Roto por ti

RPT| 27. Lo sé

DANÁE

 


¿Es normal sentir un vacío de rechazó?

Cuando paso a mi lado con la cabeza gacha, supe que algo andaba mal. Quizás si lo hice sentir muy mal, pésimo, cuando le pedí fingir y seguir adelante para nuestra amistad. Cómo si no hubiera habido ninguna grita en la amistad o algo parecido.

Jordán me sacudió un poco la mano, para prestarle atención a nuestra caminata. Sus ojos cafés me observaban con curiosidad una vez que volvió mi vista él.

—Hay algo que no me has dicho —indaga, moviendo sus ojos en todo mi rostro. Yo apreté un poco fuerte su mano.

—No.

—Danáe —llama en reproche.

Yo me encogí de hombros y decidí seguir con la caminata. Sin embargo él tiró de mi y me arrastró a mi a una banca Serca de una tienda.

Me siento al final y prosiguo a mirar a sus ojos para soltar un suspiro de derrota, me encogo de hombros. Él me envuelve en un abrazo que había querido hacía dos semanas, y yo me permiti acorrucar a su pecho y soltar una que otra lágrima rebelde que salía.

Me dió un beso en mis caballos sueltos y poso una mano en mi cabeza para acariciarla con delicadeza.

—Solo cuando estés lista —indica con suavidad. Sin dejara de acariciar mi cabeza.

—le pedí que fingiera.

Confieso sin quitar mis ojos del piso, no quiero que me mire hecha trizas y mis ojos rojos como si me hubiera dando un churro de mota o mariguana.

—¿Qué? Me dijiste que las cosas estaban bien.

Cerré mis ojos a sus tristes palabras.

—Es que no puedo perder a mi amigo.

—¿Por qué no? Porque me mentiste y dijiste que todo entre ustedes estaba bien.

—No quiero perderte a ti ni a él —digo al final, volviendo mis ojos a los suyos. Los cuales chispean de desepsion.

—Pero, quizás, el merezca un tiempo. Tal vez, no volverán a ser los mismos.

—Lo sé.

—Suenas egoísta —eso lo entendía.

—Lo sé.

—Él te quiere. Yo creí que lo querías como Yeray López lo hace —niego con la cabeza repetidas veces—, por eso decía que tenías que arreglar "tu ya sabes que". Tú tenías el poder de decir quién se quedaba con tus sentimientos, quedando bien. No así, así no.

—Lo se.

—¿Y entonces por qué? Yo veo tus sentimientos, no son igual a él. Pero casi se igualan —quise gritar que sí. Pero no pude soltar eso.

—Lo sé.

—¿Y entonces que esperas? Yeray te va a hacer a un lado, ambos los sabemos.

—Lo sé.

—¡Deja de decir lo sé! ¡ Y afronta las cosas Danàe! —me grita haciéndose a un lado de golpe, como si yo quemada al toque. Eso hizo que mi corazón se apretujara en dolor y pánico —. Vas a quedar como el perro de las dos tortas.

—No, por favor.

—Entonces, ¿Que sientes por Yeray?

—Solo amistad, estoy segura. Quizás fueron sentimientos encontrados, porque a los trece años yo lo quería y después de tres años. Él viene y me dice que me quiere. Yo quería con todo mi corazón escuchar eso, pero... Hacía tres años. No hoy.

Hoy no, ni hace dos meses pasados tampoco. Y ahora que sacaba mi verdad, me sentí muy bien. Menos sofocada.

—¿Y por qué no fuiste clara? —Pregunta.

Porque ni yo estaba clara de mi mente. No sabía cómo explicar ese sentimiento y por eso lo escondí y no lo saqué del rincón de mi mente. Porque no valía la pena.

—No tengo idea.

—¿Cómo te sientes ahora?

—Uff... Creo que mejor, ya no siento mi pecho apretujado.

Él sonrió. Volvió a acercarse a mi para fundirme en un abrazo.

—Es mejor seguir siendo amigos, para conocernos y ya vemos si pasamos al síguete nivel.

No suelto su agarré y lo apachurro más a mi, oliendo su perfume que me tenía hinoptisada. Al menos tenía un brillo de esperanza.

Rompí a Yeray. Y el rompió la promesa.

Jordán tomo mi mano y me puso de pie para seguir con el paseo sin rumbo, yo sonrió y le pegó con él. 

 




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