Roto por ti

RPT| 22. Inquieto

YERAY


Estaba malditamente nervioso, mis manos hechas puño por eso mismo. Casi mi cuerpo entero sudado como si hubieran pasado por agua, bueno, quizás exageraba un poco.

Pero estaba muy inquieto, caminaba de un lado a otro como león enjaulado en la sala de mi casa. Mamá movía sus ojos conmigo al compás. Hasta que se puso de pie y me tomo de los hombros. Quizás arta por mi nerviosismo.

Le observo sus ojos con una sonrisa que no llega a ellos.

—No debiste dejar tu trabajo —rino, quizás para distraer mis nervios.

Sentía mi cuerpo arder por la desesperación de que ese momento ya halla pasado. Estaba himpervelintando, tal vez, las gotas de sudor ya suecaban mi cabello. Por lo que pase mis manos por el para comprobarlo.

Mamá dió un suspiro.

—Estaras bien —indica con dulzura, me funde en un abrazo que hace estrujar mi corazón. Haciendo que mis lágrimas quieran salir.

—No puedo mamá, no quiero enfrentar eso.

Gimoteo, devolviéndole el abrazo. Sintiendo mi corazón colgando de un hilo, al igual que mis ganas de no querer abandonar los brazos de mi mamá. Agradecía infinitamente que estuviera en estos momentos contigo. Porque sino la tuviera en físico, me hago pequeño y me pierdo.

—Se que puedes —me anima, acariciando mi asqueroso cabello lleno de sudor —. You aren't stone. You are human and you will face feeling that you hurt in life.

—Si estuviera Danae, se hubiera enojado —digo con una sonrisa en el aire.

—Yeray, te digo bien —dice, desaciemdo el abrazo. Mirándome con el ceño fruncido.

—Te digo por hablar en inglés —corrigo, ella me observa sin creer —. Odia que le hable en inglés.

—Mhm... No porque alguien odia algo que domines, no quiere decir que lo dejaras de hacer —me dice con voz orgullosa.

—Lo sé, mamá.

Me da un beso en la frente. Sonríe con dulzura y dice lo siguiente que me está aterrando;

—Es hora de enfrentarlo.

Mi corazón late como loco ante esas palabras, me anima con su rostro que salga de casa y enfrente eso.

Tengo diesiseis años ¿Y tengo que enfrentar esto?


•★•💞•★•

Pensaba que ya había pasado la etapa de los nervios, que los había controlado con mis respiraciones, sin embargo al verla a pocos metros de mi. Me hizo tragar saliva muy fuerte.

Se veía hecha un manojo de nervios, con su vestido color lila, con su cabello suelto y totalmente planchado. Sus ojos divagavan en mi.

Ocasionado un sin fin de corrientes en mi cuerpo hasta centrarse en mi pecho, haciendo que se comprimiera en un agetreo de total amor hacia ella. Y mi corazón latía con fuerza, haciendo como si regresará a la vida.

Estaba hermosa esa noche tarde.

Ambos con los nervios a flor de piel, con diferentes pensamientos y difente forma de llamarle a lo roto. Cada quien estaba dispuesto a romper algo, y ambos sabíamos que no teníamos planeado esto que pasará.

Al llegar frente a mi, apenas y me sonrió. No se acercó a mi lo suficiente. Estaba a un metro de distancia, como si la cercanía le quemara. Así qué yo di el paso hacia ella, Decidido, con firmeza y listo para confrontar mis rotos sentimientos.

Estaba ante sus ojos, ella dió un paso hacia atrás. Desidia a irse. A dejar que esto quedará en el aire.

Mi mano viajo y envolvió su muñeca con delicadeza para qué no abandonará nuestro parque favorito. Que no abandonar está desición que íbamos a tomar.

Creo que era el lugar y el momento dónde podía decirle, podía sincerisarme después de semanas a todo lo que pasaba. Sus ojos viajaron desde el agarre hasta los míos con confusión a mi toque.

—Danae —la nombre con un sabor amargo, maldición, dolía decir su nombre.
Dolía saber que ya no la iba a poder llamar así, con dulzura. Porque se iba a tornar a amargo.

Tragué saliva, sus ojos no abandonaban los míos. Me estaba poniendo muy nervioso y mi corazón estaba inquieto a su imponente mirada.

—Dime —Presiona, quita mi mano con gentileza sin apartar la mirada. Lo que hizo que apartará mis ojos de los suyos.

—Creo que no es fácil.

—¿Qué no es fácil? —me siento en la banca dónde habíamos dibujado dos personas en palitos. Esos dibujos qué hicimos cuando teníamos ocho años.

—Te voy a hablar con la verdad.

Digo con simpleza, volviendo mis ojos a los suyos. Invitándola a qué se siente, dudosa lo hace. Poniendo una distancia no muy proniciada.

—Es lo que estado esperando —indica con un apliqué de nervios. Yo estaba igual.

Le sonrió, quisiera tomar su mano y sentir su tacto para calmarme. Pero quizás la asustaría con mi confianza después de mi actitud toda tangente y brusca.

Doy un suspiro pesado. Lambo mis labios. Decidido a mis palabras de como comenzar esto.

—¿Recuerdas las promesas que hicimos?— ella asiente, con sus manos jugando en su regazo y recoge a su pecho —. Sabes, e roto varías.

Digo con el corazón en la boca, sintiendo que me estoy asfixiando ante la situación.

—Quien lo diría, yo igual —se sinceriza con un deje de diversión.

—La promesa más loca y sangrienta es la que e roto —suelto sin más, con voz suave y pasado.

Ella desvía sus ojos de los míos, al árbol que está tras de la banca.

—Yeray... Yo —suelta un suspiro. Negando con la cabeza, volviendo sus ojos a los mios. Cristalizados—. No sé qué decir.

Mi pecho arde, mis ganas de llorar se aproximan demaciado. Quizás me rompa más rápido.

Y con las palabras que iba dejar salir, mi voz se rompió en la última palabra.

—Estoy enamorado de ti.

Ella cierra sus ojos, apretando sus labios.

Y mi corazón se siente partir. ¿Por qué me siento tan mal al pronuciar esas palabras? Debía sentirme feliz porque lo e hecho, pero me siento destrozado. Tal vez por la impresión de mi mejor amiga.

Me permitió hacer que una lágrima callera de mis ojos.

¿Acaso hice mal por romper la promesa por ella? No, solo me sincerice.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.