Rosi (viaje de fin de curso I)

¡Nos vamos a Noruega!

— Ya hace un mes que venimos casi todos los días y sigue igual— Justi mira aburrido a Isabella en la barra del bar pidiendo al camarero las bebidas.

— Es tímida, no sabe cómo entrarle— Rosi se lleva a la boca unos cacahuetes que hay en la mesa.

— Es tonta— la chica por poco no se atraganta con los frutos secos— Tony no la ve nada más que cómo una clienta. Observa como la ignora, ¡Si no para de mirarle el culo a su compañera! Buen trasero por cierto— lo recorre con la mirada.

— No digas eso de ella, por lo menos lo está intentando— a Rosi le produce ternura ver cómo Isabella intenta conquistar a un hombreton de piel negra cómo el ébano y enormes ojos café— Míranos a nosotros, aquí viendo cómo liga ella sin ningún plan.

— Ustedes no tendréis plan—señala a David y Rosi— pero yo ahora mismo he visto pasar a la mujer de mi vida— Justi se levanta detrás de un chica que se dirige a la barra, hoy va vestido de "normal" cómo él lo llama, vaqueros, un jersey, su pelo castaño muy corto, sin peluca ni uñas pintadas, está muy guapo así, la primera vez que lo vieron de "normal" no lo reconocieron.

— Ese chico está cómo una cabra— David hoy les ha acompañado, su novia se ha ido de fin de semana a Londres con sus padres y al no tener nada que hacer les ha acompañado.

— ¿Quién no lo está?— Rosi relajada encoge los hombros y se recuesta en el sillón del bar.

— Tienes razón— sonríe David— ¿Entonces la semana que viene os váis a Noruega?— una gran sonrisa aparece en la cara de ella mientras asiente.

— Sí, a Bergen, ¿Sabes? La llaman la ciudad de las siete montañas, hemos estado mirando fotos por internet, es preciosa— habla sin tomar aire excitada por el viaje— Mi madre me ha comprado ropa interior térmica, botas de montaña, un abrigo que me tapa entera y un montón de bufandas, gorros y por supuesto una maleta enorme para que quepa todo y aún así no sé si me va a caber— sus ojos brillan de emoción— Es muy exagerada, son sólo cuatro días.

— ¿Váis a ver la aurora boreal?

— Lo intentaremos, no sabemos si se podrá ver, pero nos hemos apuntado a una excursión, iremos en autobús a la alto de la montaña y luego andaremos hasta un claro en dónde aseguran que podremos verla. Es una lástima que no hayamos encontrado un vuelo para ir todos juntos— Justi, Isabella y David al saber lo del concierto intentaron de todas maneras encontrar un vuelo y entradas, pero les resultó imposible. Al no contestarle Estrella ni Álex y no decidirse con quién ir, lo echaron a suertes  e Isabella sacó el palo más corto.

— Justi no lo lleva muy bien, dice que él va a ir al concierto aunque tenga que ir andando— a David no le importó perder, ya que él aceptó participar por no ser desagradecido, su novia se habría muerto de celos y él la quiere mucho para hacerle daño.

— De verdad, lo siento por él, pero no puedo hacer nada— se lamenta Rosi.

— Ya lo sé, está tan convencido de que va a encontrar un vuelo que le ha pedido a Ana permiso para faltar al proyecto.

—Eso me huele a que tiene algún lío y no quiere ir a clase con la arpía— se siente un poco mejor al saber que el alocado de Justi tiene planes.

— De todas maneras advertiré a Isabella de que se cuide las espaldas— David guiña un ojo, para que sepa que está de broma, es tan serio que no se sabe si está diciendo la verdad o está mintiendo.

Rosi ríe la ocurrencia de David, se alegra de haberlos conocido, sin Estrella ni Álex se encontraba sola y con ellos le es más fácil sobrellevar que no le hablen y hayan desaparecido de su vida quizás para siempre.

 

 

— Mamá, ¿No crees que hemos venido muy pronto?— Rosi bosteza mirando a los pocos viajeros que hay a esas horas, son las tres de la mañana y está muerta de sueño, ha podido dormir poco pues han salido a las doce de la noche hacia el aeropuerto.

— Después del último viaje no me fío, por poco no me da un infarto pensando que no ibas a llegar— Carmen se acomoda como puede en el incómodo asiento.

— ¡Faltan tres horas para que salga el avión!

— Intenta dormir un poco— palmea el sillón de al lado suyo para indicar que Rosi se siente.

— Ya me he desvelado, no puedo dormir.

— Lo que estás es nerviosa— su madre la mira compresiva— Anda vamos a tomarnos un café.

— ¿Y si viene Isabella y no me ve?— observa la puerta de entrada.

— ¿Pero no me has dicho que iba a venir más tarde? Me vas a volver loca, mejor te tomas una tila.

— Un café mejor, si no no voy aguantar despierta— Carmen se ríe al escuchar las contradicciones de su hija, no puede dormir pero necesita un café para mantenerse despierta.

— ¡Isabella!— Rosi corre al ver a su amiga llegar dejando la enorme maleta y a su madre atrás— ¿No ibas a venir más tarde?— se alegra un montón de que haya cambiado de opinión, con ellas las horas de espera se le harán más livianas.

— No podía dormir de todas formas— abraza a Rosi— ¡Nos vamos a Noruega! ¡Nos vamos a Noruega!— saltan contentas si importarle que las estén mirando.

 

 

— ¿Ves la nieve?— pregunta Rosi a Isabella que mira por la ventana del avión después del aterrizaje.

— No, sólo la de las cimas de las montañas— responde decepcionada.

— Seguro que nieva— intenta animar a su amiga, nunca ha visto la nieve y está ilusionada con verla.

Luego de recoger la maletas, se  dirigen a la salida para tomar el autobús que las llevará al hotel.

— Señoritas— un policía del aeropuerto se dirige a ellas en su idioma con un marcado acento extranjero.

— ¿Si?— responden las dos a la vez asustadas.

— Por favor, acompañenme— se dirige hasta un apartado al lado de la puerta de salida de los viajeros.

— ¿Pasa algo?— las dos repasan mentalmente que han podido hacer mal.

— Un control rutinario— dice serio. Isabella hinca las uñas en el brazo de Rosi tan fuerte que le hace daño.

— No es nada— la voz de Rosi no suena muy convencida después de la experiencia de su anterior viaje, ruega en su interior para que todo salga bien— A Cris se lo hicieron y nada más le pasaron el cacharro ese por todas partes y los dejaron pasar.




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