YERAY
Hace ya dos semanas que no sabía nada de Danáe, tenía mucho tiempo que no se acercaba al local de las malteadas, ya que Zulema me dijo que era el lugar preferido de Jordán, y siempre traía ahí a Danáe.
Pero desde esa tarde, no volvieron más. Quizás por petición de ella para no ver mi rostro de enfado o tristeza al verlos. Y sin embargo, ahora estaba con mi teléfono celular en la mano, saliendo del loca de café eclipse para ir al aeropuerto por mi primo Mark.
Ojalá, hubiera doblando a la otra salida de la calle. Y no encontrarme con ellos.
Tomados de la mano, sonriendose uno a otro como el amor que sentía tan felices.
Mi mundo se calló, mi corazón se apretujo en mi pecho que dolía. Cómo si un choque me arrojará a la basura y me hundiera en un pozo, todas mis voluntades para no pensar en ella, se fueron al caño con mi poca alegría. Ella estaba feliz que es ahora que no soy su amigo y no estoy en el medio del camino de ambos.
Shit.
Me quedé como estatua, aguantando mi dolor al pobre corazón roto que aún no podía reparar. Una persona choco conmigo y me miró con preocupación al ver mis ojos, quizás, rojos y aguados por retener las lágrimas.
Mil veces maldición.
Estaba sofocado, sin ganas de quitar mi mirada de ellos, haciéndome daño como siempre lo hago. Ella era feliz con él.
Llevo una mano a mi pecho sintiendo mi corazón latir con fuerza y bombear con rapidez la sangre que hacía doler mi cabeza así como mi vida.
¿Que hice mal para no estar en el lugar de Jordan? ¿Que me hizo falta? ¡Que me faltó!
Hice todo lo que pude, desde que me contó como sería su hombre ideal a los trece años. ¿Tan pronto cambio de idea? Irse con el primer chico que le diera detalles y le obligará a hacerme a un lado, por qué si, es lo que pensaba de ese chico. Hizo que me hiciera a un lado para no estropear su linda relación.
¿Que me faltó para ser el hombre que estuviera a su lado y compartiendo el amor?
Solo aposté por el amor que sentía hacia ella y al final, al final ni las migajas de la amistad solo ví. Perdí. Le ofrecí mi pobre corazón y eso no le basto. Hice todo lo posible para que estuviera a mi lado.
¿Por qué se le hizo tan difícil decirle una cosas tan... Simple?
Tragué saliva al verla que me notó, agitó su mano y me sonrió. ¿No puedo estar más dolido por ese gesto suyo? Movió a Jordán y le apunto a dónde estaba. Él asintió y se acercó a mi, sin siquiera soltar la mano de Danáe, no, el maldito la atrajo más a ella.
Definitivamente puedo estar más roto.
—Hola Yeray —dolio más que todo lo dicho. Que actuará como si nada, apreté mi mano en mi pecho y agache la mirada.
—Disculpa, tengo prisa —digo de brusco, tratando de esconder mis lágrimas.
—Entoces nos vemos después.
Sin responderle, le pasó por un lado y Jordán lo veo por el rabillo del ojo alzando su mano diciendo adiós con una media sonrisa tensa.
Hijo de su...
Lo admito, se miraba hermosa con ese vestido. Resaltando con su poco maquillaje esos lindos ojos cafés y su cabello recogido en una alta coleta.
¡Basta! Tienes que dejar de pensar en ella, así.
Él tiene su maldito presente y yo, solo su pasado. Los recuerdos y el plantarle nuevos recuerdos para opacar los nuestros.
Cuando salí al pie de la calle, dónde al fin iba a tomar un taxi. Solté todo el aire, deje salir una que otra lágrimas.
—Basta, no valoro ni la amistad —me regaño con enfado.
Limpiando con rabia mis lágrimas.
Ni siquiera se tento a observar que estoy roto y ella se acerca como si todo estuviera bien. ¡Ocupo mi maldito espacio!
¿Pero qué me faltó?
Al final, alcé mi mano para tomar un taxi e ir por Mark.
Ella tiene que quedar atrás o al menos tengo que superarla.