Roto por ti

RPT.|04. No puede ser

DANÁE.

 


 

Vuelvo a mi casa con mis ganas en el piso. Aún sin comprender todo el comportamiento de mi amigo y, así me dolía con todo mi ser su actitud antipática hacia mi.

Con un suspiro, pongo la bicicleta de Ares en su lugar y entro a mi casa con la cabeza gacha. Sin embargo antes de entrar escucho el x-box de mi hermano por lo que alzó mi vista.

Pero me quedo parada en mi sitio con la puerta en mano y mis ojos pelones por lo que miraban lo que estaba sucediendo en la sala. Mi hermano y su amigo David estaban en un sillón con sus ojos fijos, no específicamente a la pantalla, sino ante los ojos de cada uno. Sus mirada era terriblemente intensas.

Es normal que esa mirada que Ares dirigía a su amigo fuerza con una mujer, pero no tan común a un hombre. No ante las creencias de mis abuelos, eso era tomado de una manera pecadora.

Quise gritarle y decir que estaba mal. Qué no estaba permitido en la familia.

Pero... Abrí mis ojos a más no poder, mi hermano al fin había encontrado su origen sexual después de tantas travesías que tuvo.  Sacudí mi cabeza para hacer eso a un lado, y vuelvo la vista a ellos, ¡estaban acortando la distancia!

¿Qué hago? No quiero ver eso. ¡Me encanta! Pero no estoy lista para observar tan importante noticia que acabo de descubrir.

La puerta aún estaba en mis manos, por lo que doy la espalda a ellos y la cierro con fuerza. Sobresaltándome a mi misma por tal acto, suelto un suspiro y volteo hacia ellos como si nada.

Me miraban asustados, sin embargo y muestro una sonrisa.

—Hola, chicos —digo lo más relajada que puedo.

—¿He? —dijo Ares sin saber que decir —, ¡Al fin llegaste!

Frunzo mi ceño, ¿Desde cuándo acá se contenta porque llegué a interrumpir su momento? ¡Los nervios hablan!

—Y eso que... Ocupabas mi presencia en algo ¿O qué onda? —indagó, caminado hacia ellos.

Él niega, mientras David se encontraba totalmente incómodo, tocando su cabello castaño y enredando sus dedos. Sus movimientos le delataban los nervios.

—¿Qué has hecho David?

Trato de entablar algo que no tenga mucha tensión.

—Nada nuevo, solo esperando los resultados de la facultad a la cual apliqué.

Explica encogiéndose de hombros. Yo le regaló un pulgar arriba, mientras me encamino a la cocina.

—¿Mamá ya regreso?

—Sí, se fue hace unos minutos —responde Ares, mientras el sonido del juego vuelve a inundar la casa—. Creo que te dejo ensalada para que comieras.

—¿Qué? ¿Como que ensalada? —interrogó, volviendo a dónde mi hermano. Sabe mamá y todos en esta casa que odio la ensalada. En realidad muchas cosas.

—Qué te crees de este... —dijo David, dándole un zape —, dejó espaguetis y de postre si dejó gelatina.

—Gracias David.

—De nada, por cierto. ¿Qué tal tus tutorías con Yeray?

Me doy vuelta para buscar mi comida.

—Ni me preguntes por ese pedazo de aborto. No estoy para escuchar su nombre.

—¿Y eso? —Se interesó Ares.

—Él desquiciado me corrió de su casa.

—¿Ahora que promesa rompiste?

Digamos que en mi familia no es un secreto de tener mi mejor amigo y yo un libro de promesas. Ya que todos lo saben que tan importantes son para ambos. Bueno, más para él. 

—Una que...

—Él ya rompió —termina David, por lo que estando sirviendo los espaguetis me quedo helada.

¿Y cuál de las dos? No quise preguntar, porque se en el lío que nos meteríamos si vamos a ponernos en detalles. Doy un suspiro y prosigo a buscar en el refrigerador un refresco o algo con que pasar mi pena.



