DÁNAE
Tragué saliva ruidosamente, mi mano no la podía quitar del picaporte. Estaba prácticamente en shock, o más bien me estaba muriendo de miedo que impedía huir de esa situación o nada más dar un portazo para Librarme de la situación.
Él entro a mi habitación ignorándome.
—Puedes cerrar la puerta —pide de una manera tan amable que me dio escalofríos.
—No, le hablaré a papá.
Acusó como niña de cinco años, Ares solo se acerca a mí y envuelve sus brazos a mi alrededor.
—Pero... —me quedé desconcertada —. ¿Qué plan es este Ares?
—Ninguno —susurro entre mi cabello, apretándome a su pecho —. Solo quiero darte las gracias.
—...—No pude decir nada.
¿Cómo que gracias? ¿De qué? Caray, me hubiera quedado a escuchar para entender todo este teatrito de mi hermano.
—Mi papá me acepta como soy.
Aun así no comprendo nada. Sin embargo, como estaba feliz, le devuelvo el abrazo.
—Ares, son las seis de la mañana —acuerdo, acorrucándome a él, la mañana era fría y no tenía un suéter encima.
—Papá acepto mi orientación sexual y a David.
Me aparto de él y alzo un poco la cabeza para verle la cara, sus ojos brillaban de emoción. Lo cual lo suelto y empiezo a dar brincos.
—¿Enserio? Que felicidad.
—Creo que, por dar ese empujón, mereces que le traduzca lo de Yeray.
Eso hizo que mi felicidad se apagara, me fui a mi cama con los pies arrastra y me deje caer en las cobijas.
—Yeray está enamorado de mi ¿Verdad? —afirmo hundiendo mi cara en las almohadas.
Siento que Ares se sienta a un lado mío acariciando mi espalda.
—Sí. ¿Cómo lo dedujiste?
Levanté mi mirada solo para verle mal.
—No te burles —acoto casi moqueando —, me puse a recordar lo de sus palabras en inglés, y solo se me quedó lo de "no" "amigos".
—Uy, alguien puso a maquinar esa cabecita —cuando iba a tocar mi cabello le di un manotazo —. Y si, dijo: "Estoy cansado de que me mires como amigos, ya no quiero ser tu amigo sino algo más"
—Odio romperle el corazón.
—No lo quieres maldita.
—Ares, no me estés insultando así —digo casi en un grito. El ríe, sé qué hace esto para que me sienta menos tensa —. Yo quiero a Jordán.
—Vamos a desayunar. Y me platicas quien es ese.
Son las seis de la mañana Ares, seis. Le quise gritar, pero tal parece que por la emoción de mi padre no pudo dormir.
Me puso de pie y busque un suéter para bajar a tomar el desayuno.
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Después de realizar el desayuno y comer un poco, me la pasé explicándole quien era, que lo había conocido por Facebook y después descubrir que asistía a mi propia preparatoria. Entonces nos frecuentábamos en ocasiones, nunca se lo mencioné a Yeray porque sabía que se iba a cabrear al enterarse el cómo lo conocí.
—Entiendo su cabreo. No le dijiste nada —acota mi hermano, viéndome con intensidad.
Sin embargo, él al parecer lo había visto en la escuela y creyó que lo conocí en esas circunstancias. Incluso le mencioné lo que siempre decía de "ya sabes qué". Al parece Ares al instante supo de qué se trataba.
—Sabes que se podría significar ese "ya sabes qué".
Mi hermano asiente, tragando su tostada.
—Yeray López —dijo sin pelos en la lengua, yo dejé al aire la tostada que hacía camino a mi boca —, todo notan el amor en él.
—Pero yo solo lo quiero como amigo —gimoteo en reproche.
¿Cómo le hago entender eso? Se que el me hizo jurar, para no pasar la raya, aunque yo replicaba que estaba loco. Quizás ahora nos arrepentimiento de esas decisiones infantiles.
—Ya lo sé —dice Ares tomando de su taza de té —. Y si lo intentas con él, es decir, solo un momento. Quizás al momento de actuar como novios florezca un amor.
Yo niego con firmeza. Estoy totalmente segura qué, aunque insista en amarlo de esa forma, no lo haré. Intenté quererlo, verlo de esa forma que él lo hace conmigo. Incluso una vez intenté besarlo y no sentí nada, al ver un brillo en sus ojos. Supe que no debía ilusionado con algo que yo no sentía.
—Al verlo con amor, ese amor. Siento náuseas, no sé cómo explicarlo. Se que suena horrible.
—Al ver el rechazó, él se va a alejar —replica él. Yo asiento dándole la razón.
—Es mejor hablar con él, Dánae. Enfrentar esos sentimientos.
Doy un suspiro. Estaba realmente cohibida, no quería ni imaginarme cuando hable con Yeray sobre eso. Rechazarle de esa forma va a doler mucho, eso lo tengo seguro.
—La verdad no quiero, creo que es mejor así.
—Así va a ser, hasta que él lo decida —insiste. Me pongo de pie de goleo.
—Creo que sí.
Me quedo callada por un momento. Papá y mamá entran a la cocina y les sorprende vernos levantados a las ocho de la mañana desayunando y charlando como si nada.
—Tengo que ir a casa de mi mejor amigo.
—No se me ha olvidado lo de ayer —intervine papá —. ¿Quién ese ese chico?
—Un compañero de semestre, lo conoce Yeray de vista, tiene mi edad. Nos frecuentamos en la placita para solo hablar de cosas sin sentido, me da regalos que me gustan. Creo que tolera la actitud de Yeray.
Dijo de golpe todo, papá solo asintió.
—Ve a casa de tu chaperón.
Yo asentí desidia. Sabía que podía llegarle fe vista de improvisto.
—No dejes más tiempo corazón —hablo mamá con dulzura.
—Vuelvo en un rato.
Me di media vuelta para salir de casa.