Tal y como todos temíamos, Velkian nos atacó a la primera oportunidad; y lo más execrable fue que utilizó a Kath para atacarme. Tuve que detenerla pues me advirtió que nos atacaría en la casa, no me detuve a pensar que, tanto cuando entró como cuando salió ella estaba inconsciente, así que no podía saber la localidad exacta de la casa.
Lo único que podía pensar era que pondría en riesgo a toda la familia, ya habíamos pasado por suficiente y aún tenía que sacar a Aloise de allí. Por lo que clavé el cuchillo que llevaba en el corazón de Kath, pude sentir como mi propio corazón se desgarraba en respuesta pero era necesario anteponer a la familia ante la felicidad de uno solo.
Pero entonces sentí aquella gran fuerza explotando contra mi costado y arrojándome con un fuerte golpe. Entre eso y el choque contra el árbol sentí como todo mi interior se llenaba de un dolor líquido y atroz, más que cualquiera que Kath me hubiera causado. Caí pesadamente en el piso, el dolor inmovilizó todo mi cuerpo pero caí de forma que seguía viendo toda la escena.
Velkian estaba de pie y con un brazo extendido hacia nosotros, deduje que él me había lanzado por haber herido a Kath de muerte. Pero en esos segundos que tardó en atacarme Nik, que estaba a su lado, clavó su daga justo por su costado de forma que alcanzara su corazón. Serch también le había herido por la espalda, de igual manera intentando alcanzar su corazón que era el punto mortal para los vampiros.
Y allí fue justamente donde yo la había atacado, la había condenado a muerte por mi familia… bueno, al parecer yo también iba a morir. No podía mover nada de mi cuerpo, cada respiración era un dolor agudo que aumentaba más y más. Me concentré en el cuerpo de Kath, ella también había volteado hacia el otro grupo, eso quería decir que seguía viva. Había dejado el cuchillo adentro así que no sangraría demasiado, tal vez encontrara la forma de vivir.
Todo comenzó a ponerse borroso, el dolor remitía lenta pero constantemente. Pude ver a Serch inclinándose sobre mí, revisando mi cuerpo. “Ya es demasiado tarde” Quería decirle “Protege a Kath, ella te salvó la vida una vez” Pero no pude decir nada y todo se volvió negro y frio.
No sé cuánto tiempo estuve en ese estado, en algún punto una sustancia tibia y rica entró por mi boca y recalentó mi cuerpo, pero todo alrededor seguía siendo frío, oscuro y tenebroso. No podía moverme o hacer nada, ni siquiera respirar, pero extrañamente eso no me molestaba. Suponía que eso era la muerte y no luché contra ella, me quedé tal y como estaba, concentrado en las nuevas sensaciones.
Apareció entonces una nueva tibieza, pero ésta estaba fuera de mi cuerpo, pegado a un lado del mismo. Una leve vibración movió aquella tibieza y mi propio cuerpo le imitó, eran movimientos constates y rítmicos, tardé en caer en cuenta que se trataban de latidos, mi corazón latía por responder al que latía a mi lado. La fría opresión cambió, permanecía en mi espalda, en toda la parte trasera de mi cuerpo pero por delante me había liberado.
“No adelante, arriba” se percató mi cuerpo, estaba recostado boca arriba, y el cuerpo que latía a mi lado se levantó.
Pude abrir entonces los ojos, Estaba recostado en un gran hoyo en la tierra, asomándose en la orilla del mismo vi el rostro de Kath y su historia regresó a mi mente.
-¿Qué ha ocurrido? ¿Qué me has hecho?- Mi voz sonaba extraña a mis oídos, todo mi cuerpo se sentía extraño, duro y frío.
-Lo único que podía hacer para salvarte.- me contestó ella con una nota de tristeza en su voz. -¿Cómo te sientes?-
-¿Soy cómo tú? ¿Soy un vampiro?- pregunté con el horror apareciendo en mi mente.
No podía ser cierto, después de toda una vida cazando vampiros, era imposible terminar siendo uno. Cuando regresé la vista a Kath mi mente se sosegó un poco, al menos la tenía a ella.
-Tranquilo, por favor. Te prometo que todo estará bien, primero debemos concentrarnos en el presente. Intenta mover tu cuerpo,-
Se lanzó de nuevo a mi lado mientras yo intentaba moverme, era imposible y me aterre ¿Algo había salido mal?
-Céntrate en mi tacto, siénteme.- tocó mi mano. Sentí sus dedos cerrando mi propio puño y abriéndolo después.
Volví a intentarlo y mi mano repitió lo que ella había hecho. Repitiendo palabras tranquilizantes y casi hipnóticas siguió moviendo mi brazo, mi codo, mi hombro, pasó al otro brazo y luego a las piernas. Después de varios minutos había logrado incorporarme, una ligera molestia comenzaba a nacer en la boca de mi estómago.
-Muy bien mi Misha, ahora debes ir controlando poco a poco tu cuerpo, tus sentidos.- Me ayudó a ponerme en pie y ambos salimos del agujero