Se que empecé a hablarle sobre Nathaniel a Dayana, se lo vendí como el perfecto príncipe de cuentos.
A metérselo por los ojos asegurándole lo buen partido que esté era y lo feliz que podría ser si se casaba con Nathaniel, aunque con cada palabra una aguja invisible se clavara en mi corazón.
Y todo iba muy bien, tuvieron un par de citas pero de un momento a otro todo se dañó.
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Editado: 26.06.2019