Roto por ti

RPT| 17. Ni el traductor le ayuda

YERAY



Dánae salió de mi habitación un poco cohibida por mi trago, pero tampoco me iba a poner a llorar delante suyo. No quería verme más frágil de lo qué Mark decía. Que parecía que había pasado de ser humano a un zombi andante.

Vuelvo a voltear la computadora a mí. Mark me miraba con sus cejas alzadas en interrogación. Yo hice lo mismo.

—¿Qué? Para mí es lo correcto —defiendo, cruzándose de brazos.

Él bufa al otro lado de la línea, quizás no tenga mucha comunicación con él. O nos hable de él, pero hablábamos muy poco por los estudios, hasta ahorita que me había comunicado.

—Al fin te agarraste de valor ¿He?

Yo asiento. Sabía que iba a salir herido, muy, pero muy herido que mi única escapatoria sería irme a Texas. O como mi conciencia decía, era dejar las cosas así, sin decir nada y olvidar el amargo amor que sentía hacia ella. Pero sabía que tenía que enfrentarle, sabía que si no lo hacía. Me iba a partir más. También tenía la maldita esperanza de tener algo, de intentar.

Mark me dio un suspiro de ánimo.

—Tengo miedo —dijo él, yo reí por su expresión. Tenía miedo de llorar como un crío frente a él —. Confiesa todo en inglés.

Dijo inocente, dándole el toque con una sonrisa dulce.

—Me va a insultar.

—Que use traductor la loca.

—¡Mark! —Grito con una risita fugas —. Que ocurrente eres.

Él se encoje de hombros. Sabía que él le hablaba en nuestro idioma natal para joderle la existencia de no entender nada.

Me dijo que tenía que irse, que pronto volveríamos a hablar para ver qué tal le iba a mi corazón amachorrado y ver si mamá me dejaba ir a Estados Unidos. Papá encantado de ir, pero mamá no se la verdad.

Cerré la laptop una vez que se apagó, igual apagó el clima que estaba muy frío. Cómo si eso congelará mis sentimientos.

Salte de la cama y me encamine a la cocina a comer algo. Después de todo, no tenía más cosas que hacer, estaba aburrido. Y hablarle a Fernando no era una opción, quizás estaba con sus amigos o en materias recuperativas este verano.

Extrañaba mi teléfono, mamá me había dicho "tonto" por dar mi celular. Pero fue la única manera de librarme del agarré de mi mejor amiga, si aún la puedo considerar así.

Antes de olvídalo, tome la bolsa de regalo de Cat, que tenía en la sala. Puse agua para un té, ya que el café no era lo mío.

"Es un libro genial" recordé sus palabras. Recuerdo que le había mencionado que mi mejor amiga ya no me había dado libros desde aquella promesa de críos.

Abrí el regalo sin más.

Catalina quería desgarrar mi pobre corazón. Gimoteó en reproche.

—Libro genial para llorar, "solo amigos" y "mecánica del corazón". Que inteligente, gracias Cat.

Al esculcar más en el confeti y tiras de colores, veo una nota doblaba a la mitad, antes de abrirla, en la supuesta tapa, tenía dibujado una carita con un giño.

"Agradezco que no tengas teléfono, ahora"

Inicias la tarjeta con esas palabras, sabía ella que le iba a reclamar por los libros.

"Son libros geniales, para llorar quizás. Eres alguien demasiado lindo como para sufrir por alguien que actúa como si no estuviera rompiéndote. La verdad, sé que estoy que te voy a decir es algo tosco, pero, ella solo actúa como tu amiga ignorada los sentimientos que le envías con tus miradas.

Que lindo es, la verdad.

Enfrentar los problemas por favor. Mi ex hermoso
.

Yo estaré para ti en las buenas y en las malas, sabes qué quedamos en buenos termino. Hee.

Te adjunto mi número telefónico para hablar o simplemente me agregues a WhatsApp cuando cuentes con un nuevo teléfono.

Cat.

Oh, mi número jajaja 8236368841"


Apagué la estufa, le sonreí a la carta.

Casi salto de mi lugar, al momento de escuchar el teléfono de la casa sonar. ¿Quién me interrumpe en mi nitidez de felicidad?

Enfuscado agarro el teléfono de mala gana, bufando en la bocina.

—¿Está Yeray o los toros ya heredaron pulgares y dedos?

Arrugue mis cejas, sabiendo que no podían verme.

—Ares.

—El mismo, ¿Qué tal todo?

Bufo, irritado. Todos me preguntaban lo mismo.

I can't... Estoy algo cansado, la verdad —le digo sincero. Escucho suspirar.

—Me imagino, entonces... Creo que sería pésima idea invitarte a casa a comer pizza.

—Si tu hermana no estuviera. Iría de verdad, pero no quiero verle —me sincero otra vez.

—Comprendo —dice desanimado —. Mi hermana es una cabezota.

—Ni la voy a olvidar a tener sentimientos hacia ella, pero me duele que me trate como si nada.

— Mi hermana quiere actuar como siempre es. Tu mejor amiga —puntúa, con pesar en su voz —. Tu mejor amiga no quiere enfrentar las cosas. Porque sabe que tú saldrás herido, qué no quiere actuar como tal, no quiere ser ella la que te rompa. Por lo mismo, Dánae no te podrá consolar. Dirás qué es lastima.

Okey, su argumento era muy claro. No quiere herirme más, quiere actuar como tal. Cómo amigos, en sí, ella no quiere ser esa persona que me trae así de herido.

—En lo último estoy de acuerdo —digo en un suspiro.

No podía, no me creí capas de callar más esto. Mucho menos sabiendo qué mi mejor amiga sabe los sentimientos. Tengo miedo de dejarlo así y en un futuro los use en mi contra, o quizás, es paranoia mía todo eso.

Pero necesitaba decírselo de alguna forma en la cara, que no me leyera, sino que saliera de mi boca todo eso a pesar de que voy a llorar como niño de tres años. Porque creo que veré indiferencia, observar que no entenderá que hacer conmigo.

—Yeray...

—¿Sí? —indago perdido.

—Creí que me habías colgado —dice indignado por mi silencio —. De todos modos, te deseo suerte.

—Gracias, creo que la necesitaré ese día catalogado como "día de dolor" —indico lo último con una risa sarcástica.

—Yeray.

—Perdona sino voy a tu casa después de hablar con ella.

Solo escucho un sonido de su garganta, no le dejo hablar y me despido apresuradamente de él. Cuelgo enseguida.

Vuelvo a la cocina, con estar seguro de que hacer.

Al final, voy a estar roto por ella.

Roto por ti, Dánae.




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