ARES
Ash, hija de su...
Maldita sea, es todo lo que viene a mi mente cuando mi querida hermana entra a mi habitación como si fuese la suya. E incluso azota la puerta para percatarnos de su presencia y la interrupción de nuestro casi beso.
Otra maldita vez.
David me da una sonrisa y acaricia mi brazo con tranquilidad. Tratando de calmar mi irá ante la que nos interrumpe.
—No puedes tocar o ¿Qué? —Digo irritado, apretando mi puente de la nariz.
—Pues, estaba abierto.
—Pero es mi maldito dormitorio —indico al fin abriendo mis ojos y observar a mi hermana con incomodidad.
Nadie la trae abriendo mi habitación con brusquedad y toparse con mi momento. Se que dice aceptar mi orientación pero la veo incómoda cada que me ve con David.
La maldita es homofobia o qué.
—Lo siento, no podía por la emoción.
—Yo tampoco la vez pasada y toque tu puerta.
David me da un apretón en mi hombro para que calmara mi irá. Me pongo de pie, ya que estábamos en el suelo, y la observo con irritación.
—Calma Ares.
—No David. Mi hermana tiene la maña de entrar de brusco.
David me da una mirada una poco temerosa, por lo que tragué saliva y asentí para calmar mi enfado para poder escuchar a la arruina momentos. Por algo lo pase a mi habitación, para que no sucediera esto.
—¿Qué es tan emocionante que interrumpes mi momento? Otra vez.
Dánae me da una sonrisa de boca cerrada y se sienta en la cama, por lo cual, David y yo la imitamos. David de pronto se pone de pie para irse, sin embargo, mi mano lo detiene y niego con la cabeza para que se siente de nuevo.
—Hable al final con Jordán —indica cerrando sus ojos, pero luego los enfoca en mi para dar un suspiro —. Quedamos como amigos.
—¿Y eso te hace feliz?
—Me hizo comprender.
David sonríe —. Retiró lo dicho antes, ahora solo lo tolero. Así como tú toleras nuestra relación.
La sonrisa de Danáe casi recae, y aún, no dejo que callera por completo para darle una sacudida al cabello de David, el cual frunce su ceno indignado.
—Pueda que parezca eso, pero solo me estoy acostumbrado. Se que eres lo mejor para Ares.
Tanto David como yo quedamos con la boca abierta, se puso de pie e hizo una reverencia sin gracia para salir de la habitación sin antes prometer que iba a tomar la puerta porque no quería llevarse más sorpresas e interrumpir nuestro momento.
Y esa vez, le creí a la mugrosa.
—¿Y dónde quedará el lindo de Yeray?
Frunzo mi ceño al apodo que dijo de Yeray, pero era lindo no solo de físico sino también de su interior. Era algo doble que casi todos deseaban, menos la loca de mi hermana.
—La va a ser a un lado.
Contesto viendo la puerta, por dónde se fue la esperanza que él y mi hermana conserven la etiqueta de mejores amigos. David asiente, o eso percibí por el rabillo del ojo.
—Quizás sea lo mejor, Dánae es buena en ocasiones, pero tal vez tomo la decisión incorrecta al no comunicar con el que andaba babeando por otro. Eso hacía que los sentimientos de Yeray se apagaron antes de florecer.
—Aun no entiendo porque le dio miedo decirle eso, y quizás nunca lo sabremos —indico encogiéndose de hombros.
Al fin me volteo a David, el cual radica felicidad al no escondernos más de mi familia y estar más que tranquilos e inquieto por las interrupciones de Dánae.
Le tomo del mentón mientras una sonrisa fugas nace en mis labios, mientas él se estremece y relame sus labios en espera de unirlos en un beso.
Mi corazón palpitaba a tal magnitud que me hacía malditamente feliz por tenerlo aquí, amándolo al fina sin reproches ni escondites.
Al parecer él estaba ansioso por fundir sus labios carnosos a los míos porque tomo mi nuca y unió nuestras bocas en el beso interrumpido.