                           •★•💞•★


Al terminar mi comida, porque aunque comiera en casa de quien se osa llamar mi amigo, me quedo hambre. Con un suspiro abandonando mis labios, cierro el refrigerador con la espantosa gelatina dentro.

Me dirigí a mi habitación sacando mi celular del bolsillo y tal vez jugar un poco o leer. Pero... ¡Diablos y ratas intoxicadas! Mi pobre aparato tan solo contenía con seis por ciento de su vida, digo batería.

Frunzo mi ceño. ¿Qué no lo puse a cargar anoche? Oh, lacras. Conecte el cargador al teléfono pero no a la luz. Qué bien Dánae.

Pase por la sala, al parecer David se fue.

—Ares, préstame el cargador. Creo que el mío ya no sirve.

Él alza su mirada del mando.

—Sera tu cabeza, porque tú cargador está al cien.

—De acuerdo —digo, retomando mi caminata a mi habitación.

—Oye... —me detengo, y suelto un sonido de mi garganta —. ¿Qué pasa? Porque se está rompiendo tu lazo con Yeray — me encojo de hombros —. Vamos, un tercera persona quizás.

Doy un suspiro, no sé si sea por eso.

—No lo sé. Yeray me confunde un montón.

El asiente de acuerdo ante mi afirmación. Mi hermano se levanta y con la mano me hace la seña de seguirle la caminata, por lo que me guía hasta su habitación y busca entre sus cajones hasta que se da la vuelta y me entrega el cargador.

—Te lo regalo.

Le sonrió. Le doy un abrazo mascullando un gracias para dirigirme a mi alcoba donde el me sigue. Conecto mi celular y solo falta esperar unas dos horas.

—¿Qué está pasando? — Interrogó, al verlo tan inquieto. Sé que quiere hablar de lo que iba a suceder hace una media hora que llegué a casa.

—¿Qué viste? Dime la verdad — Y yo que creía que ese momento no se iba a tocar y se iba a dejar neutro. Me quede callada. Me incomodaba un poco eso.

—Solo vi que en ese momento no te importo el juego sino comerte los labios de tu amigo.

Lo veo tocar su reloj de mano con inquietud así mismo apretarse su muñeca con toques no tan suaves.

—Sólo no quiero que le digas a mi padre, hoy viene en la noche.

Yo asiento, no quiero que se meta en problemas por mi boca. Aparte que no me apetece ver cómo lo echan de casa por ese pecado. Según papá que siempre bromeaba con eso.

—Sólo una cosa —Él asintió con desesperación, tomo la perilla de la puerta —. ¿Desde cuándo? Es decir, ¿Como fue qué pasó y David también coopero?

Me vio con los ojos desorbitados, ni para que formar tal pregunta si se iba a formar una tensión.

—Lo sentí desde hace mucho, solo creí que eran celos o apego de amigos. Pero solo un beso por accidente marco todo —explica, con la mirada puesta en la puerta —. Ambos lo hablamos, fue incómodo, y se terminó por formar un relación. Tengo  casi dos años con ello. Yo y Davo somos novios desde entonces.

No supe que agregar tan sólo me deleite a asentir y mire para otro lado que no fuera a su persona. Se escuchó que mi hermana menor entro en la casa junto con mamá, a lo que el susurró un "no lo digas" .

Es su problema no el mío, aunque mi lengua se afloja con el enojó. También agradezco con mi corazón que me tenga un confianza que no le hace vacilar en sus respuestas.

Yo lo que quiero saber porque el cambio de humor y actitud de mi amigo, Yeray y su gran bipolaridad.

—¿No vas a salir de mi habitación? —Le pregunte al verlo aún parado en la puerta —. ¡No diré nada!

Soltó el aire con desconfianza.

—Gracias —Y salió.

Sonrió por mi hermano, aunque aún falta la reacción de mi padre.

Veo a mi celular una y otra vez, no cargaba nada tan sólo tenía quince por ciento.

¡Maldito celular, carga! ¡Quiero leer!




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