El dejarme atrapar por aquella maldita chupasangre fue una absurda distracción, estaba seguro que Serch o Nik no se hubieran dejado capturar tan fácilmente. Y estaba seguro también de que aquella maldita me haría pagar caro esa distracción como ella misma me lo demostró a los pocos minutos que desperté.
Quería saber de nuestros escondites, claro, y cuando me negué a decírselo se dedicó a cortarme y a beber mi sangre. Los cortes eran bastante dolorosos, aunque me di cuenta de que cuando pasaba la lengua el dolor disminuía poco a poco hasta que la herida se cerraba con sorprendente rapidez.
Claro que el abuelo Sigfrid ya había descubierto las facciones curativas en la saliva de los chupasangres, esta les permitía hacer desaparecer las heridas en aquellos de quienes se alimentaban; pero yo no había visto sus funciones hasta ese momento. Al segundo corte el dolor me impidió seguir pensando en eso y, al cuarto, había perdido tanta sangre que me sentía mareado y, de no ser por las correas que me sujetaban, me habría caído de bruces.
La criatura, por el contrario, se veía radiante y sonrosada, se movía con una sensualidad felina…
“maldita sea, debo estar ya delirando para pensar así” pensé, con lo que sentí como mi furia volvía a encenderse, cuando ella quitó la mordaza que me había puesto mi primer impulso fue escupir en su cara, si la hacía enojar lo suficiente tal vez se desesperara y me dejara ir para librarse de mi… Si Misha, sigue soñando. Lo más probable era que me matara, pero eso también sería una liberación pues ya no podría lastimarme más ni me obligaría a decirle nada.
Más no tuve tanta suerte y solo recibí varios golpes tanto en la cara como en el estómago. Vaya que aquella criatura infame tenía agallas, ya me encargaría después de hacérselo pagar también.
Lo que no esperaba era que volviera a morderme, esta vez directamente en el cuello. Al principio sentí un dolor intenso como el de las cortadas que me había hecho, pero al igual que en estas el dolor fue desapareciendo, dejando paso a una extraña sensación además del increíble sueño que me llegó. Durante los pocos minutos que tardó en llegarme la inconsciencia esta sensación parecida a la excitación embargó mi cuerpo aunque traté de luchar contra ella hasta que la oscuridad me absorbió completamente.
Desperté aún mareado por lo que me llevé la mano a la cabeza para rascarme…
“Un momento…” abrí los ojos sorprendido. Estaba sentado contra la pared opuesta de donde la criatura me había tenido amarrado. Noté un par de grilletes en mis muñecas que descubrí estaban encadenados directamente a la pared, hice un par de intentos por romperla o zafarla pero fue inútil, la cadena era de hierro con grandes y gruesos eslabones, aunque lo suficientemente largas para poder moverme e incluso recostarme en el suelo, no podía pararme completamente.
Aun estaba solo en calzoncillos pero la habitación estaba bastante caldeada así que no tenía frío. Miré a mí alrededor y, para mi sorpresa, descubrí una bandeja a mi alcance con una jarra de café ya tibio, otra igual de jugo de naranja. Un tazón lleno de distintas frutas picadas, otro con huevo revuelto (al probarlo descubrí que estaba un poco crudo y salado) y un sándwich con tres pisos de distintos ingredientes.
Hasta que probé el primer bocado me descubrí bastante hambriento y devoré toda la comida con bastante rapidez. Una vez que acabé hasta la última morona de comida me recargué contra la pared para intentar analizar mi situación.
La criatura no quería que muriera así que me alimentaba. Pero mi vida solo le valía mientras tuviera en secreto la ubicación de la casa, en cuanto lo supiera ella y sus compinches nos matarían no solo a mí sino a toda mi familia.
Pensé en Aloise, mi hermano mayor y que se encargaba principalmente de toda la logística de las misiones. Él nunca salía a misiones de campo a menos que fuera absolutamente necesario y me había dado cuenta de que no era por falta de valor, sino que su mente le permitía crear planes y dirigir a varios grupos de cazadores de manera que era mucho más útil que el dirigiera. Era muy probable que heredara el mando de la familia central y de sus ramas cosa que se tenía bien merecida. Seguramente él tampoco se habría dejado atrapar y mucho menos pondría en peligro al resto de la familia por mantener una sola vida. Dormité un rato con esos pensamientos.
Cuando volví a despabilarme la bandeja con los trastes había desaparecido y en su lugar había un gran balde de plástico con tapa. Me acerqué a abrirlo pero estaba vacío así que lo dejé por el momento.
Forcejeé con las cadenas de nuevo pero solo logré lastimarme las muñecas, con la comida no me habían dado nada con lo que intentar abrir los grilletes y el balde no servía para gran cosa.
Busqué a mi alrededor, cerca de mi no había nada. La cruz y la mesa quedaban lejos frente a mí y lo único que podía hacer era ver con algo de temor el brillo de los distintos instrumentos que muy probablemente estaban destinados para mi tortura.