Roto por ti

RPT| 19. Estoy listo

DÁNAE

No podía creerlo.

Jordán.

Jordán estaba frente a mí. En mi casa, con un ramo de esos de papelería. Me encantó, incluso mis ojos brillaban tanto, que quizás, parecían faroles.

Ares al verme parada en la puerta si decir nada, aunque al escuchar la voz masculina se puso detrás mío dejando a David con Litzy.

—Así qué tú eres ese chico —Interviene mi hermano.

Yo me pongo los ojos en blanco, con un temblor en mi sonrisa. Mientas Jordán me extiende el ramo.

—¿Ese chico? ¿En qué forma? —Cuestiona Jordán, soltando el ramo al tomarlo yo.

Ares lo escanea con la mirada, mientras Jordán no se quedó atrás e hizo lo mismo.

—En la forma de romper una amistad.

Le veo arquear una ceja, por Dios, puede arquear una ceja.

—Yo no tengo la culpa, qué al darse cuenta de mi enamoramiento de su mejor amiga. Él también quisiera dar el paso —indica muy seguro, sin rastro de emoción o algún tipo de salseo que les dé a sus palabras.

En eso sí, quedamos mudos. Sin embargo, David salió.

—Oye... Tu hermana pequeña no pasa de decirme que quiere más pizza —indica a Ares con una voz algo irritada —, ya le dije que ayer se terminó toda.

Ares solo metió la cabeza de nuevo a la casa para gritarle que no había ya, que íbamos a comer comida decente.

—No me caes bien porque no te conozco —vuelve a la charla mi hermano con Jordán —. Pero tampoco te voy a juzgar.

—¿Quién es él? —Interroga David, no hizo falta que dijeran su nombre. Ya qué, al parecer, él y mi hermano se comunican con la mirada —. Oh, el chico que obligo a Yeray en ser más duro contigo.

—¿Qué te hizo Yeray? —Indaga Jordán, yo niego con la cabeza.

—Nada de que te preocupes, solo le habla en inglés —responde Ares. Restándole importancia.

Quizás le restan importancia porque él solo habla más claro en su idioma, pero yo no le entiendo.

—Se quiere hacer la fresita o qué.

No sé porque eso me molestó un poco, pero tal parece que David hoy quería llevar la conversación.

—Yeray es estadounidense —dice de una forma obvia —, no sé si lo has notado, pero... —volteo sus ojos al cielo como si estuviera imaginando o pensando lo que iba a decir. Al fin lo vio a los ojos —, tiene los ojos claro, piel clara y aun así no le irrita el sol, mucho. Es alto, quizás, también, el acento. ¡El acento!

Ares lo toma de los hombros, indicando que se calmé.

—Me caes mal.

—¡David! —Exclamamos tanto mi hermano como yo. Él se encoge de hombros.

—Solo digo, cosa tan básica no puede deducir. O quizás lo digo porque estoy a favor del equipo Yernae.

Lo miro con un signo de interrogación.

—Yeray terminará con el corazón roto, punto —digo con neutra.

Los tres se me quedan viendo, sin omitir ninguna palabra o algo parecido. Ambos novios me miraban con tristeza, pueda qué la forma de expresarme no fue la indicada.




•★•💔•★•
 


Jordán no se encontraba muy cómodo que digamos. Estaba prácticamente recto, sus ojos viajaban a distintas direcciones menos a la mía. Sus manos se encontraban de igual manera, inquietas. Estaba empezando a preguntarme él porque estaba así.

Me enderece en la silla, doy un suspiro llevando mi vista al ventanal. De aquí se miraba la cafetería eclipse de la mamá de Yeray. Este pequeño local de malteadas era color rosa pastel, con las mesas color café y el piso blanco, era animalista la decoración.

Suelto un suspiro pesado, creo que la situación me estaba incomodando un poco. Así que solo sonrió de boca cerrada. E incluso salto de mi lugar al escucharlo suspirar algo fuerte.

—Perdón —se disculpa, viéndome al fin a los ojos —. Estoy algo nervioso, es por la cita y por lo que dijo el chico de tu casa.

Indica, yo sentí ponerme roja. No supe si por llamarle cita o por otra cosa.

—David.

—Él —dice distraído —. Quizás tenga razón, no le pongo atención a lo básico. Pero si a los detalles pequeños.

Bueno, tenía un punto. O a mi pensar, solo se interesaba en las cosas que él creía relevantes.

—Si —fue a lo único que atiene a decir —. Es decir, me doy cuenta de que tiene un corazón muy lindo, te preocupas, ves los pequeños detalles, estás al pendiente.

Jordán sonríe con un apliqué de tristeza, que me hizo parar de golpe las enumeraciones que le estaba haciendo.

A mi silencio el habló.

—¿Enserio me estás describiendo a mí?

Yo asiento algo confundida.

—Quiero que me describas a Yeray.

—¿Qué? —exclamo cohibida, agradezco que el local no tenga muchas personas.

De hecho, la chica que traía las malteadas para nosotros, casi las manda al piso. Y después de que las puso en la mesa, se disculpa.

—Me has descrito, sin embargo, creo que lo que diré es cruel. Pero, solo me conoces por enviarte cartas o darte regalos.

Iba a protestar. Pero algo calo en mi corazón que hizo que no emitiera palabra.

—Jordán...

—Me gustas, un buen —me aclara, al fin tomando mis manos. Haciendo que mi corazón palpite al mil, él me da una sonrisa válida —. Pero ese "ya sabes qué", aún no se va.

—Okey —digo al fin, entrelazados nuestras manos —. ¿Qué es ese "ya sabes que"?

Baja su mirada un poco avergonzada.

—Así le llamo a los sentimientos de tu amigo.

—Oh —fue lo único que escapó de mi boca.

Él teléfono emitió un sonido de campanitas repetidas veces, por lo que, con pesar desenlace una de mis manos y busque el aparato en mi bolso.

No recordaba haber tenido ese sonido, sin embargo, al sacar el teléfono rojo, recordé que era de Yeray. Era un mensaje de Messenger, abrí la burbuja, el apodo había Sido borrado y solo tenía mi nombre.

"El momento ha llegado"

Habían pasado dos días desde la pequeña batalla en su casa.

—¿Qué pasa? —Pregunta al ver mi rostro un poco desencajado.

—Es Yeray.

Al escuchar su nombre, solo emite un sonido con su garganta.


"Estoy listo :)"

«Yeray» pienso algo triste.

"Estoy listo :), lo que necesitaba ver, ya lo ví."

Entonces levanto la vista del aparato y veo por el ventanal de cristal. Yeray estaba afuera del local de su mamá, alzando su mano en un saludo dándome una sonrisa dulce. ¡Una sonrisa dulce!


—¿En verdad le vas a romper el corazón por mí?

Tragué saliva al escuchar su pregunta, la verdad, ahora no sabía que hacer realmente.

Me volví a confundir.

A pesar de tenerlo a mi lado al chico, a ese chico que hace mi corazón latir, hacerme sudar e incluso tartamudear.

—¿Dánae?

Y entonces ocurrió lo más vergonzoso de mi vida, quise morirme.




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