RPT|05. Las mentiras

DÁNAE
 

Mi teléfono había sonado hace unos minutos. Se que era de Yeray, por el sonido del maullido del gato.

"No era mi intención... Lo lamento"

Leo el mensaje.

¿No era su intención? ¿Entonces cuál era? ¡Me corrió prácticamente de su casa! ¿Y no fue su intención? Patrañas que son sus malditas cosas.

No era su intención pero lo hizo, me corrió, nuestra amistad no se basa en tan solo un lo siento y ya esta perdonada, vaya que duele la manera en la que me oculta la verdad, la razón por el motivo del que me odia. Okey, estoy exagerando, pero no me gusta que se comporte de esa forma.

Mi maleta ya estaba lista en mi cama. Con todo lo necesario para estas dos semanas. Papá nos había informado en la cena que iríamos a casa de los abuelos.


—Dánae —atiendo al llamado de mi hermana pequeña, que tenía puesto un vestido morado y un moño adornaba su cabello chocolate.

Puaj, odio los vestidos. Son cosas del demonio.

—Ya. Voy —miro por último el móvil y lo bloqueo para guardarlo —. ¿Están listos todos?

—Sí. Ah, vamos a pasar por Yeray. Sabes que él no falta a ese viaje.

Ya entiendo porque me pidió perdón el desquiciado. Aunque muy en el fondo sabia que el también iba.

Me pidió disculpas ¡Para actuar que estamos bien! Ug, su actitud no me gusta para nada, no quiero verlo haciendo de hipócrita a mi vida.

«Pero está a tu lado»

Tome mi mochila, el día de ir a visitar a mis abuelos al rancho natal en el que creció mamá a llegado... Me gustaba visitar a mis abuelos, a pesar de que no tenía señal telefónica ni internet. Técnicamente zona muerta.

El tormento de todo adolescente es estar sin señal.


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—Podríamos ir al río, llegando allá ¿No? —Propone mi hermano, con media sonrisa.

—Si podríamos, si te gusta nadar de noche —se mofa mi padre, mientras tenía sus ojos en la carretera.

—La verdad no me molestaría —indica, mi padre le da una mirada expresivamente tóxica por el retrovisor—. Mejor al día siguiente.

—Genial. ¿Como has estado Yeray? —La mirada de mi papá se dirige a mi amigo —. No te e visto en casa estos días.

—Estaba ocupado en exámenes.

—Pero siempre mi hija te ayuda. ¿Otro problema con sus promesas?

—¡Papá! —Exclamo, eso me molesta un poco. No me gusta que hablen de eso —. Es que este semestre yo no deje ninguna. Y no quise ayudarle.

—Es verdad, Yeray.

—Si, señor. Es realmente verdad.

Mi padre me da una mirada de reojo, sabe la mentira que e hecho. Puesto jamás dejo ninguna y aún así ayudo a mi amigo.

Después de unos minutos, sentí un codazo de parte de Yeray. Su ceño estaba ligeramente fruncido, algo que no me gustó mucho y me dejó desconcertada fueron las palabras que salieron de su boca.

—Te has hecho una maldita mentirosa. Eso está mal Dánae. E perdido a mi amiga.

Mis ojos se cristalizaron y mi corazón se aceleró, por lo que me volteo, ya que iba al lado de la ventana.

«Y yo te e pedido sin saber el porqué. Necesito una explicación»

La mirada de mi hermano pronto cae en mi, por lo que yo solo bajo la mirada y miro mis manos como cosa más interesante del mundo. Le oigo dar un suspiro, se que pronto me dará su sermón de lo que ya se dio cuenta, creo.

Al final, recargue mi cabeza hacia atrás cerrando los ojos con anticipación. Antes de darme cuenta ya había caído dormida.

Mi querido amigo no fue tan sutil de despertarme que abrió la puerta y por poco beso el suelo, sino fuera que me tomo a tiempo. Yo solo me zafé de el bruscamente y le di un golpe en el hombro.

—Estúpido —es lo único que sale de mi boca, el solo se encoge de hombros —. Casi haces que me pegue en una piedra. Por poco y me matas.

Me mira con media sonrisa, luego mi abuela aparece a su lado con una mueca.

—¿Por qué la pelea? Si ustedes jamás lo hacen —indica, yo miro mal a mi "amigo", mi abuela solo niega acercándose a abrazar a Yeray y le susurra algo al oído.

—Tiene ella la palabra.

Es lo que dice Yeray y se separa mi abuela para envolverme en sus brazos.

—Hola, Andrea.

—Sabes que odio ese nombre.

—Ay, tus tías tan locas —dice, dando por terminado el abrazo. Y al último darme un apretón de mejillas —. Vamos adentro.


Sin importar la obscuridad, la casa me la se de memoria por las muchas veces que e venido aquí, tenia un gran jardín con belenes, geranios y algún que otro árbol frutal expandido por el terreno: Su casa no era la gran cosa, color menta, tres cuartos, sala y cocina. Y un muy extendido jardín. 

Yeray me dio un sonrisa floja y con la mirada me invitó a seguirle, a pesar de mi enfado le seguí porque olía a comida recién hecha.

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A la mañana siguiente mi espalda dolía por dormir muy incómoda en el cuarto con mi hermana Litzy, mientras Yeray y mi hermano durmieron en la sala y no se venían para nada incómodo o molestos por su cama.

Mientras todos estábamos sentados en el comedor, desayunando, mi abuelo hablaba. Él nunca está callado.

—Porque no reanudan su vida aquí —. Cuentas veces pedía eso —, Tus niños pueden estudiar aquí.

—Papá, ya hablamos de esto —respondió mamá —. Enrique haya tiene su trabajo, mi hijo Ares estudia la universidad.

—Alma, hija —ahora renegó mi abuela —. Sabemos que tu marido trabaja lejos de casa, muy lejos.

—Suegra —turno de mi padre —estaría bien, pero ¿Ares? Ares esta estudiado, no quiero que tenga las mismas dificultades que yo al buscar su trabajo, para mantener a su pareja.

—Yo me quedaría con los abuelos —hablo mi hermana menor, todos rieron por su disparate.

Si claro y en dos días estuvieran llorando por mis papás.

—Andrea ¿Tú te quedarías con nosotros? —Preguntó mi abuela con esa voz tan tierna y dulce que siempre me hablaba.

Con gusto me quedaría con ellos, pero... Esta la bruja de mi tía Magda aquí y una prima loca, así que no.

Rápido negué con la cabeza y pose mi mirada al plato ya vacío.

No quería que se burlaran todos mi vida de mí por mi nombre, las soportaba una semana pero ¿todos los días? No, gracias, pero no gracias.

Andrea, Andrés. Mis tías y primas decían que era lo mismo y como venía cada mes a visitar. Era la burla.

Y lo peor. Que mi apellido es Rojas.