— ¿Qué demonios haces despierta a estas horas?— Cris suelta a Rosi cómo si le quemara.
— ¿Y tú?
— No podía dormir— dice secamente.
—¡Shhh! ¡Que algunos queremos dormir!— se escucha la voz somnolienta de David.
Cris la mira cómo si ella fuera la culpable de todos los males del mundo, su forma de actuar le recuerda a cómo actuaba cuando se conocieron y no le gusta nada, así que decide volver a la habitación otra vez para evitarlo. En la cama intenta dormir sin conseguirlo, no entiende por qué él está enfadado con ella, al fin y al cabo él fué el que quiso besarla, se incorpora de la cama y sale intentando hacer el menor ruido posible. Rosi se extraña al no encontrarlo en el salón, ella no lo ha escuchado volver a su habitación, una cortina abierta le indica dónde está, en la terraza y ni corta ni perezosa va hacia allí.
— Ya creía que no ibas a aparecer— sus palabras, ésta vez en tono amable, la reciben al entrar en la fría terraza.
— ¿Qué te he hecho para que me trates así? Pensé que teníamos un pacto.
— Ven, siéntate conmigo— señala al sofá dónde descansa envuelto en una gruesa manta de lana.
— No— se cruza de brazos intentando protegerse del intenso frío.
— ¿Si me disculpo, te sentaras?— la mira con ojos de cordero degollado.
— No me hace falta unas disculpas, pero sí una explicación— cede al ver su arrepentimiento— trae la manta— tira de ella cuando se sienta para envolverse en ella.
— Si te acercas, estarás más calentita.
— Gracias, estoy bien así— no sabe cómo reaccionará al estar pegada a él si nada más sentir el calor que desprende su cuerpo desea estar en sus brazos y comérselo a besos— ¿Qué te pasa?— no va a huir cómo ha hecho hasta ahora, quiere oír la verdad aunque ésta duela.
— La realidad— Cris mira las montañas, está empezando a amanecer— He recordado que no puedo tener lo que deseo— vuelve la cabeza hacia ella y luego vuelve a mirar el paisaje.
— No me digas que yo soy lo que deseas, Cris— le duelen sus palabras— Tu cortaste todas las posibilidades al echarme de tu lado.
— Y me arrepiento cada día, pero sé que hice lo correcto, si no lo hubiera hecho te habría destruido— el dolor se puede palpar en sus palabras.
— No lo podías saber, no...
— Si Rosi, lo sabía, hubiéramos acabado odiándonos— busca su mano baja la manta— Necesitaba tiempo para recuperarme, ahora estoy bien y cuando te miro...— aprieta la mano de ella— pienso...
— Que si podríamos tener algo más— termina Rosi— de que si lo que sentimos es verdad o es una ilusión— sus caras están muy cerca.
— Si— el cálido aliento de Cris se mezcla con el de Rosi— Pero no puedo hacerlo, estoy con Ana— se separa con trabajo tragándose las ganas de besarla— No voy a traicionarla, no voy a hacer lo mismo que hizo mi madre y por lo que la condené, no me lo podré perdonar nunca— hay desesperación en su mirada.
— ¿La quieres?— pregunta en voz baja Rosi.
— Siento algo por ella, pero no estoy seguro, pienso mucho en nosotros, tú y yo— la mira abriéndole su corazón— si soy sincero, no lo sé.
— Te entiendo— es doloroso lo que le dice pero lo mismo le pasaba con Álex— Espero que tengas más suerte que yo.
— ¿Álex?— ella asiente.
— No supe manejar la situación, él insistía y me deje llevar— suspira— debí ser más fuerte, me aproveché de sus sentimientos y ahora no quiere saber nada de mí— apoya la cabeza en el hombro de Cris.
— Ana creo que me cortaría la cabeza— sonríe tristemente el chico— no antes de hacerme sufrir.
— ¿Qué es lo que viste en ella? Es un poco intensa— dice eso por no decir que es una arpía.
— Es lo opuesto a tí, quería olvidarte y ella lo conseguía, hasta ahora— Cris posa la cabeza sobre la de Rosi.
— Intenta no hacerle daño— aunque Ana le caiga mal no le gustaría que le hicieran a la chica algo que a ella no le gustaría que le hicieran.
— Me sorprendes, ella sólo pensaría en ella misma.
— Tú lo has dicho antes, somos muy distintas— se acurruca junto a Cris, poco a poco sin darse cuenta se han ido acercando, sus cuerpos inconscientemente hacen lo que tratan de evitar.
— Me gusta mucho estar así contigo— pasa su brazo sobre ella.
— Ummm— a Rosi se le caen los ojos de sueño, el calor corporal de Cris, la tranquilidad de haber aclarado las cosas hacen que se quede dormida.
El chico la mira embelesado, no le ha dicho toda la verdad a Rosi por vergüenza, no quiere que piense que está haciendo lo mismo que hizo su madre engañando a su padre, no siente por Ana ni una pizca de lo que siente por Rosi, siempre lo ha sabido, pero siente cariño por Ana, no quiere hacerle daño aunque en su interior sabe que se lo hará tarde o temprano, escucha la suave respiración de la chica y una agradable sensación se extiende por su cuerpo, cierra los ojos y se deja llevar por Morfeo al país de los sueños.
— Rosi, despierta— el olor a café le hace abrir los ojos de par en par, ante ellos está un Cris sonriente con una enorme taza de café humeante.
— ¡Eres mi salvador!— le quita del tirón la taza, tomando un sorbo saboreándolo y absorbiendo su calor.
— Buenos días, por lo menos— se hace el ofendido.
— Buenos días— le dice Rosi con timidez después de la charla que mantuvieron hace unas horas, él le contesta con otra de sus deslumbrantes sonrisas.
— Tienes quince minutos para arreglarte antes de que salga el autobús— la chica mira la hora y salta de entre los pliegues de la manta.
— ¿Por qué no me has avisado antes?— entra apresurada a la habitación terminando el café.
— Me daba lástima despertarte, he esperado lo más que he podido, estabas tan adorable babeando la manta— Rosi se gira y le tira un cojín del sofá que Cris esquiva sin dificultad— Ya te quedan diez minutos— señala la hora en el reloj.
— Ya voy, ya voy— Rosi corre a su habitación— ¿Y los chicos?— pregunta a través de la puerta.
Editado: 07.12.2019