ARES
Quisiera odiar con todo mi ser a mi hermana. En verdad lo quisiera, pero no puedo. Solo estoy molesto con ella al haber dicho tal cosa, el haber adelantado las cosas así. Yo sabía que tenía que llegar el momento dónde iba a hablar con papá de ese tema.
"La novia".
Sin embargo yo no tenía tal cosa, no tenía novia sino novio. Y mi papá se iba a poner hecha furia el saber que era Gay, sabía que me la iba a joder un rato hasta que aceptará, o medio aceptará, mi orientación sexual.
Antes de llegar a casa, le mandé notificar a David de todo lo que iba a ocurrir.
David:
¿Qué hizo qué? Tu hermana está bien. Digo, no puede esperar que tú hables por ti.
Ares:
Solo porque no le quise traducir lo que dijo Yeray.
David:
¿Yeray? Pero que cosa le ibas a traducir. Él es más transparente qué el aire.
Ares:
hablo del idioma inglés.
David:
Creo que era su obligación saber el idioma materno de su mejor amigo por si le insultaba. Mal hecho.
Sonreí ante eso, pero me veo obligado a quitar esa sonrisa de mi rostro. Ya qué, mi padre me miraba por el retrovisor cada que podía. No quería más problemas.
Ares:
En cuestión de minutos llego a mi casa.
David:
Si llega a decir que quiere conocer a tu "novia", le dices qué okey. Yo consigo a una chica.
Ares:
Debo decirle ya.
David:
No, punto. Confía en mí.
No le contesté más, sabía que para ser callado era muy testarudo. Cerré mis ojos cuando Yeray salió del carro.
La hora de mi infierno y mentir por petición de David, creo que, nunca llegaría.
★•★🎭★•★.
Sentía que se me iba a ir el aire, que iba a morir de una crisis en estos momentos. Mi padre había insistido en que teníamos que hablar de ya del tema. Mi madre me miró con pena, aceptando la petición de él.
Y no podía creer que Dánae estuviera presente.
—¿Sabes lo que implica estar solos en casa? —interroga papá.
Tenía que iniciar con esa pregunta, eso me ponía los nervios de punta.
—Papá, pero no pasó nada. Simplemente besos y ya —defiendo. Sabiendo que tampoco me iba a propasar en casa, en casa no.
En otro lado, No lo Creo.
—Dos años de relación y crees que me voy a tragar que no han pasado de besos. ¿Qué me crees Ares?
Tonto no lo creo. Sin embargo, no sabía que responderle, porque si había pasado más de besos.
—Yo no veo el caso aquí...
Hablo mi hermana con un signo de irritación.
—Si —intervino yo, con voz fría—. Esto tenemos que hablarlo tú y yo. Ella ya abrió los suficientes la boca, y es todo lo que sabe.
Papá alterno su mirada ente ella y yo.
—Te lo juro, nada más sabía eso —indica.
Mi papá asiente a su petición y al irse me mira con lastima. Cuando papá volteo de vuelta a mí, tuve que tomar otra vez oxígeno para mis pobres pulmones.
—¿Usas protección?
Sentí calor enmonar en mi cuerpo, no supe cómo manejarlo. No me salió la voz más que decir que sí.
—Estas seguro con ella.
"Estoy seguro con él", quise corregir. Pero tenía un montón de miedo que papá reaccionara de lo peor y me corriera. Era a lo más lejos que podía llegar
—Papá —me atrevo a decir, en me observa es espera. Las palabras de David vienen a mí en emboscada.
—Dime —apresura.
Suelto el aire, en estos momentos me siento cansado por ocultarlo.
—¿Qué pasaría si no fuese una chica? —digo al fin.
Mi padre pierde un poco la compostura, e incluso se sentó en el sillón para poder procesar la información. Sabía que con implantar esa pregunta decía, más que interrogante, era la verdad.
—Ares, vas a dejar morir el apellido.
Lamí mis labios en decepción y bajé mi cabeza, al final también me senté. Tal parece que era todo lo que le importa.
—Yo...
—Nada. Es qué... ¿Cómo...? ¿Dónde? ¿Qué? —balbuceaba sin llegar a un acuerdo.
Técnicamente creo que tenía muchas cosas en su cabeza para preguntar, pero se le venían todas juntas. Y yo estaba casi temblando, sentía tanto asco por los nervios. Que creí que en cualquier momento iba a vomitar, mi estómago ardía, mis manos sudaban.
—Ares —dijo papá cuando encontró su voz —. Me importa poco el apellido, y, aun así, a tú abuelo le importa mucho. Sabes que el odia esa comunidad. Y el que signifique que tú pertenezcas en ella, no te verá como familia.
Yo asiento. Sentía mis ojos arde, sentía tanta impotencia. Trago fuerte para responder.
—Me importa solo tú opinión.
—¿Por cuánto tiempo más lo ibas a ocultar? Guardar las aprecias
Yo niego, no sabía, en verdad no sabía por cuánto tiempo.
—Es David, ¿Cierto? —Yo asiento.
Mi padre se pone de pie y veo alzar una mano, por lo que cierro mis ojos al pensar lo peor. Sin embargo, lo único que siento es su mano en mi hombro apretándolo con gentileza.
—Todo está bien.
Abrí los ojos, le veo sonreír.
—De todas formas, ya lo sabía —trago grueso —, era evidente. Los ojos no mienten Ares, la boca quizás mucho.
—Lo siento.
—No sientas culpa. Está bien, que alguien de la sociedad lo vean mal. Son personas que no aman o la verdad, no sé qué les pase por la cabeza. Porque a sus argumentos solo les impulsa el asco. ¿Y a quién? ¿A ellos mismos?
No digo nada, sentía mi cabeza dando vueltas por todo esto. Creí que papá no iba a tener una mentalidad tan así, creí que sentí que me iba a decir lo peor. Que me iba a correr de la casa como le pasó a David, que su papá lo odiaba como si fuera algo repugnante. Que incluso lo golpeó tanto, que aún tenía cicatrices en su espalda.