuerpo de Cris se sacude y empieza a reír bajito hasta que ya no puede aguantar más y ríe a carcajadas.
— ¡Oye, que no tiene ninguna gracia! — le da un codazo suave en las costillas.
— Nos han pillado infraganti— sigue riéndose— ¡No quieras saber lo que me ha dicho tu padre!
— Pues anda que mi madre...
— Me parece que hoy no va a ser " la noche "— recalca la noche.
— Puede que sea el destino— Rosi se pone seria—quizás todavía no es el momento.
— Ummm— la besa en el cuello— ¿Pero puedo seguir besándote, no?
— Eso no hay ni que preguntarlo— vuelve la cabeza y se ponen manos a la obra.
Se quedan dormidos abrazados, con los labios henchidos de besos. Rosi se despierta y no ve a Cris en la cama, escucha el ruido de la ducha y se estira en la cama con los ojos cerrados feliz, deseando de volver a estar en sus brazos y sentir sus caricias.
— Buenos días, preciosa— no ha escuchado salir a Cris del baño.
— ¿Por qué no me has esperado para ducharnos?— se incorpora en la cama mirándolo sensualmente.
— ¿Así que quieres ducharte conmigo?— se acerca con la toalla del baño rodeando sus caderas.
— No, no, no...— se levanta de la cama al ver las intenciones de él.
— Tus deseos son órdenes— corre detrás de ella hasta que la alcanza y la levanta del suelo llevándola al baño.
— No Cris, no te atreverás, no— dice entre risas.
Él no le hace caso y se meten los dos en la ducha.
— No...— Cris abre el grifo y el agua cae sobre ella mojándola, empapando su ropa, pero enseguida ya no puede hablar más, él toma posesión de sus labios, el agua caliente se cuela en sus bocas mientras se besan, la toalla de él cae y Rosi nota la desnudez de él a través del pijama, lleva sus manos a su pantalón y éste cae a sus pies. Cris se separa de ella y le sube la camiseta por encima de la cabeza y la tira de cualquier manera. Ella tímida se tapa los senos sin apartar la mirada del cuerpo desnudo de él.
— Te estás aprovechando de mí— dice con la voz ronca de deseo— yo no puedo verte— quita con delicadeza las manos de Rosi y ellas las deja caer a los lados de su cuerpo apartando la mirada— eres perfecta— acaricia con un dedo su clavícula haciendo curvas hasta que toma su pecho entre sus manos acunándolo cómo un precioso tesoro.
Ella levanta la mirada, con los ojos brillando de deseo y estira su mano acariciando su pecho hasta su ombligo— Ya, para— pero no él sé mueve y ella sigue avanzando— Tu padre me matará si continuamos— ella sigue hasta llegar al nacimiento de su vello y ahora si la detiene— le he prometido que te respetaré, no voy a fallarle, ya me he equivocado bastante, quiero hacer las cosas bien— sale del baño— por favor no me detengas o no podré contenerme— Rosi admira su ancha espalda y su perfecto trasero mientras se dice a sí misma que tiene que dejarlo aunque le duela, no podía imaginar que el deseo podía doler, siente que su cuerpo se parte al no sentir el suyo.
Cris todavía está en su habitación cuando ella sale del baño, no quiere molestarlo hasta que el esté preparado para volver, llama a sus padres cómo les había prometido y prepara el bolso para la excursión, hoy van a Disneyland París y Rosi no puede contener la emoción, desde pequeña quería visitarlo y por fin es el día. El bip del móvil le avisa de que está bajo de batería y saca el cargador para cargarlo, ve que tiene varias llamadas perdidas del día anterior y piensa lo exagerado que son sus padres, dos de ellas no son de ellos, le suena el número pero no recuerda de quién puede ser y de repente lo reconoce, es el número de Lola.
Un estremecimiento le recorre el cuerpo sin ninguna razón, un mal presentimiento le asalta.
Tiembla mientras devuelve la llamada.
— ¿Rosi?— la chica pega un respingo al escuchar la voz de ella.
—Hola Lola, he visto tus llamadas ahora, siento no haberte llamado antes— se pone tensa, al oír a la madre de Cris hay algo en su tono que le preocupa.
—No era nada importante, cariño. Siento haberte molestado— parece cómo si le costara trabajo hablar— Sólo era para darte las gracias por ayudarme, aunque Cris no apareciera.
El teléfono resbala de las manos de Rosi al comprender el significado de las palabras de Lola, Cris le ha mentido descaradamente.
— ¿Estás ahí Rosi?— la voz preocupada de Lola hace que lo recoja del suelo
— Si, si, estoy aquí— mira la puerta cerrada que separa los dos cuartos.
— Gracias de corazón, espero que algún día él pueda perdonarme. Eres una buena chica, me hubiera gustado mucho que fueras su novia. Sólo quería despedirme de ti, si lo ves, dile que lo quiero mucho, que nunca le quise hacer daño. Ya nunca más os molestaré— casi no se pueden entender sus palabras.
Cuelga antes de que a Rosi le de tiempo de despedirse de ella. Tambaleándose se sienta en la cama sin quitar la mirada a la puerta, le ha mentido, si le ha hecho en eso en qué otras cosas lo habrá hecho, ¿Y si no es verdad lo que le ha dicho que siente por ella? Niega con la cabeza con las lágrimas pugnando por salir, no puede haber fingido sus sentimientos, ella los ha podido ver y sentir, se lleva las manos a los labios hinchados por sus besos. No, no puede haberla engañado en eso. Se levanta decidida y entra en la habitación de él.
— No fuiste a verla, me engañaste— se enfrenta a él.
— Te lo ha dicho— su cara cambia en un segundo— la odio, cada vez que aparece en mi vida destruye todo a mi alrededor.
— No digas eso, ella te quiere,
no has intentado ni siquiera comprenderla— Rosi en ese instante ya sabe seguro que no lo va intentar.
Una alarma salta en su mente, ¿Por qué se ha despedido de ella de esa manera? Es como si no fuera a ver más a su hijo. Cris sigue hablando mal de su madre y el daño que le ha hecho, Rosi sólo lo oye de fondo, algo va mal, recuerda la alegría de Lola al ver a su hijo y la cara de decepción cuando no quiso hablar con ella, no puede imaginar cómo reaccionaría cuando no apareció en Atenas.
Editado: 07.12.2019