Rosi (viaje de fin de curso I)

Lengua viperina

Rosi se levanta para ir a la universidad fresca como una rosa, previendo que su madre la va a entretener para que vaya a pedir disculpas a Ana, se ha levantado más temprano y se ha arreglado cuidadosamente para ir a visitar al rector, ha escogido unos vaqueros negros y un jersey rosa chicle con cuello y puños de encaje que le regaló su abuela las últimas navidades y que nunca ha usado porque siempre ha pensado que es más propio de una señora mayor que de alguien  de su edad, el maquillaje es tan natural que parece que no lleva y el labial es de rosa nacar, tan sólo un poco de color. Delante del espejo ensaya diferentes miradas y poses para aparentar inocencia, ha decidido que ya ha estudiado bastante esa estúpida asignatura y que no lo va a hacer más, tomando una chaqueta negra de su madre del armario sale de su cuarto.

Sus padres la están esperando en el salón arreglados para salir, no esperaba que su padre estuviera, ahora tendrá que escuchar otra regañina y más sandeces, ya ha tomado una decisión y no le van a hacer cambiar de opinión por mucho que lo intenten.

— Tu madre me ha contado lo ocurrido—Rosi va a replicar pero Antonio la hace callar con un gesto— Sé que lo ocurrido con Cris te ha trastornado, comprendemos tu enfado y desilusión pero lo que quieres hacer no está bien, no puedes pagar tu frustración con otras personas que no tienen la culpa de nada. El profesor Meléndez te espera con Ana, vamos.

— Le dije a Isabella que viniera  a recogerme.

— Para eso existe el teléfono, la llamas y solucionado— le dice su madre.

— Salgamos ya, no quiero perder clases— manda un mensaje a su amiga para decirle que no venga mientras salen.

Los padres de la chica en el coche no paran de darle el sermón, ella en el asiento trasero no les hace ni caso, si creen que va a pedirles disculpas a esa arpía engreída y su padre están muy equivocados.

 

— ¡Vaya, los que faltaban!— Rosi ve en el campus a Estrella y Álex acercándose a ella.

— Hola Rosi— dice tímidamente Estrella.

— Hola Estrella, Álex— el chico saluda con la mano— ¡Qué alegría de veros!— su expresión dice todo lo contrario.

— ¿Cómo estás?

— Si de verdad te importara cómo estoy me habrías contestado las cientos de veces que te he llamado y mandado mensajes— dice sarcásticamente.

— Tenía que aclarar mis ideas— se defiende la chica.

— Si, mientras salías con Ana, en vez de intentar comprender que nunca quise hacer daño a Álex y que estaba enamorada de Cris, sin embargo apoyabas su relación, eras el paño de lágrimas de ella mientras yo estaba destrozada por perder a mi mejor amiga— su voz está llena de amargura— las dos sóis iguales, os estabáis utilizando la una a la otra, tú para castigarme y ella para darme en la cara que tú la habías preferido a mí.

— ¡Rosi, eso no es así!— salta Álex para defender a su prima.

— Otro igual, sabías que estaba enamorada de él y te aprovechaste de mí— las palabras de Rosi lo golpean cómo  un puñetazo en el estómago— Lo intenté Álex, de verdad que lo intenté pero nunca te he considerado más que un amigo— se ceba en él.

— Chicos perdonadla, no sabe lo que dice— Carmen tiene el corazón partido al ver lo que está haciendo a sus amigos.

— Nos vamos, quizás no ha sido el mejor momento— Estrella tiene anegado los ojos de lágrimas por las palabras de Rosi.

— En eso tienes razón, no es el momento, lo fue durante los meses que no os habéis dignado a mirarme ¡Desapareced de mi vida cómo lo hicisteis entonces, no os necesito!

— ¡Basta ya!— Antonio toma a su hija del brazo— Ha perdido el control, disculpadla no sabe lo que dice.

— En mi vida he hablado más claro— los mira con desprecio.

—¿Rosi, por favor dime qué te ha pasado?— sus padres la llevan a la playa que bordea la universidad a ver si pueden calmarla— ¿Qué te han hecho para que estés así?

— No me pasa nada, al final voy a perder la primera clase de la mañana.

— Confía en mí, puedes contármelo...

— No tengo todo el día, ¿Vamos a ver al profesor Meléndez o qué?

— Mejor en otro momento cuando estés más calmada— Antonio no se fia de que pueda armar un escándalo en el estado en que está— Prométeme de que no irás hablar con el rector— su padre la mira interrogante.

— No, no lo haré y  ver si os aclaráis— dice impertinente— me marcho que no llego a las clases— sale corriendo a su destino, el rector.

 

— Lo siento señorita, el rector no ha podido esperarla más tiempo, si quiere le doy cita para otro día— le dice amablemente la secretaria.

— ¿No tendrá aunque sea sólo un momento para poder hablar con él? Es muy importante lo que tengo que decirle— Rosi le pone una de las caras que ha ensayado esa mañana.

— Está muy ocupado— unas falsas lágrimas llenan sus ojos— dame tu teléfono y en cuánto tenga un hueco te aviso— la actuación de Rosi ha dado resultado.

— Gracias— sonríe ahora de verdad— estaré atenta.

Sale del despacho y al final del pasillo ve a Ana con Estrella, se dirige hacia ellas con rabia. Las dos están tan entretenidas que no se fijan en ella que casi corre hacia ellas para enfrentarlas y de repente unos brazos la toman por la espalda y la introducen en el baño.

— ¡Suéltame!— pega un pisotón a su captor a la vez que le pega un codazo en el pecho, las clases personales de defensa que su padre le obligó a dar dan sus frutos.

— ¡Qué soy yo! ¡Joder Rosi, qué bestia estas hecha!— Justi se frota el pecho.

— ¿Qué haces aquí? ¿Tú no estabas en el hospital?

— Isabella me contó cómo estabas y quería verlo con mis propios ojos, ¡La dulce Rosi convertida en el anticristo! Me han dicho que no dejas títere sin cabeza con tu lengua viperina.

— ¿Quieres comprobarlo, niñato mimado?

— Ummm... Tienes razón soy un niño malcriado y me encanta, si la forma de mi padre de mostrarme lo que me quiere es darme cuánto tiene ¿Por qué no le voy a dar el gusto al hombre?— sonríe.




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